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Otros lo han visto con claridad y nosotros permanecemos en la ingenuidad creyéndonos ¡inteligentes!
Estupidez: torpeza notable en comprender las cosas. Dicho o hecho propio de un estúpido; Estúpido: Necio, falto de inteligencia. DRAE.
El domingo en una de las amables lecturas que me permito, de vez en cuando, acerca de la inteligencia, el articulista mencionaba dos autores a los que yo desconocía.
Curiosa, como siempre, comencé a investigar sobre ellos, uno me sedujo instantáneamente, erudito, profundo, de fácil lectura, el español José Antonio Marina Torres, filósofo y floricultor, que además es muchísimas otras cosas más rimbombantes que pierden importancia ante estas dos que son toda una definición como persona. ¡Si hasta en la foto me cae bien este hombre!En su ensayo, que devoré con fruición, “La inteligencia fracasada. Teoría y práctica de la estupidez”, habla sobre las emociones, los fracasos, las malas elecciones y nos va llevando desde las distintas culturas, de la niñez a la madurez, de la individualidad a la comunidad, en un bote sobre un manso lago.
Y nos dice cosas duras, pero tan suavemente, que después de leerlo una se pregunta ¡pero! ¿es que yo viví en el subte todos estos años?
La conclusión a la que llega este preclaro es concisa “La inteligencia no trata de resolver problemas sino de plantearlos. Una meta equivocada, falsa o mala pervierte todos los razonamientos que conducen a ella. Principio de la Jerarquía de Metas: Los pensamientos que son en sí inteligentes pueden resultar estúpidos si la meta es estúpida”
“Como seres sociales que somos, nos vemos continuamente influenciados por los pensamientos y acciones de los demás, tanto a nivel familiar como a nivel de nación. Se hace un repaso a cómo la historia está atestada de ejemplos de estupidez global, como la Roma de Nerón, la iglesia de los Borgia, el militarismo francés de Napoleón o la locura homicida del Tercer Reich. La estupidez en sociedad se puede englobar como una extensión de los fracasos englobados en los capítulos previos (los individuales en sus distintas categorías), pero ejercidos en colectividad.” El subrayado es mío.
Muy interesante ¿verdad? Pero esto no es el principio, no señor. La seducción me perdió, como a toda mujer.
Más claramente habla sobre la ESTUPIDEZ, Carlo Cipolla, historiador y economista, nacido en Pavía, Italia, 1922-2000, en su libro “Allegro ma non troppo”, traducido al castellano como “Las leyes fundamentales de la estupidez humana”. Y he aquí el gran hallazgo, CIPOLLA DICE:
Luego separa a los seres humanos en cuatro categorías, incautos, inteligentes, malvados y estúpidos.
Un incauto es aquél que realiza una acción que resulta una pérdida para él y una ganancia para nosotros.
..absurdas criaturas que en los momentos más inauditos causan daños, frustraciones y dificultades, sin ganar absolutamente nada con su accionar. Nada lo explica, tan sólo su estupidez
El Inteligente, acciona y ambas partes obtienen provecho. Los inteligentes pueden también ser incautos o malvados.
Los malvados son aquellos que consiguen lo que quieren perjudicando a los otros, en este ítem también hay matices.
Finalmente están los estúpidos, en palabras de CIPOLLA, absurdas criaturas que en los momentos más inauditos causan daños, frustraciones y dificultades, sin ganar absolutamente nada con su accionar. Nada lo explica, tan sólo su estupidez.
El gran problema radica en que estas criaturas humanas pueden llegar a ocasionar perjuicios terribles a sociedades enteras, conforme el lugar que puedan llegar a ocupar en la comunidad.
Su peligrosidad se potencia dado que a las personas racionales les cuesta entender un comportamiento estúpido, porque su conducta no se ajusta a las reglas de la razón, no tiene siquiera estructura, es errático.
Para peor de males, el inteligente, sabe que lo es, al igual que el malvado, pero el estúpido ¡no!, lo que hace imprevisible su accionar para cualquier ser racional, pues con la mejor sonrisa puede ocasionarnos el peor de los desastres.
Cipolla nos cuenta que hizo descubrimientos asombrosos, encontrando porcentajes insólitos de estúpidos en toda clase de personas, desde los analfabetos, pasando por los políticos y llegando a los premios Nobel, ¡los porcentajes se mantenían estables aún cuando se cambiara de franja!
Sus conclusiones son devastadoras: tanto en las sociedades en ascenso, como en las en decadencia el porcentaje de estúpidos es el mismo, la única diferencia radica en que en estos últimos entre los individuos que están en el poder, hay una mayor y alarmante cantidad de malvados con un elevado porcentaje de estupidez y entre los gobernados, un lamentable crecimiento en el número de incautos.
El gran problema radica en que estas criaturas humanas pueden llegar a ocasionar daños terribles a sociedades enteras, conforme el lugar que pueda llegar a ocupar en la comunidad