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Un reciente informe sobre la empleabilidad de las y los universitarios españoles, muestra que la mayoría de ellos, al menos en los primeros años en el mercado laboral, suelen estar abonados a la precariedad y a empleos por debajo de la preparación que les han dado sus estudios universitarios
Las cifras cantan: el 30% de los titulados universitarios en universidades españolas no encuentra trabajo ni cuatro años después de graduarse.
Del mismo modo, España es uno de los países donde más difícil es encontrar trabajo para los titulados superiores, muchos de los cuales tienen que aceptar trabajos que no se corresponden con su formación.
Con los datos en la mano, la época en que tener un título universitario era sinónimo de tener la vida resuelta ya no se corresponde con la realidad.
El 30% no encuentra trabajos acordes con su formación
Con los datos recabados en 2018 sobre la correlación entre titulación universitaria y empleo, se desprende que el 27, 7% de los universitarios que egresaron de la universidad en el 2014 no han logrado un trabajo acorde a su formación.
El estudio ha sido elaborado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y lleva por título Inserción laboral de los egresados universitarios.
España se ha convertido en uno de los países europeos donde tener una formación superior no es una «vacuna» para no tener que aceptar trabajos de baja cualificación y bajos salarios.
Una tendencia que ya se adivinaba hace 15 años
Ya en el 2004, un informe encargado por la Unión Europea, y que llevaba el nombre de The Flexible Professional in de Knowledge Society ya mostraba esa tendencia en algunos países del club, en especial en España.
El que muchos universitarios no encuentren un empleo acorde con su formación es producto de tipo de tejido empresarial que hay en España.
Mientras que la gran empresa si se puede permitir «pagar» el talento y adjudicar a sus trabajadores universitarios una remuneración acorde con su formación, las PYMES no pueden invertir en investigación ni en grandes remuneraciones.
Y hoy por hoy, España sigue siendo un país en que la mayor parte del tejido productivo está formado por pequeña y mediana empresa.
Mientras tanto la media europea de titulados universitarios que ocupan puestos de trabajo de menor cualificación que su formación alcanza solo al 23, 2%, por lo que el desempeño de las políticas activas en España debiera de mejorar.
Un mercado de trabajo que no funciona bien
A un mercado laboral distorsionado cabe achacar que en España muchos universitarios no logren trabajar en lo que se han formado.
Sin embargo, la formación que se imparte en España, sobre todo en el ciclo universitario, no desmerece en nada a la que logran el resto de los universitarios de los países europeos de nuestro entorno.
Dicho de otro modo: las universidades españolas poco tienen que envidiar a las de los países de nuestro entorno, siendo unas universidades de calidad y con una formación competitiva.
De mala calidad, pero trabajo, al fin y al cabo
Otros datos que se pueden encontrar en Inserción laboral de los egresados universitarios es que el 72, 3% de los universitarios que egresaron en el año 2014, están trabajando, aunque en muchos casos es un empleo precario y no acorde con su formación.
Otra de las tendencias, en consonancia con la cultura laboral de nuestro país, es que solo el 7% de los universitarios que se titularon en el año 2014 ha decidido emprender y tributar en el régimen de autónomos.
Mientras que en el primer año después de haber obtenido el grado, solo el 47% de los graduados han encontrado un trabajo, porcentaje que sube al 72, 3% en el segundo año.
De cualquier modo, a la hora de encontrar trabajo entre los graduados, afortunadamente casi no existe la brecha de género: mientras el 72% de ellos están trabajando, el 71, 9 de ellas también.
La empleabilidad en dependencia directa del área de formación
Como ya lleva siendo un «clásico», los grados de «ciencias» son los que mayor empleabilidad encuentran, siendo liderado por Medicina, Óptica y optometría, y las ingenierías, destacando sobre todo la eléctrica y la informática.
Una vez que los profesionales «desembarcan» en el mercado laboral, ellas arrastran una mayor precariedad y peores sueldos, inclusive cuando la o el candidato al trabajo tenga igual formaci
Sin embargo, las titulaciones universitarias con menor empleabilidad son Bellas Artes, Lenguas modernas y aplicadas, Historia e Historia del Arte.
Sin embargo, y hasta cierto punto, el dato de los titulados que no encuentran ocupación después de haberse graduado, no es todo lo «fino» que debiera, ya que son muchos los graduados que tras finalizar sus estudios de segundo ciclo, opta por estudiar un máster o bien realizar el doctorado.
Las oposiciones siempre están ahí
Y más ahora, en que se están celebrando las oposiciones más cuantiosas de todas las que se han llevado a cabo en democracia. Son muchos los graduados, que después de trabajar en la empresa privada, optan por el empleo público.
Muchos y muchas de los jóvenes egresados se han cansado del trabajo precario y de ir encadenando contratos en los cuales no se valora su formación, por lo que siempre queda el recurso de trabajar para el Estado.
Inclusive, en las profesiones relacionadas con ciencias de la salud, donde las perspectivas laborales son altas, dado que los sueldos son acordes con la formación, la rotación laboral es alta, y no es extraño el hospital que contrata a médicos y enfermeras por periodos, prorrogables, de pocos días.
Ingenierías, no solo para superdotados
El informe, que no solo se ocupa de magnitudes, también hace caer un falso mito: las ingenierías están solo al alcance de superdotados, con unos grandes conocimientos – adquiridos en su época preuniversitaria – de matemáticas, física y dibujo.
Otro tópico que cae por su propio peso es que, para acceder a las carreras técnicas, que a priori tienen mayor empleabilidad, hay una enorme competencia entre los estudiantes preuniversitarios, competencia que comenzaría poco más o menos en el jardín de infancia.
Las titulaciones técnicas, en solo una década – desde 2008 a 2018 – han visto como 74.000 alumnos optaban por otro tipo de estudios universitarios.
De hecho, esta falta de «vocaciones» está haciendo que muchos politécnicos, como la Universidad Politécnica de Valencia organicen durante todo el año cursos, orientados a alumnos desde tres a catorce años, sobre áreas técnicas: robótica, arquitectura o física.
Ese tipo de iniciativas también se desarrollan en la Universidad del País Vasco, donde la decana, Nekane Balluerka, se tiene como objetivo que aumente el número de mujeres que se matriculan en grados técnicos.
Brecha de género en lo que tiene que ver con contratación
El alumno universitario tiene rostro de mujer, ya que el 55, 1% de los estudiantes universitarios en los últimos diez años son de género femenino, y casi siempre sacan mejores notas que sus pares masculinos.
A pesar de ello, una vez que los profesionales «desembarcan» en el mercado laboral, ellas arrastran una mayor precariedad y peores sueldos, inclusive cuando la o el candidato a un puesto de trabajo tengan similar formación.
Inclusive, el informe también adivina una tendencia, conocida desde hace lustros por la comunidad universitaria, y es que los grados que tienen que ver con ciencia y tecnología son copados mayoritariamente por hombres, mientras que las mujeres optan por profesiones del ámbito de la salud o de la enseñanza.
De cualquier modo, y a pesar de los problemas – precariedad, empleos de menor cualificación – sigue siendo más fácil encontrar trabajo con un título universitario que sin él.
Fuente - EL PAÍS