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La dictadura comunista china es la más mortal, es responsable de unos 65 millones de muertes, entre los que se encuentran los practicantes de Falun Gong, los estudiantes masacrados en la Plaza de Tiananmen, y los muertos de hambre en El Gran Salto Adelante
Por Larry Ong – Epoch Times
En China, los niños aprenden en la escuela que la bandera china es de color rojo por la sangre derramada por los mártires comunistas, sin embargo, nunca se menciona a las decenas de millones de personas sacrificadas por el Partido Comunista Chino (PCCh).
Mao Zeong, Deng Xiaoping, Jiang Zemin. (AFP/ Getty Images, John Giannini/ AFP/ Getty Images, Feng Li/ Getty Images)
Según el famoso Libro Negro del Comunismo, entre las diferentes dictaduras comunistas, la china fue la más mortal. Es responsable de unos 65 millones de muertos. Está claro que la Unión Soviética, en segundo lugar con 20 millones de muertos, está muy por detrás.
En China, la mayoría de las matanzas iniciadas por el partido tuvo lugar durante las campañas políticas y económicas del líder fundador, Mao Zedong. El 4 de junio de 1989, su sucesor, Deng Xiaoping, siguió la tradición con la masacre de estudiantes y civiles, que exigían más libertades, en la plaza Tiananmen.
A pesar de que la República Popular se ha unido a la comunidad internacional, los asesinatos han continuado. En el nuevo milenio, la amplitud de la más grande masacre, la persecución a los practicantes de Falun Gong iniciada en 1999, no se revelará hasta se termine oficialmente.
Jiang Zemin creó esta campaña de erradicación, mientras dirigía el país. Se han documentado miles de muertos, torturas y malos tratos. Los observadores que investigan la extracción forzada de órganos calculan que han asesinado a cientos de miles de presos de conciencia para traficar con sus órganos desde el año 2000, y sigue hasta hoy.
Mao Zedong, Deng Xiaoping y Jiang Zemin provocaron baños de sangre en periodos de paz, en nombre de la estabilidad del partido.
El camarada Mao
Mao Zedong, tenía claro que la revolución no terminaba con la toma del poder por los comunistas en octubre de 1949.
“Después de eliminados los enemigos con fusiles, quedarán aún los enemigos sin fusiles…Si ahora no planteamos ni comprendemos el problema de este modo, cometeremos errores muy graves.”, declaró en el VII Congreso del PCCh en marzo de ese mismo año.
El pueblo chino se convirtió en presa del partido comunista en su lucha revolucionaria sin fin.
Los grupos sociales que Mao consideraba como “contrarrevolucionarios”: propietarios, intelectuales, “partidarios de la vía capitalista”, los “simpatizantes nacionalistas”, y ciertos cuadros del partido, fueron entonces humillados públicamente, difamados durante las famosas “sesiones de lucha”, o los obligaron a portar orejas de burro de metal, sus antiguos compañeros los golpearon y torturaron.
Mao se distinguió, durante sus campañas políticas, por sus “cuotas de ejecuciones”. Habiendo encontrado, por ejemplo, que el 10% de los cuadros del partido eran “derechistas” y buscaban socavar al régimen, arrestaron y ejecutaron a todos los cuadros necesarios para lograr ese porcentaje.
En 1959, Mao puso en marcha una política económica, El Gran Salto Adelante, con el fin de “superar al Reino Unido”, en quince años. Lejos de provocar una era de abundancia, este gran esfuerzo de colectivización e industrialización dio lugar a la pérdida de cosechas que condujo a una hambruna histórica, que los expertos dicen provocó de 30 a 45 millones de muertes.
El Gran Salto Adelante empujó al pueblo chino a la barbarie. En Liuyang, por ejemplo, en la provincia de Hunan, trescientos hombres y mujeres trabajaban sin camisa en la nieve; uno de cada siete hombres murió…la gente trabajaba como esclava durante horas con el estómago vacío. Para sobrevivir, desenterraban las raíces de las plantas, se tragaron su propio cinturón y, en casos extremos, cadáveres.
“La historia nos juzgará a ti y a mí”, dijo Liu Shaoqi a Mao Zedong en julio de 1962, era entonces el número dos del régimen. “¡Incluso el canibalismo aparecerá en los libros!”
Mao le guardó rencor a Liu por su postura crítica con respecto a El Gran Salto Adelante. Liu Shaoqi fue detenido un año después del inicio de la Revolución Cultural (1966-1977), una campaña política destinada a restablecer el dañado prestigio de Mao, y al mismo tiempo se erradicaron los valores chinos y la cultura tradicional.
Lo golpearon durante las asambleas de denuncia ante el pueblo, se le negaron los medicamentos, aunque tenía diabetes y neumonía. Jiang Qing, la cuarta esposa de Mao, hambrienta de poder, le permitió más tarde recibir tratamiento. Ella quería mantenerlo con vida para tener un blanco político que atacar en el crucial IX Congreso del PCCh (1969). Un mes después del Congreso, Liu Shaoqi, el que sucedería a Mao Zedong como presidente de la República Popular China, murió debido a la falta de higiene y de enfermedad, atado a una cama en custodia.
“Veinte años de paz”
Deng Xiaoping había tratado de revertir las políticas económicas devastadoras de Mao promoviendo “la reforma y la apertura”. Sin embargo, sus ajustes dejaban intacta la razón de ser del partido comunista, lo que comprendieron los estudiantes chinos y el mundo, el 4 de junio de 1989.
Desde el 17 de abril de ese año, estudiantes de todo el país se reunieron en la Plaza de Tiananmen después de la muerte de Hu Yaobang, el reformista ex secretario general del partido.
Los manifestantes, que sumaron un millón en el momento culminante, exigieron un gobierno más honesto, más democrático, así como también la libertad de prensa y de expresión. La protesta atrajo la atención internacional porque muchos periodistas occidentales se encontraban en Pekín por la visita del jefe de estado soviético Mikhail Gorbachov.
El secretario general del partido, Zhao Ziyang, simpatizó con los estudiantes y consideró algunas de sus demandas, como, por ejemplo, el deseo de poner freno a la burocracia corrupta. Sin embargo, el líder supremo, Deng Xiaoping y otros partidarios de la línea dura del partido entraron en el juego de la supervivencia política.
En la noche del 3 de junio hasta las primeras horas del 4 de junio, el Ejército Popular de Liberación entró en la capital para abrir fuego contra los estudiantes.
El corresponsal estadounidense, Scott Savitt, vio como los soldados disparaban contra la multitud que lo rodeaba. En su libro, Crashing the Party: An American Reporter in China, Savitt recuerda el momento cuando se puso en contacto con su oficina para informar de una ejecución:
“Dave, dije, cuando escuché la voz de mi jefe, disparan contra la multitud y un chico está muerto.
-¿Cómo sabes que está muerto?
-Por los trozos de cerebro que salpicaron el pavimento.”
La Cruz Roja China y el embajador de Suiza, los dos en el lugar, calcularon que esa noche, el ejército asesinó a 2600 o 2700 personas.
Después de la matanza, Zhao Ziyang, fue purgado y puesto bajo arresto domiciliario hasta su muerte en 2005. Para reemplazarlo, Deng piensa en Jiang Zemin, exalcalde de Shanghái, que cerró una publicación liberal de buena reputación en la misma ciudad y fue hostil con los manifestantes.
Tráfico de órganos
Diez años después de Tiananmen, Jiang Zemin decidió suprimir una de las mayores comunidades espirituales del país, que parecía ser más popular que el Partido Comunista Chino.
“Nosotros, miembros del partido comunista, armados con el marxismo y nuestra creencia en el materialismo y el ateísmo, no podemos derrotar a Falun Gong. Si ese fuera el caso, ¿no sería una broma?” Jiang escribió en una carta febril al Politburó la noche del 25 de abril de 1999.
Ese mismo día, alrededor de diez mil practicantes de Falun Gong, se reunieron en Pekín para pedir a las autoridades centrales que liberaran a 45 practicantes golpeados y detenidos en la ciudad vecina de Tianjin. Aunque los peticionarios estaban en silencio a lo largo de las aceras cercanas a Zhongnanhai, recogieron la basura y colillas de la policía antes de irse, Jiang consideró que esta petición pacífica constituyó “el más grave incidente político” desde el 4 de junio de 1989.
El 20 de julio de 1999, ordenó la erradicación de la disciplina espiritual de Falun Gong. Durante la noche, de 70 a 100 millones de simples ciudadanos chinos, que meditaban en los parques, y seguían las enseñanzas de “Verdad, Benevolencia y Tolerancia”, se enfrentaron a una campaña política de tipo maoísta extremadamente violenta.
Con la persecución de Jiang Zemin, que persiste hasta el día de hoy, se han reportado más de 4, 000 practicantes torturados o golpeados hasta morir, de acuerdo con cifras incompletas de Minghui.org, el sitio de información que sigue los acontecimientos. La cantidad real de víctimas es mucho mayor.
De acuerdo con observadores, el gobierno chino ha obtenido grandes beneficios gracias a la extirpación forzada de órganos de los practicantes de Falun Gong, secuestrados en los centros de detención. Los practicantes, aún con vida, mueren durante la operación. De acuerdo con las conclusiones del abogado canadiense, David Matas, el ex miembro del Parlamento de Canadá, David Kilgour y el periodista estadounidense, Ethan Gutmann, los médicos han asesinado de esta manera a cientos de miles de personas.
Se estima que el comunismo ha asesinado al menos a 100 millones de personas, aunque no se han identificado sus crímenes y esta ideología aún persiste. Epoch Times se da a la tarea de exponer la historia y las creencias de esta doctrina, que ha servido de base a la tiranía y la destrucción desde su aparición.
Traducido del inglés al español por: Lucía Aragón
Fuente: China’s Butchers-in-Chief : Mao Zedong, Deng Xiaoping, and Jiang Zemin