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Año tras año el mundo occidental celebra la Navidad, bajo la excusa del nacimiento de de Jesucristo, un personaje de la invención de los romanos en plena decadencia de su imperio y de más que dudosa existencia
Jesucristo, al que atribuyen una gran inteligencia, incluso sabiduría, no dejó nada escrito, los anales de roma que plasmaban los historiadores de la época no saben nada de él y nadie le conoció en persona.
Los primeros escritos de los cristianos son publicados 250 años después del supuesto nacimiento del personaje elevado a la categoría de hijo del dios de los judíos, el de Abrahán.
400 años después Mahoma repetiría la historia autoproclamándose el elegido del dios de Abrahán.
Ni uno ni otro terminaron con las guerras y lejos de ellas fueron la escusa para nuevas guerras y la represión de sus adversarios religiosos.
Han pasado más de 2.000 años y la guerra, el hambre y la explotación de los trabajadores, sigue siendo la constante en un mundo inmensamente rico y altamente desarrollado.
El coro de los intelectuales ha dejado de cantar clamando justicia, esa que reclamaba el poema de Gilgamesh en los inicios de la escritura cuneiforme del Creciente Fértil, donde los judíos siguen hostigando a los palestinos en su empreño por despojarlos de sus tierras.
Huérfanos de Grabriel Celaya, el que maldijo “la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentiende y evaden” hemos descubierto en Uruguay a la poetisa Beatriz Ojeda que ha revolucionado las redes con su reciente poema ¿Qué celebramos?
Se celebra la orgía del consumismo y la presunción de la riqueza
¿Qué se celebra?
Que matan más mujeres cada día
que ignoran los derechos a la vida
que el pobre come estiércol
que el rico se divierte en sus salones
con sabor a champagne y a caviar negro.
La injusticia va trepada en su caballo
recorriendo los pueblos impedidos
sin libros sin amor ni agua bendita.
El mal tiene corona de Rey Mago
se asienta en el umbral de los aciagos
y rompe los pedazos de esperanza
de aquellos que trabajan a destajo.
¡Cuánta tristeza inundando la calle del calvario!
Cuánto sabor a villano enriquecido
con el trabajo de los niños excluidos.
Sabor a hiel
a despojo
a odio desatado
a miel hervida en ritual caustico.
Nada podemos esperar de los consagrados por las editoriales, pero sí de una nueva generación de poetas que sigue los pasos de Beatriz Ojeda, convertida en el ejemplo de la nueva poesía latinoamericana independiente y liberada del pesebre del poder de gobiernos y partidos.
No hay nada que celebrar cuando se trata de incrementar el consumismo con la escusa de la reconciliación de los que se odian a muerte, con la escusa de abrazar al vecino denostado, al que se critica constantemente, al que se envidia, al que se desprecia a la que se maltrata constantemente… no hay nada que celebrar.
Hay mucho que reflexionar en estos días.
@ordosgonzalo
gonzalo alvarez-lago garcia-teixeiro