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La opositora birmana Aung San Suu Kyi, que ha dedicado su vida a la lucha por la democracia, cumple 70 años en un momento en el que la batalla política se acelera, con las elecciones generales previstas para finales de año.
Su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND), es según los sondeos el gran favorito.
Pero las ambiciones presidenciales de la Premio Nobel de la Paz están contrariadas por la actual Constitución, heredada de la junta militar autodisuelta en 2011, que impide aspirar al cargo a quien estuvo casado con un extranjero, como fue el caso de Aung San Suu Kyi.
Su campaña en favor de un cambio del texto constitucional -prometido para después del escrutinio de 2015 por un régimen reformista aún liderado por antiguos militares- es cada vez más insistente.
"El hecho de que esté envejeciendo es una razón más para querer cambiar la Constitución antes de las elecciones de 2020, y convertirse en presidenta", analiza Maël Raynaud, especialista de Birmania y antiguo consejero del régimen reformista.
"Con 75 años, ¿será aún capaz de presentarse?, ¿el sistema habrá evolucionado lo suficiente para que pueda acceder al poder?", se pregunta.
El también Nobel de la Paz Nelson Mandela, con quien la opositora birmana ha sido a menudo comparada, tenía 75 años cuando fue investido presidente sudafricano el 10 de mayo de 1994, después de la victoria electoral del ANC.
Pero "más que el simple envejecimiento, es el desgaste del poder y los errores políticos cometidos lo que podrán perjudicarle, a largo plazo", estima Renaud Egreteau, otro universitario especialista en Birmania.
- ¿Pronósticos favorables? -
En su carrera de fondo a la presidencia, Suu Kyi evita a partir de ahora las declaraciones inoportunas.
La líder opositora ha confeccionado sus movimientos poco a poco, de icono de la democracia a mujer política preocupada por manejar a los antiguos generales para hacerles evolucionar cautelosamente.
Aunque en los últimos tiempos ha sido fuertemente criticada en el extranjero por su falta de apoyo a la minoría musulmana, especialmente a los Rohingyas que huyen por millones, sus cotas de popularidad en este país profundamente budista siguen siendo muy altas.
Más que al Premio Nobel de la Paz, todo esto se lo debe al hecho de ser la hija de quien fuera el Padre de la independencia birmana, el general Aung san, cuyo retrato cuelga en muchos hogares.
- Sin delfín político -
Algunos critican sin embargo a Aung San Suu Kyi por no favorecer la emergencia de un delfín político.
"No hay nadie a quien pueda elegir, con quien podría estar de igual a igual", explicó Peter Popham, biógrafo autorizado de Suu Kyi.
Sin un sucesor designado, se vería reducida a apoyar para el puesto de presidente --que será elegido por los futuros diputados-- a una figura reformista moderada salida de los rangos militares.
Hace aproximadamente 30 años, Suu Kyi se convertía en una heroína nacional tomando las riendas del movimiento democrático naciente en 1980, año de la revolución popular contra la junta militar que causó al menos 3.000 muertos.
Pero desde entonces, criticada por su intransigencia y su monopolio de poder al mando del LND, se resiste a rejuvenecer las instancias de su partido.
"En realidad deben tener en cuenta que los más veteranos lucharon durante mucho tiempo para asegurar la supervivencia del LND", declaró en julio de 2014 en una inédita conferencia dedicada a los jóvenes militantes.
"Ellos desaparecerán poco a poco como es natural, y los jóvenes se convertirán en los veteranos, no lo olviden", advirtió.