Habíamos bajado los brazos... o casi. Cucho no dejaba de ladrar en solitario. Nos hablaron de intentar con la comunicación animal, es decir, intentar comunicarnos directamente con nuestra mascota, o mas bien por intermedio del profesional. Probemos, dijimos. Cualquier cosa iba a ser mejor que la medicación.

Lazos más profundos estaban en juego. No esperábamos este desenlace

Atrás habían quedado los ejercicios de adiestramiento canino basados en recompensas por repetición de acciones, suyas y nuestras, sonidos de relajación para perros en YouTube, aromas, juguetes y un largo etcétera. Hoy, a un año de la experiencia, nos vamos tranquilos. Dejamos nuestro hogar sabiendo que él nos va a esperar relajado hasta el encuentro a la tarde.

Ahora lo sabe.

Lazos más profundos estaban en juego. No esperábamos este desenlace.