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La vaguedad de las discusiones y la falta de propuestas e ideas reemplazadas por números y consignas, da cierto idea de estar protagonizando spots televisivos y obturan las cuestiones de fondo que desde estas líneas queremos resaltar. (publicada en www.almacenderastros.net)
El debate electoral de los principales candidatos a diputados nacionales de la Ciudad de Buenos Aires dejó distintos sabores según las preferencias de los medios y periodistas. Y, seguramente también, entre los televidentes. Sin embargo, más allá del detalle, la vaguedad de las discusiones y la falta de propuestas e ideas reemplazadas por números y consignas, da cierto idea de estar protagonizando spots televisivos y obturan las cuestiones de fondo que desde estas líneas queremos resaltar.
1. La derecha argentina se expresó en el debate en las voces de Michetti y Prat Gay que no lograron diferenciarse. Si bien esto tiene una lectura inmediata ligada a la impericia de Prat Gay para una discusión, por otro, muestra la profunda convergencia del pensamiento conservador. Ante una crisis de envergadura de la economía global nacida del Consenso de Washington y sus repercusiones en la producción y el desempleo, ambos sectores proponen medidas ligadas a la ingeniería financiera muy conocida y sufrida en nuestro país: ajuste en los gastos en Macri-Michetti (suspensión de las obras de extensión del subterráneo, decreto 493/09 de reducción de gestos que incluye la posibilidad de despedir personal contratado bajo la modalidad de locación de servicios y de obra) y prestamos del FMI reinstalando la posibilidad del organismo internacional de presionar para la implementación de políticas antipopulares, tal como lo ya hecho a lo largo de nuestra historia.
2. Macri expresó con crudeza la política que él propone: las privatizaciones de Aerolíneas Argentinas, de los fondos de los jubilados (hoy en manos de la administración estatal) y de Aguas Argentinas. Allí se entiende, entonces, la unidad demostrada entre el Pro, el Ari y el radicalismo en el Congreso Nacional donde acuerdan una agenda común. Ni Michetti, ni Prat Gay desmintieron la propuesta, sin lugar a dudas nos deja claro la confluencia en un ideario común.
3. Un lugar principal, en nuestro análisis, merecen las posiciones del llamado campo nacional popular transformador o de centro izquierda representado allí por Carlos Heller y Pino Solanas, dos personas con una conducta de resistencia al modelo neoliberal que nadie puede desconocer. Y es aquí donde queremos concentrarnos:
a) Las conductas de estos dos dirigentes son parte de un espacio político diverso y plural que a lo largo de más de una década han intentado por diversos caminos, con éxitos y errores, construir una alternativa a las políticas tradicionales, liberales, superando la clonación ideológica que tuvieron los dos grandes partidos: el PJ y la UCR. Con una coherencia importante en cuanto a las ideas, este espacio político viró desde posiciones claramente de resistencia a ensayar caminos hacia el gobierno que lo llevaron a aliarse con los partidos tradicionales y desdibujar allí el sentido primordial de sus programas de cambio. Más allá del cambio de siglas, incluso de una rotación desde donde se emite la opinión (oficialismo/oposición), algunos de los temas de su agenda de estos años se transformó en parte del sentido común mayoritario, en algunos casos en políticas estatales.
B) Su talón de Aquiles estuvo tanto en la falta de unidad como en la de perseverar en la construcción de un camino propio hacia el gobierno. Que de por sí, no reniega de las alianzas sino que las somete con realismo a un análisis de la correlación de fuerzas existentes y lo mejor para hacer avanzar el programa de cambio que pregonan.
La división -de la centroizquierda- le quitó un derecho a la ciudadanía que comparte estos planteos y deberían poder expresarse como una fuerza contundente..
C) Pino Solanas concentró su estrategia discursiva en una completa diferenciación del gobierno nacional pensando, seguramente, en restarle votos a la Coalición Cívica y a Ibarra presentándose como el mejor opositor desde la izquierda. Pero más allá de la justeza o no de la táctica, para un examen profundo deja la impronta del desinterés por los cambios sucedidos desde el 2003 a favor de los trabajadores, los desocupados, de la democracia y la justicia. Que ya no son un capital del gobierno actual, sino del conjunto de los argentinos. Defenderlos frente a los intentos de la restauración conservadora es una tarea de todos. Y no hay ingeniería de votos que nos disculpe de la tarea mayor.
D) Heller, por el contrario, trato de demostrar su defensa de las políticas llevadas a cabo por el gobierno nacional. También aquí, seguramente, además de las convicciones, hay un intento de llegar a quienes ven bien la gestión de Cristina Kirchner en la Ciudad (29, 5%) que no se refleja en su voto y se dispersa en todas las ofertas electorales porteñas. Presentada así su propuesta, perdió realidad al no dar cuenta de lo que se hizo mal, de la debilidad de la construcción de poder propio del proyecto, ya que es muy poco probable que se pueda profundizar un proyecto transformador con los segmentos de derecha del peronismo que actualmente están tomando más espacio dentro del poder oficial. Y en términos de la correlación de fuerzas, los sectores Kirchneristas que bregan por la profundización del proyecto se han visto debilitados, y en muchos casos los barones del conurbano sostienen abiertamente que “…si se quieren ir que se vayan…” argumentando que ya nadie los va a notar. En este marco de cambio de correlación de fuerza externa (por el crecimiento de la derecha liberal) e interna (por el peso de la derecha tradicional del peronismo), estos contendientes del debate, en realidad, deberían concebirse como aliados.
E) El oficialismo, con la idea del enfrentamiento entre dos proyectos, trata de recurrir al voto útil. Así Heller sostiene que ante la derrota electoral del gobierno, lo que viene es Macri y no Pino. Es una variante del voto útil. Pero miremos en profundidad. Si lo que está en juego es un proyecto político, y adherimos a esa idea, lo que se necesita es agrupar a las fuerzas que se identifiquen con él y no confrontarlas entre sí. A la vez, si salimos de los análisis tremendistas, el escenario posible después del 29 da como resultado una modificación de las fuerzas pero donde ninguna será neta triunfadora ni perdedora. Si las fuerzas alternativas como Pino y Sabatella crecen, también ayudarán al gobierno a renovar su proyecto original, tendrán mas fuerza en su interior quienes pregonan la necesidad de consolidar el rumbo, modificar las conductas erróneas y volver a proponer una estrategia frentista que no sea una réplica del hegemonismo del aparato.
F) Así también se podría leer que una derrota del Kirchnerismo que implicara, como quiere la derecha, su retirada, no fortalecería las posiciones de cambio de las propuestas alternativas. Una vuelta a las políticas de los 90 implicaría un retroceso cultural que nos costaría años revertir y que impactaría en la correlación de fuerzas populares lograda después de décadas de resistencia popular y cultural. No lo fue antes, ni lo es ahora, aquella idea destructiva de cuanto peor mejor. Mirado desde las fuerzas alternativas, el enemigo debe ser la derecha liberal y sus expresiones por fuera y por dentro del poder, y no Kirchner.
A manera de conclusión: las encuestas en la ciudad de Buenos Aires muestran con claridad que la oferta electoral tal como está no expresa la verdadera discusión y la bisagra que significará el 2011. No hay argumentos que expliquen con rigor porqué este espacio político va separado en cuatro. Las encuestas marcan (todas) que una parte importante de la ciudadanía (más del 30%) quiere expresarse por una ciudad con los valores de la Centroizquierda y poniéndole un freno al gobierno de Macri. Siempre habrá una razón de Estado para no unirse, siempre habrá una conducta del otro que no nos permita unirnos, siempre habrá una diferencia programática que nos separe. Siempre habrá un archivo que no resista. Pero la división le quito un derecho a la ciudadanía que comparte estos planteos y deberían poder expresarse como una fuerza contundente frente a la restauración conservadora ya ocurrida en la ciudad. Hay muchos que no queremos elegir entre Pino, Heller, Ibarra, y Polino, sino encontrarlos juntos diseñando futuro y no ajustando cuentas con el pasado y el rating.