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Antes del verano Twitter abrió la posibilidad de ver la analítica de nuestra cuenta, algo de lo que ya disfrutábamos aquellos que habíamos activado en su día las Twitter Cards. Este hecho puso de relieve que, en promedio, nuestros tweets no llegan a ser vistos ni por el 5% de nuestros seguidores. En concreto, y si tomo mi cuenta, entre el 2% y el 4%. Si conseguimos que un Tweet sea Retweeteado, entonces, en términos absolutos, llegamos a más. Lógico.
Esto no tendría mayor relevancia si no fuera porque en los meses anteriores se había liado una buena porque Facebook había decidido que su algoritmo penalizara el alcance de las páginas oficiales y éstas pasaron a mostrarse, en media, al 7% de los fans de la misma de manera orgánica. O sea, alcance similar al que hemos descubierto ahora de Twitter (y a nadie le ha parecido mal).
Pero es que si tienes perfil personal o página oficial en LinkedIn y te fijas en el alcance de tus publicaciones (para las personales lo puedes ver en la columna lateral y para las páginas lo ves por cada publicación) te darás cuenta que pasa algo similar.
En cualquiera de las tres redes anteriores para que la publicación tenga más alcance sólo puedes hacer dos cosas: o la promocionas pasando por caja o consigues que tus seguidores te republiquen para que ese porcentaje se repita en cada republicación y tu alcance, en términos absolutos pero en otro target, aumente. Los tuyos, los seguidores que supuestamente te has currado porque son el target que te interesaba, no tienen porque enterarse de lo que has publicado.
Es decir, al final llegamos a la conclusión de que el comportamiento de los usuarios en medios sociales ante lo que comunicamos no es tan diferente de otros medios, los tradicionales, vamos. Era una cosa que debería ser obvia, igual que el zapping en la TV, así que nunca he entendido el revuelo que se armó sobre lo que pasó en FB (más allá de que algunos dijeran que era cambiar las reglas del juego a medio partido). Y casi que me alegro de que así sea porque cae el mito de que esto de comunicarse en redes es algo fácil, accesible y eficaz. Lo es si se trabaja mucho, claro. Y en la buena dirección.
Por lo tanto lo que queda claro es que, una vez más, prima la calidad por encima de la cantidad. La calidad para que:
Así que ya puedes empezar por hacer tres cosas cuando decidas meterte de lleno a trabajar una política de comunicación en redes sociales:
Y una cuarta: si tienes dinero, invierte en promocionar las publicaciones que te interesen.
¡Que tengáis una feliz semana!