¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Redacción Sociedad escriba una noticia?
Atentado suicida contra el principal partido islamista de Pakistán, ataque sangriento contra la minoría chií y una bomba contra militares: Quetta, la capital de la inestable provincia de Baluchistán, ha vivido este jueves una jornada especialmente violenta, con 11 muertos y decenas de heridos.
Por la mañana, dos hombres han abierto fuego contra un autobús en el que viajaban chiíes de la minoría étnica hazara, matando a ocho de ellos e hiriendo a otro. Un responsable de la policía local explicó a la AFP que la mayoría de las víctimas, que volvían de comprar verduras en un mercado local, habían muerto de un disparo en la cabeza.
Horas más tarde, una bomba lapa oculta en una moto explotaba al paso de un convoy de paramilitares, matando a dos de los ocupantes e hiriendo a una docena de personas, según las autoridades.
Y por la tarde, una bomba estallaba en medio de un mitin del Jamaat-e-Ulema-e-Islam (JUI-F), el principal partido islamista de Pakistán. "Ha sido un atentado suicida. Ha muerto una persona y hay al menos 17 heridos", declaró a la AFP el jefe de la policía local Abdul Razzaq Cheema.
El líder de la formación islamista, Fazlur Rehman, consideró que se trataba de un atentado contra su persona. "Estaba en un coche blindado, por eso sobreviví", declaró Rehman al canal de televisión Geo. "Hay sangre y carne humana en mi coche", aseguró.
De confirmarse que el dirigente era el objetivo, se trataría del tercer atentado contra Rehman en los últimos tres años. En mayo pasado, más de 20 personas murieron y otras 60 resultaron heridas en el atentado perpetrado por talibanes en otro mitin del JUI-F.
Baluchistán vive frecuentes ataques contra las fuerzas de seguridad y contra la minoría chií, que representa en torno al 20% de la población de Pakistán, un país de 180 millones de habitantes.
El ataque de hoy podría marcar el inicio de un nuevo balance trágico: este fin de semana comienza el mes musulmán de Muharrán, en el que esta minoría celebra numerosas procesiones y se convierte en objetivo regular de ataques por parte de los fanáticos suníes.
En los últimos dos años, cerca de un millar de chiíes han sido asesinados en Pakistán, en particular los miembros de la etnia hazara, cuyos rasgos asiáticos los hacen más fácilmente reconocibles para los extremistas.
Un informe de la Comisión Pakistaní de Derechos Humanos (HRCP) publicado la semana pasada cifraba en 200.000 el número de hazaras que habían huido de Baluchistán en la última década.