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El precio del hambre es una desnutricion global de generaciones del Tercer Mundo

23/02/2017 13:10 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

La desnutrición produce cambios severos e irreversibles en la salud de los niños. Para solucionarlo debemos actuar con suma rapidez. Es un problema vital para 840 millones de desnutridos, de los cuales 799 millones provienen de países del Tercer Mundo

Hace poco más de 20 años, el fotógrafo sudafricano Kevin Carter sorprendió al mundo con una polémica fotografía de un niño sudanés famélico vigilado de cerca por un buitre durante una hambruna. Mucha gente  la definió como un ejemplo más de cómo los medios internacionales recurren al sensacionalismo cuando abordan los problemas africanos.Sin embargo, lo que perturba hoy no es la fotografía sino más bien  el hecho lamentable de que dos décadas después, las condiciones que muestra la gráfica siguen prácticamente intactas. Cada año, 3, 1 millones de niños continúan muriendo de hambre en todo el mundo. 

Como médico africano, el inspirador de estas líneas sabe que los estragos de la desnutrición y el hambre agudos no siempre son visibles; no siempre son tan evidentes como ver las costillas que les sobresalen a niños fantasmales conectados a sondas nasogástricas, como se suele ver en las salas hospitalarias de Africa. La desnutrición crónica (o el hambre oculta) se manifiesta de muchas maneras, igualmente devastadoras y mortales. Y mientras que las muertes causadas por otras enfermedades como la desnutrición aguda e incluso la malaria han disminuido algo, el hambre oculta y crónica sigue siendo la misma. 

En las dos últimas décadas se ha alcanzado éxito sorprendente aunque parciales en la lucha contra el VIH, la tuberculosis y la malaria. El número de nuevos infectados por VIH cayó un 50% en algunos países de África, aunque sigue su trayectoria mortal en otros, mientras que las muertes relacionadas con el sida se redujeron entre un 30% y un 35%. Por otra parte, los casos de tuberculosis han disminuido un 40%; los de malaria, un 30%. 

Sin embargo, la cantidad de pequeños cuyo crecimiento se ralentiza debido a la desnutrición, sigue siendo elevada, y apenas cayó un 1% en el mismo período. En África, el hambre sigue siendo la principal causa de muerte entre los niños —representa la mitad de todas las defunciones de menores de cinco años— y resulta más letal que el sida, la tuberculosis y la malaria juntos. 

Los médicos africanos, saben demasiado bien que los estragos de la desnutrición y el hambre no siempre son visibles 

Muchos estudios científicos han demostrado que un niño desnutrido tiene muchas más probabilidades de contraer una infección, sufrir otras dolencias y padecerlas durante más tiempo. La diarrea, por ejemplo, es una enfermedad mortal para los pequeños que tienen un peso muy por debajo del normal. Además, ellos tienen 12 veces más de probabilidades de morir de enfermedades fácilmente tratables, y 9, 5 veces más de fallecer si a la vez tiene malaria. 

De hecho, está confirmado que la desnutrición infantil es la principal causa de morbilidad en el mundo de los menores de cinco años. La OMS estima que el 45% de las muertes en ese grupo de edad en 2011 fueron por ese motivo. Informes recientes sobre República Centroafricana y  sobre el Congo, azotada por la guerra, indican que hay más niños que mueren de hambre que como consecuencia de las balas. 

Estas cifras hacen que el problema de la desnutrición parezca insuperable. Pero la solución no es ningún secreto: vitamina A, sal yodada y alimentos fortificados. La falta de vitamina A causa ceguera a medio millón de niños cada año, y la mitad de ellos mueren en los 12 meses siguientes después de haber perdido la visión. De la misma manera, la mitad de todas las mujeres en edad reproductiva en los países en desarrollo adolecen de sistemas inmunes debilitados debido a la anemia causada por la falta de hierro.

 

El daño provocado por la desnutrición desencadena un efecto dominó: impide el logro educativo y, en definitiva, afecta a las economías nacionales. Encarar esta crisis en curso exige dinero —unos 10.000 millones de dólares al año— y nuevas y mejores estrategias para dar soluciones a las madres y los niños que más las necesitan. Salvarles la vida. 

El gasto resulta menos abrumador si se tiene en cuenta el precio del hambre. UNICEF estima que debido a la desnutrición infantil, África pierde 25.000 millones de dólares al año. Y esta no es toda la historia. La desnutrición le cuesta unos 3, 5 billones de dólares cada año a la economía global, debido a la pérdida de productividad y los mayores gastos en atención médica. 

Para enfrentar este desafío, salvar vidas y mejorar las economías, África necesita una estrategia integral y una mayor inversión en agricultura. 

 

La Unión Africana declaró 2014 año . Y se esperaba que el sector agrícola del continente creciera significativamente. En teoría, eso debería haber ayudado a combatir la desnutrición; pero una mayor inversión en la agricultura no fue la panacea. Urge concentrarse en generar programas agrícolas que tengan en cuenta la nutrición y que incluyan a pequeños productores, los hogares, las mujeres y los niños.La desnutrición causa el mayor estrago durante los primeros 1.000 días de vida del ser humano. La teoría de la agricultura y la seguridad alimenticia fallóotra vez en 2015 y 2016 y sigue mal en 2017. 

Un gran paso adelante sería aumentar el control de las mujeres sobre la propiedad de las tierras y las decisiones agrícolas, además de darles facilidades de acceso a créditos y subsidios destinados a fomentar la producción doméstica de alimentos a través de la jardinería, la cría de ganado y aves de corral. Hay estudios que demuestran que las mujeres se inclinan más a gastar sus presupuestos en alimentos y la salud familiar. Así, mejorar sus ingresos y darles poder a la hora de tomar decisiones tiene, en definitiva, un mayor impacto en la salud y la alimentación de los niños. 

Es más, las políticas, los subsidios y las inversiones agrícolas han beneficiado tradicionalmente a los productores de cereales. Pero los responsables de las políticas económicas deberían concentrarse en mejorar el acceso a otros alimentos más nutritivos como la carne o frutas y verduras, que son demasiado caros para los pobres. 

La desnutrición tras los primeros años se traduce en cambios severos e irreversibles en la salud de los niños. Para hacer progresos reales contra el hambre oculto, los gobiernos africanos, respaldados por socios globales para el desarrollo, deben actuar con suma rapidez. El hambre de los niños en África no tiene que ser tan dramático como lo retrató la fotografía de 1993 de Carter para que resulte mortal.

No se están cumpliendo las metas para reducir a la mitad el hambre para el 2020. Esta es la cifra estimada por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).: 840 millones de desnutridos en 1998-2000 de los cuales 799 millones provenían de países del Tercer Mundo. 

Jacques Diouf, Director General de la FAO, señaló que la comunidad internacional se ha quedado atrás en su objetivo de reducir a la mitad el hambre mundial, para el 2020."Este año debemos informar que el progreso está virtualmente frenado", dijo Diouf desde Roma, sede del organismo de la ONU. Según el informe anual del organismo seis millones de niños menores de cinco, mueren de hambre cada año,

 

El informe  titulado "El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2002"tambien ha fallado."Si continuamos por esta senda, alcanzaremos nuestro objetivo más de 100 años tarde", advierte 

Ante el panorama que se presenta en Africa, no es de extrañar que cada africano tenga en su sueño una patera

El documento culpa a la pobreza, a la sequía, los conflictos bélicos y los desplazamientos forzados de poblaciones, por los altos índices de hambruna. 

También responsabiliza al rápido nivel de crecimiento poblacional. "En los países más afectados un bebé recién nacido puede esperar vivir en promedio apenas 38 años de vida sana, comparado con más de 70 años de "máxima salud" en las naciones ricas", destaca el informe. Para alcanzar la meta del 2020, debe haber 24 millones menos de personas famélicas cada año. Según Diouf ese objetivo aún podría alcanzarse si existiese la voluntad política. 

La FAO también propone una inversión pública global de 24 mil millones de dólares para reiniciar una campaña contra el hambre. 

La Secretaría General de la ONU, asegura que producir alimentos suficientes para una población en rápido crecimiento requiere que la comunidad internacional garantice un uso sostenible “del recurso limitado más importante” en el mundo: el agua. 

“A menos que incrementemos nuestra capacidad de utilizar el agua sabiamente en la agricultura, no conseguiremos acabar con el hambre y daremos paso a una serie de problemas diversos, incluyendo la sequía, la hambruna y la inestabilidad política”, advirtió la ONU en una declaración al comienzo de la ceremonia del Día Mundial del Agua 2016 en la sede de la FAO. 

En muchas partes del mundo, la escasez de agua está en aumento y la tasa de crecimiento de la producción agrícola se ha ralentizado, explicaron los responsables de la ONU. Al mismo tiempo, el cambio climático está agravando los riesgos y la incertidumbre entre los agricultores, “en especial los campesinos pobres en los países de bajos ingresos, que son los más vulnerables y los menos capaces de adaptarse”. 

Garantizar la seguridad alimentaria e hídrica sostenible para todos requerirá la transferencia de las tecnologías hídricas adecuadas, la promoción de los pequeños productores alimentarios y la conservación de los servicios ecosistémicos esenciales, según Naciones Unidas. También se piden políticas que promuevan el derecho al agua para todos, una mayor capacidad regulatoria e igualdad a nivel de género. 

“El agua jugará un papel clave en la construcción del futuro que queremos”, concluye la ONU. “En la próxima Cumbre de la Tierra Rio+20, la comunidad internacional necesitará atar cabos entre seguridad hídrica y seguridad alimentaria y nutricional en el contexto de una economía verde”

 

Cada 22 de marzo, la alianza ONU-Agua, en la que participan 28 organismos de las Naciones Unidas, celebra el Día Mundial del Agua, como forma de atraer la atención de la opinión pública sobre diversas cuestiones relacionadas con el agua y la necesidad de gestionar de forma sostenible los recursos hídricos. 

La FAO es el organismo principal de la ONU para la celebración del Día Mundial cada año, que tiene como lema “El agua y la seguridad alimentaria”. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) organiza una jornada de encuentros y debates con expertos internacionales en su sede de Roma y que puede seguirse en Internet. 

Agua para el futuro 

En su intervención, el Director General de la FAO, José Graziano da Silva señaló que: “Hace veinte años, la primera Cumbre de la Tierra de Ría destacó la importancia vital de una correcta gestión del agua en la construcción de un futuro sostenible de seguridad alimentaria para el planeta. Mientras que muchos países han dado grandes pasos hacia una mejor gestión de sus recursos hídricos, todavía queda mucho por hacer”. 

“Necesitamos atender la demanda de productos agrícolas de una forma que permita conservar el agua y otros recursos naturales, pasando por una intensificación sostenible de la agricultura para producir los alimentos que el mundo necesita, usando el agua de forma más inteligente y cambiando la forma en que comemos, reduciendo las pérdidas y el desperdicio y promoviendo dietas más saludables”, aseguró Da Silva. 

Lograrlo requerirá invertir en personas, infraestructuras, educación y concienciación, y encontrar incentivos para que los pequeños campesinos adopten buenas prácticas, fortaleciendo su capacidad de mejorar su productividad, según Graziano da Silva. 

Impulsar la resiliencia de los campesinos frente al cambio climático, mejorar la gobernanza del agua y establecer instituciones que mejoren la gestión del agua a nivel nacional y regional son también cuestiones prioritarias, dicen las FAO. 

Desperdicio de alimentos y agua 

Según la FAO cada año se despilfarran cerca de 1 300 millones de toneladas de alimentos. 

Una reducción del 50% en las pérdidas y desperdicio de alimentos a nivel mundial ahorraría unos 1 350 km3 de agua cada año, según la FAO. En comparación, la media anual de lluvia en España es de 350 km3, la capacidad de almacenamiento del Lago Nasser en Egipto y Sudán es de unos 85 km3 y el agua que lleva el río Rhin a su paso por la ciudad de Bonn a lo largo de un año suma cerca de 60 km3. 

La agricultura y la seguridad hídrica, interconectadas 

Hoy día, cerca de 1 600 millones de personas viven en países o regiones que una absoluta escasez de agua, y para 2025 dos tercios de la población del planeta podrían vivir bajo condiciones de estrés hídrico. 

Una de las razones principales para ello es el uso del agua en la producción alimentaria. Una persona bebe de media de 2 a 4 litros de agua diarios, pero se necesitan de 2 000 a 5 000 litros de agua para producir los alimentos que consume en un día.

Además, la agricultura es responsable del 70% del total del consumo de agua potable y agua subterránea a nivel mundial. 

El motivo de esta importante huella hídrica está claro: con el riego, los campesinos pueden producir más alimentos. La agricultura de regadío supone tan solo el 20% de la superficie cultivada del planeta, pero produce el 40% de los alimentos.

 


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