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Si algo caracterizaba a la masonería, era su criterio de selección, lo que hacía de esta organización semi-clandestina una máquina eficiente a la hora de influir en la transformación de la sociedad
Para entrar en una Logia, era necesario pasar por un largo proceso iniciático, un proceso de maduración marcado por el simbolismo y el aprendizaje, hasta alcanzar el grado de “hermano” y posteriormente, si era posible llegar al grado de “maestro”, de lo cual ya hemos tratado en varios artículos anteriores.
Su papel en la transformación de la historia es indiscutible, sin su accionar no hubieran sido posibles muchos de los procesos históricos que transformaron al mundo.
Así se entiende que grandes personajes de la historia, como Voltaire, Benjamin Franklin, Simón Bolívar, Napoleón Bonaparte, Mozart, George Washington, Mario Moreno, Ortega y Gasset... formaran parte de la masonería.
A muchos de los desestimados durante este proceso iniciático, les ha producido una reacción de rechazo y odio al verse despreciados por la organización.
Uno de los casos más sonoros fue el de Francisco Franco, al que se le negó la posibilidad de entrar en la masonería española, lo que le llevó a odiar y difamar constantemente a la masonería.
Otros muchos, infiltraron la masonería para ponerla a su servicio, para desprestigiarla y aniquilarla, son de sobra conocidos.
Otra organización que contaba en sus primeros tiempos con un cierto criterio de selección eran los Partidos Comunistas, en los que había dos niveles de organización: los militantes y los seguidores o adherentes del partido.
Los militantes eran los responsables de las células y los seguidores componían la célula, normalmente formada por 5 miembros, un responsable y cuatro seguidores.
Este criterio y estructura no era igual en todos los partidos comunistas y en muchos de ellos o no existía o se usaba otro, en función de cada país y si el partido era clandestino, legalizado o consentido.
Pero en todo caso siempre había un criterio mínimo de selectividad y un proceso iniciático para conocer el lenguaje común de la organización, algo que muchos nunca llegaron a alcanzar ni entender.
El hombre ha de ser universalmente formado y universalmente capacitado
Así se entiende el odio visceral de algunos elementos que hoy militan en la extrema derecha y que dicen haber militado en la izquierda revolucionaria cuando eran jóvenes.
Lo que no dicen es que fueron rechazados durante el proceso de selección o que nunca llegaron a entender dónde se habían metido.
Dicho todo esto, resulta más fácil comprender a los partidos de nuestros días, carentes de criterio de selección y formación de su militancia, ya no hablemos de proceso iniciático.
Hoy la cosa pasa por ser popular y a ser posible un “influencer” en las redes, montar “muchos pollos” a los del partido contrario al que se quiere ir a trepar y ya no digamos si eres estrella mediática o presentador de TV.
Encabezar una lista electoral es tan fácil como tener un amiguete en el Comité de Dirección del partido, no existe criterio de selección.
Por eso cuando se publica en la prensa, que el Partido Comunista de China no crece, alguien miente, porque lo que sucede realmente es que los criterios de selección para entrar en el partido son cada vez más rigurosos.
El cuerpo de Jóvenes Pioneros de China (una especie de Boy Scouts) cuenta con 130 millones de afiliados, la Liga de la Juventud Comunista de China, cuenta con 85 millones de afiliados y el Partido Comunista de China con cerca de 90 millones de militantes.
El Partido rechaza 10 de cada 11 solicitudes a pesar de la continua demanda de afiliación después de un largo proceso de formación.
Así se entiende la eficacia de una nación gobernada por un solo partido basado en la formación y la selección de lo mejor de sus ciudadanos inculcando amor por la nación, por la ciencia, por el trabajo y por la propiedad pública.
@ordosgonzalo
gonzalo alvarez-lago garcia-teixeiro