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Después de años de trabajar en una repartición pública y no creer en los reclamos de la gente cuando hablaba de ‘burocracia’ hoy la sufro con sangre
BUROCRACIA: administración ineficiente a causa del papeleo, la rigidez y las formalidades superfluas. DRAE
Durante más de treinta años trabajé en uno de los tres poderes del Estado, eficaz y eficientemente. Eso me valió no pocas críticas, no pocos disgustos, no pocos desvelos.
La mayor parte del tiempo fui totalmente ajena a ello, no me daba cuenta, hacía mi trabajo, era feliz, lo amaba y como soy de las personas que creen que hacer lo correcto es simplemente algo natural, no le daba mérito alguno.
Recorrí todo el espinel de la grilla administrativa hasta llegar al cargo más alto de funcionaria, éste último creo que más que por mis méritos fue por un desliz del sistema, no salteé ninguno lo juro. Mientras tanto veía, como otros con buenos padrinos o simplemente por ser hombres avanzaban meteóricamente, con pocos conocimientos y muchísimo menos esfuerzo.
Tengo unos cuantos defectos, no pocos por supuesto, como todo el mundo, pero la envidia no cuenta entre ellos, siempre tan ocupada en mi propia excelencia, no puedo perder el tiempo mirando que obtienen otros o de que manera, sólo me dedico a tratar de alcanzar mis metas y en ello me va la vida.
Con conciencia y responsabilidad me preparé con un esmero digno de un budista, hice cursos, posgrados, maestrías, si en mis manos iba a estar el destino de otros, debía estar muy afiatada.
Y lo logré, les aseguro, que lo logré. Cuando llegó el momento fui ‘la mejor’, hoy puedo decirlo con orgullo y sin falsa modestia.
Lo que falta no son recursos, lo que falta es ganas de trabajar, sí, de TRABAJAR, lisa y llanamente
Eso fue el principio del fin. Osé remover el avispero. Y lo pagué duro, muy duro.
Parece ser que la burocracia no perdona, y si una le molesta en su letargo, tiene mecanismos preparados para escupirla del sistema. De un modo u otro la neutraliza.No voy a contar aquí las desventuras que me tocó vivir, no vienen al caso, lo que sí que fueron muchas y bastante fieras. Conclusión, me tuve que apartar.
De sencillo nada, era elegir, ataques de pánico, encierro, depresión… podría haber sido peor, un infarto, un accidente cerebro vascular, debería decir que en el fondo tuve suerte. Y no tuve más remedio que partir del lugar que tanto amé.
Hoy estoy del otro lado del mostrador, y lo que antes creía que era un reclamo injusto, lo padezco en carne propia.Trámites que se eternizan, impericia, ineficacia, ineptitud, falta de sentido común, la lista es interminable.
Cuando se habla de sistemas colapsados, realmente me enfermo, ¡me pongo verde! ¿De qué colapsos me hablan?
Lo que falta no son recursos, lo que falta es ganas de trabajar, sí, de TRABAJAR, lisa y llanamente.
¡Qué a mi no me vengan con cuentos! ¡Pues estuve en la cocina! Y conozco muy bien el paño…