Vivir en la calle no es algo fácil de imaginar, sobre todo para quienes siempre hemos tenido a lo menos un techo donde refugiarnos del frío, de la lluvia, el viento, y cuantas adversidades que a uno se le pueda ocurrir.

Jhoanna tiene 20 años y está en situación de calle desde que tenía 6 años, hizo todo lo que pudo pero nunca logró salir de esa situación que la obliga a vivir en la calle, su pequeño bebe no soportó el frío de estos días y murió de neumonía.

Cómo una ironía de la vida, el lugar que junto a Pablo, su compañero, encontraron cómo un refugio más protegido para poder pasar las noches; es ni más ni menos que la puerta de la Biblioteca del Senado de la Nación Argentina

, donde seguramente deben descansar en sus archivos muchos libros donde los progresistas se habrán inspirado en las desgracias y necesidades de la gente para escribirlos, y hoy día, los que gobiernan el país son de ideología progresista; pero sin embargo Johanna sigue allí.

Pablo su compañero, es un hombre de 47 años, quien desde hace 4 años está en situación de calle, el dice ser técnico eléctronico, pero cómo nadie le da trabajo cartonéa durante el día para poder subsistir junto a Johanna, dice estar solos en el mundo, nadie los ve, nadie los mira, todos desconfían; cómo si por sufrir una desgracia en la vida fueran una especie delincuentes.

Lo más doloroso es la indiferencia de la gente, son cómo fantasmas, estan por las calles, caminan, se mueven de un lado para el otro, pero es cómo si no existieran, nadie les quiere dar trabajo por que su situación de calle no les permite dar un domicilio para conseguir trabajo. ¿El estado?... Bien gracias.