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Dejamos la actualidad a la prensa escrita e Internet para continuar el segundo episodio de los Animales y los Seísmos. Como prevención de desastres. Es hoy una ciencia que llaman la eto-geología en la que Diáspora cree
Con motivo de la catástrofe que golpea al Japón y otros pueblos de la región y nos solidariza como nunca antes con un universo inquieto y asustado que teme al futuro. Se han multiplicado los comentarios sobre este tema y preocupa el próximo paso de la Humanidad y en especial las muchas víctimas de tantos pueblos que comparten mar con Japón.
Y sin otro preámbulo seguimos con el tema trazado en nuestra serie de Los Animales y la Prevención de los seísmos, dedicado sobre todo a los pueblos orientales, desde el alba de la Humanidad.
Desde hace muchos siglos los humanos han observado cambios en la naturaleza antes de los seísmos, el cielo, el aire y la tierra se han enrarecido dando lugar a leyendas y mitos, comportamientos anormales en objetos inanimados como llamas o brújulas (en la actualidad aparatos eléctricos y líneas telefónicas, telecomunicaciones, atmósfera, ionosfera, etc..), vegetales que florecen tempranamente, presentan cambios (arroz) o movimientos ("danzas") de algunas plantas y obviamente una serie de comportamientos extraños en los animales. Y es a ellos a los que Diáspora está dedicando esta serie, tratando de despertar inquietudes, ideas o de modificarlas o cambiarlas, si hallamos errores. Cualquier comunicación en uno u otro sentido y grado, es bienvenida.
Ya en el año 373 antes de Cristo, los historiadores griegos mencionan que ratas, víboras y comadrejas abandonaron masivamente la ciudad de Helice unos días antes de que fuera destruida por un terremoto.
Los pueblos indígenas estaban más atentos que nosotros a estas manifestaciones y en la actualidad observar cambios drásticos en la conducta de la fauna salvaje todavía alienta a que algunos conservacionistas o periodistas traten de influir en organizaciones gubernamentales (generalmente sin éxito) para que tomen medidas tratando de salvar vidas (en pleno invierno de 1975 cuando las serpientes que estaban hibernando aparecieron en la superficie de la ciudad china de Haicheng, ranas, vacas, caballos y perros empezaron a comportarse extrañamente.
Las autoridades ordenaron la evacuación de esta ciudad de un millón de habitantes. Días después (4 de febrero) un terremoto de 7, 3 en la escala de Richter azoto la región y solo una pequeña porción de la población sufrió daños, aquella que no quería oír ni eso ni nada. Si no se hubiera evacuado, se estima que el número de afectados superaría los 150.000. Historias como esta se repiten en las catástrofes, ciertas, inventadas o mal oídas.
Hoy, hasta es posible encontrar en Internet sitios que intentan delinear un pronóstico meteorológico y geológico basado en el comportamiento animal (eto- geológico) relatado y aportado por usuarios.
En nuestros días, los científicos puros, regresados a veces de universidades europeas o norteamericanas tienden a suponer los relatos como producto de la sugestión humana basados en sus estudios primarios o secundarios o de los años 70. Los orientales, son en general más respetuosos y saben mucho más de los sutiles cambios producidos en el medio y detectados por una atenta observación de la conducta “animal”. Japoneses y chinos evalúan mucho más las tragedias naturales porque alguien de su entorno las han sufrido o porque han alterado su conducta rutinaria o por cortesía. No son elementos que bloqueen fácilmente una observación correcta.
Históricamente se han reportado cambios abruptos en los animales: los que están hibernando salen a la superficie (víboras, osos, etc.), los insectos y roedores tratan de abandonar la zona o guarecerse en las viviendas (hormigas, arañas, abejas) los pájaros abandonan sus nidos, alejándose o silenciando su canto o dejando de oírse y las palomas mensajeras se demoran bastante más en encontrar su camino y alcanzar su destino.
Los animales salvajes tratan de huir, aparentemente tanto en tierra como en el mar, como lo demostraron tiburones que en 2005 en el Golfo de México, abandonaron repentinamente su territorio 12 horas antes de que el huracán Charley devastara la zona, para regresar 15 días después.
En las granjas, las aves dejan de poner y empollar sus huevos. El ganado y los caballos no quieren volver a corrales ni establos, ser atados ni encerrados, corren nerviosos en los corrales y tratan de alejarse a zonas abiertas, donde permanecen en grupos mostrándose alterados. Eso lo hemos visto hasta en las películas del Oeste.
Pescadores japoneses relatan que algunos peces que normalmente habitan en aguas profundas, han sido pescados en numerosas ocasiones cerca de la superficie del océano antes de los terremotos. La mayoría de estas conductas ocurren en las 24 horas previas a un terremoto aunque algunas pueden suceder incluso con una semana de antelación.
En zoológicos y lugares donde permanecen encerrados, intentan escapar de sus jaulas y si no pueden se esconden donde pueden sin asomarse a que les vean los visitantes y les echen comida a la que renuncian.
Actualmente las conductas más observadas y reportadas son las de los animales de compañía, que muestran cambios notables en su conducta habitual: aves que quieren huir de sus sitios de confinamiento y gatos que buscan refugio en lugares aislados, detrás o dentro de muebles. Los perros se muestran súbitamente agresivos o aumentan notoriamente el apego a sus dueños, modifican sus rutinas de descanso y sueño, no quieren dormir donde ni como lo hacen habitualmente, aúllan o ladran incesantemente sin motivo aparente, se presentan inquietos y muchos emprenden la huida. (En los días que precede a un desastre llama la atención el número de animales perdidos que marca cifras récord y a veces no vuelven nunca. Los dueños no se lo explican y terminan por comprarse otro parecido y hasta le ponen el mismo nombre.
Estos signos en mascotas a veces fieles durante años debían averiguarse para ayudar a nuestra eto-geología incipiente. Muchas veces, además, si se trata de personas mayores que se habían encariñado con sus bichos se ven abandonadas y a veces han tenido que ser asistidas por un médico que trata de explicar lo inexplicable: el miedo insuperable de animal que perdió incluso el rumbo y el camino de vuelta a su casa.
Estudios más avanzados suponen que esta sensibilidad y llamada a huir y perderse está basada en la capacidad del animal para escuchar infrasonidos, oler gases, sentir el Radon, o percibir los cambios eléctricos del aire que los humanos no sienten o lo hacen débilmente.
Antes del gran seísmo se producen pequeños temblores imperceptibles para los humanos, sonidos con ondas de 2-20 herzios emitidas por cambios en el medio ambiente o por vibraciones de las placas tectónicas, llamadas infrasonidos, imperceptibles para nuestro oído. Su sentido del olfato, muy superior al nuestro, les permite percibir los gases que emanan de la tierra en estas circunstancias y les obliga imperiosamente a tomar decisiones inusitadas.
Hoy en día estas supuestas señales se están tomando muy en serio, sobre todo en oriente, por ciertos sismólogos, geólogos, biofísicos y biólogos, denominándolas como “biopronóstico”, tanto a la investigación de los procesos que tienen lugar en el interior de la tierra como a su relación con los indicios que presienten, detectan y alteran el comportamiento normal de los animales.
Las teorías científicas que se han dado para estas señales animales generalmente caen dentro de cinco categorías: vibraciones de ultrasonido, fluctuaciones del campo magnético, cambios del campo eléctrico, iones piezoeléctricos transportados por el aire y cambios en el cerebro. Por alguna de estas vías los animales son capaces de percibir las variaciones que provocan los movimientos en el interior de la tullera: eléctricas, magnéticas, sonoras, visuales y olfativas.
Motoji Ikeya, El Premio Nobel que nunca fue
El Dr. Motoji Ikeya, geólogo cuántico es un interdisciplinario especialista de las Universidades de Stuttgart y Osaka. Utiliza la resonancia de espín electrónico (ESR) en ciencias de la tierra y dopsimetry la radiación, con un interés de investigación en la causa del comportamiento animal inusual antes de los terremotos. Trabajó en las Universidades de Nagoya y Yamaguchi, fue investigador asociado en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill.
Según él, los animales detectan el campo geomagnético de la tierra, percibiendo cualquier cambio de forma inmediata. Esta capacidad les permite seguir sus rutas de navegación y migración desde el nacimiento. En sus estudios alterando el mismo artificialmente, pudo reproducir las reacciones de pánico de los peces y de los gusanos saliendo a la superficie, comportamientos muy similares a los que tuvieron lugar en los animales que presintieron el terrible terremoto de 9.0 en la escala de Richter que sacudió Sumatra el 26 de diciembre de 2004 y su posterior y mortífero Tsunami.
Utiliza para la datación, materiales geológicos y arqueológicos, y en el futuro estas técnicas se pueden utilizar para la ubicación de los materiales de cuerpos planetarios. También ha investigado la dosimetría de la radiación y la evaluación del paleo-ambiente. El Dr. Ikeya comenzó sus estudios precursores del terremoto después del terremoto de Kobe en 1995.
Estudió con detalle el comportamiento insólito de los animales marinos, durante el invierno 2004, cuando un total de 115 ballenas y delfines murieron tras nadar hacia las playas en dos islas del sur de Australia. Días antes, otras 75 ballenas habían encallado en las arenas de Nueva Zelanda. Los flamencos, que se encontraban en época de apareamiento y anidación, levantaron el vuelo y desaparecieron de la región.
Por toda una vida dedicada a la relación de los animales y los fenómenos telúricos en que basa su obra “Earthquakes and Animals” (Animales y terremotos) merecería un Premio Nobel que nunca recibió.
¿Simple leyenda urbana o posibilidad científica?
El comportamiento de unas extrañas ranas de Mianyang, como una posible manera de prevenir futuras catástrofes.
Esto se debe a que un día antes de ocurrir el seísmo en Mianayan, una localidad muy cercana a Wenchuan, un hecho de por sí extrañísimo: decenas de miles de sapos poblaron las calles como huyendo de aquella localidad que además, fue el epicentro del terremoto.
El Dr. Ikeya graduado en universidades niponas y americanas y autor de "Animales y terremotos" es el prototipo del científico japonés de la prevención, no ortodoxo para la ciencia norteamericana
En un principio, los expertos culparon de este fenómeno al calentamiento global, sin embargo, después del seísmo el hecho de que las ranas pudieran haber sentido la proximidad de este desastre, ocurrió un suceso un día antes del seísmo resulta ser para muchos una gran posibilidad. ¿Pero acaso los sapos u otros animales pueden presentir este tipo de fenómenos?
Por lo pronto, el investigador miembro del Instituto de Investigación sismológica subordinado al Buró sismológico de China, Zhang Guomin, ha rechazado cualquier tipo de vínculo entre los sapos y el seísmo. "Existen razones más complicadas para las anomalías animales y el agua subterránea. Un terremoto es sólo una de ellas, además del cambio climático y las condiciones meteorológicas". Ha asegurado el científico.
Antes de la ola gigante del tsunami 2004, los elefantes que paseaban turistas se desesperaron y sin obedecer a sus amos, corrieron hacia la zona alta de la isla. Y en los últimos momentos cuando se veía que el temible oleaje estaba por azotar la costa, llegaron a rescatar con sus trompas más gente de la que ya tenían en sus espaldas, trasladándose sobre una colina donde todos estuvieron a salvo. Esto lo contó un turista neozelandés, aunque no es tan verosímil, ni cuadra con las maneras de un paquidermo. Lo que sí parece cierto es que los que permanecieron cerca de los elefantes se salvaron... al imitarlos. Eso no parece ser casual, y lo es que los que hicieron la lista de los muertos no encontraron animales entre las victimas.
Los terremotos según los técnicos son hechos prevenibles en cierto modo, (con construcciones más seguras y antisísmicas, alertas previas más rápidas, etc… por ejemplo) pero no predecibles, no se sabe nunca, cuando ni donde será el próximo. O si habrá una réplica, aunque el tiempo, en éstas juega a favor del hombre.
Si la predicción y luego la prevención a través de los signos percibidos por los animales continua estudiándose, quizás, entre todos, especialmente los medios -sin afán de lucro- podamos encontrar las claves que nos permitan salvar miles de vidas, año tras año. En eso está Diáspora.
Los chinos opinan que se está progresando en la investigación Eto-geológica
El subdirector de la Red de Seísmos de China, Zhang Xiaodong, ha manifestado que "averiguar la relación existente entre los fenómenos naturales anormales y los terremotos es de hecho uno de los más importantes y difíciles temas en los estudios de pronóstico de terremotos".
Cuando las leyendas abren una esperanza: el Pez Gato
Pero la teoría de que algunos animales sean capaces de sentir con anterioridad la ocurrencia de un seísmo como hemos dicho antes, avanza cada vez más y hay países que incluso, toman este asunto muy en serio.
Una de estas naciones, es Japón, no en estos momentos de alerta roja sino hace ya tiempo. Y aunque las circunstancias no parezcan propicias Japón no sólo es una potencia científica sino que también es, como tristemente vemos hoy una de las regiones más afectadas por los seísmos de gran intensidad.
Hace mucho tiempo que existe la leyenda del Pez Gato o Namazu como una eficaz manera de controlar la eventualidad o no de un seísmo.
A decir verdad, este interés surge de una leyenda, del mito de que el Namazu, era un pez gigante que habitaba en las profundidades y que cada vez que movía su cola, producía estos movimientos telúricos que alertaban a la población para ponerse a salvo.
Y precisamente una de las ideas más antiguas proviene de esta leyenda japonesa, que data de antes de la Edad Media, según la cual, los terremotos eran causados por el movimiento y el roce provocado por un pez gato gigante que vivía bajo la tierra.
Esta idea mitológica, que ha sido expresada en numerosos trabajos artísticos japoneses, probablemente proviene de la observación de la conducta natural que tienen los peces gatos antes de los terremotos.
Estos peces habitan en los ríos muy barrosos y en el fondo de los lagos, y normalmente tienen una vida muy pasiva, ya que usualmente no se mueven mucho, pero justo antes de un terremoto que llegan incluso a saltar fuera del agua para caer y morir en tierra firme.
El estudio de este pez en Japón arroja una de las evidencias científicas más contundentes, documentada en varias ocasiones, de que presenta una hipersensibilidad a la estimulación debida a cambios eléctricos que ocurren previamente a algunos terremotos (parece que muchos peces son especialmente sensibles a los terremotos, cualquiera que estos pudieran ser).
Si fuera cierto que los animales tienen una capacidad especial para percibir los seísmos y que se comportan de forma inusual ante ellos, ¿por qué no utilizar-dicen algunos estudiosos- esta fuente de información para la predicción?.
Otra leyenda cuenta que en 1755 el famoso filósofo Kant describe cómo, cerca de Cádiz, una gran cantidad de gusanos salieron a la vez de sus escondrijos bajo tierra. Ocho días después Portugal sufría un devastador terremoto.
En la antigua Persia (el actual Irán) existían hombres considerados sabios que predecían los terremotos utilizando un sistema que incluía observar a las estrellas y la luna, cavar pozos en la tierra para ver cómo se comportaba el agua que corría bajo la superficie y la observación del comportamiento de los animales.
El 25 de junio de 1966 la ciudad californiana de Parkfield se vio inundada por una ola de serpientes que abandonaron en masa las colinas en las que viven normalmente; dos días después Parkfield sufría un terremoto.
Recientemente, una pequeña filmación casera, registrada en una localidad de Haití y cuyo video fue pasado en TV, muestra cómo un perro que estaba durmiendo indolentemente, se despierta súbitamente y sale huyendo despavorido y trata de ganar las escaleras de salida. Unos minutos después todo el edificio se vio sacudido. ¡Terremoto!!, alguien grito y efectivamente todos salieron corriendo. Acababa de registrarse el último seísmo. Y esto es historia.
Esto llevó a quienes vieron este video de algo aparénteme anodino a esta pregunta: si este perro despertó y sin desperezarse buscó la salida, ¿por qué lo hizo?, y el que lo estaba filmando después se dio cuenta perfectamente de la actitud del chucho. Y guardó lo filmado.
Así, recientemente, los científicos de Beijing, una ciudad bastante sísmica, han establecido una estación de detección de terremotos en la Reserva Natural de Beijing en la que viven más de 10.000 pájaros y animales en 240 hectáreas de espacio. En este proyecto se están utilizando como sensores caballos, burros, serpientes, tortugas, ranas, ciervos y pájaros, entre otros animales. Se han establecido siete puntos de observación en el parque, cada uno dirigido por un cuidador del zoológico, quien registra el comportamiento diario de los animales para el departamento sismográfico.
Además, el parque está situado en una fractura de la tierra, por lo que es un lugar ideal para supervisar y detectar animales salvajes y, al igual que estos, huyeron hacia el centro de la isla. Eran solamente animales domésticos.
Un ejemplo de su eficacia fue el recién pasado terremoto de 5, 1 grados en la escala de Richter que sacudió el distrito de Wen’an en la provincia de Hebei y llegó a sentirse en Beijing y Tianjin. Antes y durante el terremoto los trabajadores de la Reserva Natural de Beijing observaron comportamientos extraños y nerviosismo en los loros. En general, y según el departamento sismológico, antes de un movimiento sísmico las reacciones anormales pueden observarse entre unos 130 animales de la reserva. Los sismólogos del proyecto han asegurado que controlando estos comportamientos se pueden prevenir mejor los terremotos. Este uso de animales como detectores de terremotos no es algo nuevo en China.
Este sería un capítulo de la Eto-geología.