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Aprovechando el desánimo y desaliento de la gente surgen todo tipo de oportunistas, vende-humos y también profesionales quizá inconscientes de que transmiten su mensaje de forma superficial o ligera. Pero ojo, no metamos al coaching o a todos los profesionales coaches en el mismo saco
Hoy me encuentro con otro artículo sobre Coaching en El País donde los comentarios me hacen preguntarme, una vez más, ¿por qué esta mala opinión pública cada vez que aparecen artículos sobre Coaching? ¿Es solo desconocimiento o hay algo más? Por otro lado, los comentarios, en realidad, ya no me sorprenden. ¿Por qué? Porque creo que se nos mete a todos los coaches en el mismo saco, lógico por otra parte: una de las características inherentes al ser humano es la necesidad de generalización, de clasificación. Si no fuera así, tanta información asimilada nos volvería locos.
Soy la primera detractora del pensamiento positivo porque sí y del Nuevo Pensamiento, la corriente que arrasa Estados Unidos desde El Secreto, aunque viene del siglo XIX, y que también ha llegado a España para quedarse. Así lo he manifestado en multitud de ocasiones, por ejemplo en mi último artículo llamado Emprendedor: Fracasa y serás Feliz, que escribí aquí para Globedia.
Aprovechando el desánimo y desaliento de la gente, que tiene su origen en el pesimismo generalizado al que nos ha llevado esta maldita crisis - por no decir los gobiernos que la han y están permitiendo -, surgen todo tipo de oportunistas, vende-humos y también profesionales quizá inconscientes de que transmiten su mensaje de forma superficial o ligera. En definitiva, gente que, con tres supuestos de la PNL y dos enseñanzas de inteligencia emocional aseguran que te pueden cambiar la vida. Con un discurso bucólico y pastoril captan la atención de personas que se ven en situaciones desaventajadas y que, de estar en mejor situación, seguramente sentirían insultada su inteligencia. Esa situación en la que se sienten descorazonados, esa posición de desventaja, influye tanto en nuestro ánimo que nos hacemos más vulnerables y por tanto más fáciles de manipular.
Pese a que tengo mis diferencias con cierto tipo de coaching, de formas de expresarlo y de formas de llevarlo a cabo, me veo en la obligación de defender mi profesión. Profesión que lo único, no poco, que pretende es ayudar a otras personas a que se den cuenta de que se puede cambiar y se puede mejorar y se puede observar la realidad desde multitud de perspectivas. No solo se puede: es altamente recomendable. Si no mejoramos y cambiamos y nos adaptamos, morimos. Esta, y no la de la varita mágica, es la base del Coaching, al menos de la clase de Coaching que yo practico, el Coaching para Emprendedores, el Coaching para hacer o mejorar tu web o negocio online y Coaching Personal.
Me desvinculo manifiestamente del Coaching que pretende hacer creer que se consiguen el cambio y la transformación personal, profesional y económica con solamente desearlo mucho.
Me desligo completamente de algunas “corrientes”, no sé de qué otra forma llamarlo, de Coaching que insisten en inocular en la población mensajes y afirmaciones y pensamiento positivo que no les pertenecen, que les son ajenos, que no forman parte de su particular idiosincrasia. Y es que el Coaching no trata de cambiar la esencia de la persona, sino eliminar sus bloqueos para que avance.
Y reniego particularmente del Coaching, o mejor dicho de algunos coaches, que parece que viven en un planeta que no es el nuestro; que mantienen que absolutamente todo el mundo puede conseguir todo lo que se proponga. Y si no, que se lo digan a los miles de inmigrantes que intentan saltar las concertinas en la frontera de Melilla. Inmigrantes que no llegan a serlo porque, aunque pisan suelo español, por más que el gobierno lo niegue, son devueltos como si de paquetes de correos se tratase. Ah, pero un coach de éstos les diría: “No te preocupes, vuelve a intentarlo. Mil veces si hace falta”. Ya. Quizá si las heridas de las concertinas y del corazón no fuesen un impedimento. Así, quizá sin querer, quizá queriendo, se van fomentando axiomas potencialmente dañinos, más que beneficiosos, como que si quieres puedes, el fracaso es positivo, o tú creas lo que crees, sin profundizar en lo que esos supuestos significan. Como si el simple hecho de decirlas 10 veces todas las mañanas fuese a cambiar algo. Esto es lo que me preocupa.
Un ejemplo un tanto peculiar, el anterior, y bastante improbable; que un coach tuviese siquiera un intercambio de palabras con uno de estos potenciales inmigrantes, no se nos da la oportunidad. Lo sé. Pero es que en Coaching usamos metáforas para estimular tomas de conciencia. Así que, a ver si algún coach de estos interplanetarios puede también darse cuenta, tomar conciencia, de que las cosas no son tan simples ni tan justas para todos.
Hay quienes están tan inmersos en una situación precaria, que les resulta prácticamente imposible observarla desde otra perspectiva. Hay quienes prefieren malo conocido que bueno por conocer. Hay quienes tienen grandes deseos de cambiar, de progresar, de salir de una situación desfavorable, pero desconocen técnicas para hacerlo por sí mismos o carecen de los recursos para acudir a nosotros. Así que abandonemos de una vez por todas, o al menos maticemos, el ya manido discurso de “todo el mundo puede ser la mejor versión de sí mismo”.
"...abandonemos de una vez por todas, o al menos maticemos, el ya manido discurso de que todo el mundo puede ser la mejor versión de sí mismo”
Claro que sí, por poder, por ser capaces, sí lo somos. Pero antes es necesaria la confluencia de varios elementos a los que no todo el mundo tiene “acceso”:
Elementos diversos como el “darnos cuenta”, porque es necesario atravesar un punto de inflexión por el que no todos tenemos la oportunidad de, o estamos dispuestos a pasar, ya sea por educación, experiencias pasadas o plena convicción de que estamos bien como estamos.
O como el “estar dispuestos a desaprender” ni “a cuestionarnos de forma profunda a nosotros mismos”, porque desaprender y cuestionarnos a nosotros mismos da miedo; significa derrumbar los muros con los que hemos construido nuestra parcela del mundo y derrumbar significa tener que volver a construir. Un esfuerzo tremendo que no todo el mundo está dispuesto a realizar, máxime sabiendo que el resultado es incierto.
O como el “estar dispuestos a poner en marcha un proceso de cambio y un plan de acción”, porque eso nos obliga a despertar del letargo en el que posiblemente llevemos inmersos gran parte de nuestra vida, un letargo por otro lado tan cómodo, tan seguro, tan a salvo, que solamente alzar la mirada por encima del muro nos da pereza, por no decir temor.
Poner en marcha ese concepto de una nueva, mejorada, versión de mí, significa demasiado esfuerzo y trabajo y tiempo. Significa tener que firmar un compromiso conmigo misma que no sé si estoy dispuesta a adquirir. Significa hacerme yo la principal responsable de lo que ocurre en mi vida, o sea, no poder echar la culpa de lo que me pasa al gobierno, a la crisis, a mi pareja, a mi padre o a mi entorno. Muy difícil. Tendré que dejar de quejarme. Y entonces, si ya no me puedo ni quejar, ¿qué me queda?
Luego está mi capacidad de esfuerzo y de trabajo en pos de lo que quiero, de llevar a cabo ese plan de acción. No todo el mundo está dispuesto a ciertas renuncias y a ciertas exigencias. Lo que sí, creo que todos sabemos, es que todo lo que merece mucho la pena, lleva implícito mucho esfuerzo.
Así que sí, estoy segura de que muchos coaches estarán de acuerdo en que tenemos que ser más realistas y a la vez más responsables para con nuestra profesión, que nuestro mensaje es demasiado complejo como para decirlo de forma ligera mediante tres frases positivas o unas citas de Lao Tzé, Gandhi, Einstein o Steve Jobs, que eso no es el Coaching. Ni el Coaching hace milagros, como ya decía hace tiempo en mi vídeo del mismo nombre. No; el Coaching no es una varita mágica ni hace milagros. El Coaching no es el responsable de cambiarte la vida. Es una herramienta para que tú cambies tu vida, pero no sin esfuerzo ni compromiso. El Coaching no es “citar las cuatro mismas citas que cita la mayoría” o escribir un e-book, tan de moda últimamente, con cuatro “fórmulas para el éxito” y quedarse tan ancho. Y quien se dé por aludido, hágaselo mirar.
Y, por supuesto, que todos podemos, tenemos la capacidad innata y exclusiva del ser humano de cambiar y avanzar y buscar lo mejor tanto fuera como dentro de nosotros, eso seguro, pero opciones y deseo, unos más que otros.
Crédito Imagen | imgarcade.com