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Científicos, médicos, genetistas, todos tras el Santo Grial, descubrir cual es el fenómeno orgánico que produce el enamoramiento en una persona
Desde Helena que hizo arder Troya y Penélope, que tejía y destejía, mucho se ha hablado del amor.
Hoy día nos bombardean con informaciones científicas donde dicen que el amor en realidad es sólo una reacción química de atracción entre los humanos, producto de la secreción de una sustancia que han dado en llamar “feromonas”.
Sustancia que se descubrió, primero en las abejas, luego en las hormigas y por último en nosotros.
Nada romántico por cierto.
El tema es que todos quieren saber porqué, cuando entre dos personas se produce el famoso ‘choque de planetas’, ese que provoca una excitación inenarrable, taquicardia, mariposas en el estomago, sudoración, angustia, deseo, felicidad y pasión, horas de insomnio y ensoñación, no hay Cristo que pueda manejarlo.
Tengo para mí, que es muy probable que estos señores y señoras tan ilustrados, y con sus trabajos tan enjundiosos, simplemente desean conocer el producto, porque no lo han probado.
Es que si hablamos con sinceridad, ¿¿a quién le importa el cómo??
¿Hay algo más soñado en esta vida que estar enamorados?
¿Hay algo más soñado en esta vida que estar enamorados?
Se interrogaron alguna vez, ¿cuántas personas viven y mueren, sin haber sido amadas o sin haber amado alguna vez?
Muchísimas, muchísimas… y eso es algo verdaderamente terrible. No conocer el amor, en toda su dimensión, es como haber sufrido una mutilación en el alma. Irrecuperable, trágica y siniestra.
Por supuesto, que muchos ni se enteran, es algo tan desconocido que no pueden extrañarlo, porque no lo conocen, como quien nace sin la visión, puede imaginar los colores, el amanecer, pero sólo eso…imaginar.
O simplemente buscan explicarlo científicamente, que las hormonas, que las feromonas, que vaya una a saber que más, pero repito… ¿¿a quién le importa??