“Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remache ves llorar la Biblia junto a un calefón”

Una cachetada tras otra, ( a veces no hubo tiempo ni de poner la otra mejilla), nos sacudió esta semana.

Inseguridad. Prendes el televisor a la mañana temprano y aparte del tiempo y la hora solo ves cuantos asaltos, salideras bancarias, “accidentes” de tránsito, marchas, silenciosas o no pidiendo justicia con el mismo énfasis y resultado que salir a pedir por un viaje a la luna con todos los gasto pagos; y el balance de muertos y heridos del día. Y los infaltables partes policiales y discurso de las “autoridades” sobre el tema. Los unos debieran darse una vuelta por el oftalmólogo, (problemas de vista gorda o corta), y los otros verdaderos artistas merecedores al menos de ser candidatos al Nobel de la hipocresía y la guasada cuando los inventen. Desde el superministro, (cuya única epopeya ha sido escaparse de la justicia en el baúl del coche de un cómplice de latrocinio), que sólo siente “sensaciones “ de inseguridad; pasando por los alcahuetes de turno que demuestran palmaria y científicamente que el delito está en franca retirada en este país, (seguro que con las cifras que le tira su amigo, el delincuente que maneja el TRUCHINDEC), hasta los alegatos ramplones de la reina Kristina y su príncipe consorte, que si los dijeran frente a un espejo, hasta ellos se insultarían.

Hasta ahí, todo normal. Normal para un pueblo embrutecido y aletargado por el constante bombardeo de los medios de comunicación, gigantesco monopolio, (oficial y privado, con algunas excepciones), que ocupa radio, televisión y diarios,

Pero sucedió el asesinato, (no hay otra palabra apropiada), de Mariano, el asesinato en curso por ahora de Elsa y lesiones a otros trabajadores por parte de una de los tantos escuadrones de la muerte al servicio del sistema sindical-empresarial-gubernamental. Y por un momento al menos salió a la superficie esa corporación que rige nuestros destinos desde hace varias décadas sin interrupciones.

Han cambiado algunos nombres, pero el método sigue siendo el mismo

Los que sobrevivimos a las convulsiones de los 70 sabemos de que estamos hablando. Ver la foto en que el mamarracho de presidente que tenemos luce orgullosamente una camiseta de la Juventud Sindical Peronista la pinta de cuerpo entero. Quienes tuvimos una modestísima e ignota militancia sindical en aquella época conocimos el terror que se ocultaba detrás de esa organización criminal si osábamos contradecir en lo más mínimo a la burocracia sindical.

Han cambiado algunos nombres, pero el método sigue siendo el mismo. El que se opone a sus planes, o se aparta o desaparece físicamente hablando. Otros prefieren la ignominia de “si no puedes vencerlos únete a ellos”. Y la única discusión es el precio de venta. La lista de cooptados cuenta con nombres muy significativos. De hombres, mujeres y organizaciones. No se han escuchado todavía sus voces condenando esta muerte. Despreciable, aún por encima de credos políticos o ideológicos. Ni siquiera las que dicen que lleva décadas de lucha por los derechos humanos.

Mariano ya no está. Elsa quizás nos deje también. Como no están Kosteki, Santillán, Fuentealba y tantos otros caídos en defensa de un ideal de justicia para la clase trabajadora. Banderas esperando que los trabajadores, saliendo de este ominoso letargo empuñen y pongan en la primera fila de la columna que marche algún día hacia la liquidación de esta siniestra corporación y su liberación definitiva.

CHE CACHO