Acostumbrados como nos tiene la primera mandataria de la República Argentina, utilizó la oportunidad de apertura de las sesiones del Congreso de la Nación como una plataforma de un acto político proselitista.

Utilizó una hora y media para rememorar acciones que se hicieron durante siete años, algunos de ellos respaldados con números oficiales. Y ya sabemos la confianza que generan las cifras oficiales, donde el INDEC es solo la muestra más clara de la distorsión. Hubiera sido mejor que contará que pasó en el último año, aunque igualmente, las cifras no serían confiables.

Usando su formato de madre que reprende a sus hijos por acciones que no eran las correctas, emprendió contra la oposición por no apoyarla, contra los peronistas disidentes por alejarse del partido y, como era de esperar, contra la judicialización del DNU del Fondo del Bicentenario y los jueces que no fueron acordes a las ideas del gobierno.

No dejó un solo párrafo de marcar la diferencia que mantiene con los medios de comunicación y mostrar la realidad virtual que los mismos expresan, según sus palabras, con su propia realidad. Nadie es le dueño de la verdad, y menos si se la apropia y no acepta ninguna otra opción como válida.

Durante esa hora y media no dio un solo indicio del plan 2010 de gobierno y en que debe trabajar el Congreso, como expresó Lozano al finalizar la apertura.

La presidenta redobló la apuesta como hace comunmente derogando el DNU 2010, donde la derrota era inminente, y generó otro, según sus dichos, decreto simple que envió al BCRA para sacar USD 4000 millones de las reservas.

Esto marca una nueva etapa en la democracia argentina, donde el poder ejecutivo será cada vez más agresivo, usando el DNU y el veto como herramientas de gobierno favoritas

Una jugada arriesgada que se llevaba a cabo mientras ella lo comunicaba en el Congreso, donde los reunió mientras el BCRA cumplía con su orden dentro de una legalidad, llamemosla precaria.

Es riesgosa la jugada ya que está al límite, poniendo a la oposición en un lugar de espectadores, sin poder intervenir. Al reunirlos a todos en el Congreso, sin posibilidad de reacción, juega con la división de sus oponentes y con el tiempo a su favor. La justicia no intervendrá en un hecho ya consumado entre dos poderes.

Hasta hoy el poder Judicial podía evitar el hecho como lo hizo, solo suspendiendo el efecto del DNU y dejando en manos del Congreso la resolución. El acto consumado hace cualquier presentación inefectiva.

A la oposición solo le queda ser cómplice necesario en la comisión que controle el uso de esos fondos, pero no puede parar la embestida del gobierno y su intención de manejar el país evitando las cámaras del Congreso como si este no existiera.

La oposición puede subir la apuesta a un juicio político para los participantes en este asalto a la democracia, pero seguramente serán acusados de golpistas, con lo que ello significa en los argentinos y su historia, lo que lo hace inviable.

Esto marca una nueva etapa en la democracia argentina, donde el poder ejecutivo será cada vez más agresivo, usando el DNU y el veto como herramientas de gobierno favoritas.

NdR: foto extraída de www.lanacion.com, autor NIK

La presidenta redobló la apuesta como hace comunmente derogando el DNU 2010 y generó otro decreto simple que envió al BCRA para sacar USD 4000 millones de las reservas