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Lo dijo Platón. Vivimos en una caverna. También Elon Musk. Estamos presos en una fantasía virtual como en la película Matrix
En realidad sabemos muy poco del mundo que nos rodea, algunos autores apuntan a que puede ser creado por nuestro propio cerebro, es decir, que la realidad se construye en base a que nuestras neuronas presentan argumentos al cerebro que se fundamentan en ciertas características que detectan en el mundo exterior.
Entonces, podemos preguntarnos, ¿existe el mundo tal cual lo percibimos nosotros? Veamos un ejemplo, la realidad de una rosa, ¿existe de verdad, independientemente de que alguien la esté mirando? Una pregunta que desafía el ingenio, sin duda. Quizás afirmar qué es algo es un atrevimiento más que un conocimiento, pues es osado decir esto es tal o cual cosa.
Lo cierto es que solo ahora comenzamos a intuir que el mundo que nos rodea está creado por nuestro propio cerebro, por lo que la realidad que conocemos se sustenta en la subjetividad de cada uno. Simples argumentos con los que el cerebro construye una hipótesis sobre lo percibido.
¿Cómo se confecciona entonces esa realidad sensorial en nuestro cerebro? Los científicos afirman con total rotundidad que, la retina detecta millones de puntos de contraste, luces y sombras, y son las redes neuronales de la corteza cerebral las encargadas de construir las líneas posibles del espacio para darles una orientación adecuada. De esta forma el cerebro dibuja los rudimentos de las figuras vistas.
Hay en nosotros un mecanismo cerebral que nos impide captar la realidad con objetividad
Y es así como el cerebro construye las formas de un perro, un caballo o una flor en función a una realidad que desconocemos. Lo que hay real fuera, solo lo es en tanto que está siendo construido por un cerebro que contiene unos códigos de procesamiento de la información sensorial.
Y esto sucede con el color o hasta con el movimiento de lo que se ve. Además, cuando la información sensorial entra en el sistema límbico, ésta adquiere tono emocional, significado de placer, dolor o castigo, de bueno o malo.
¿Podemos afirmar entonces que es irreal lo que vemos? No, porque la realidad colectiva sí que es objetiva, compartida por todos, factible de análisis. Evidentemente, nuestro conocimiento no es absoluto, ya que nada lo es. Simplemente, nuestro conocimiento es producto de la evolución.
Pero, no obstante, siempre quedará la duda, ya que si la realidad que vemos es construida por el cerebro, de acuerdo a los códigos de procesamiento neuronal que posee, ¿ve nuestra mascota, perro, gato, pez de colores, cobaya o la que tengamos lo mismo que nosotros? O mejor aún, ¿podría un ser ajeno a la Tierra que la visitase, con su cerebro altamente complejo y con códigos diferentes ver la misma realidad que vemos los seres humanos? Yo creo que no. Está claro que no vemos, y por consiguiente no sabemos qué hay fuera en realidad.
A lo peor esto es matrix, y vivimos en un mundo gris, sin colores ni formas, ni movimientos, ni sonidos, ni sabores u olores. Sin emociones verdaderas, sin bueno ni malo. A lo peor no somos nada.