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Todos los ciudadanos deberían conocer sus derechos, algunos gobiernos, aprobechando la falta de conocimiento de sus ciudadanos, cometen abusos de poder basandose en un falso estado de bienestar, donde ellos se autodefinen a si mismos, cómo los protectores del pueblo
Estado de derecho se podría definir cómo lo opuesto a la famosa frase de Luis XIV, "El Estado soy yo"Hasta aquí se tiene la idea de que un estado de derecho no es un sistema de gobierno en el que se depende de la voluntad de una persona o grupo de ellas que actúan de acuerdo a su capricho.
Estado de derecho es lo contrario a la imposición de la voluntad de una o más personas, contrario a la arbitrariedad potencial que existe en la centralización del poder gubernamental en unos pocos.
La mención de abusos, por su parte, implica la existencia de ciudadanos que poseen derechos —sólo podría abusarse de la persona si a ella se le reconocen derechos. Yendo aún más a fondo, debe concluirse que bajo esa mentalidad, la persona es reconocida como anterior al gobierno mismo —antes de la existencia del estado, existe la persona y ella tiene derechos que el gobierno reconoce y no debe violar. Si los derechos son respetados, se está en un estado de derecho, y viceversa.
Aunque obvio, debe señalarse un punto básico: los derechos son reconocidos por el gobierno, y no son creados por él; la diferencia es delicada y neurálgica. En un estado de derecho, la autoridad reconoce que las personas, sus ciudadanos, son seres libres, racionales y con potencial para tomar sus propias decisiones aceptando las consecuencias de sus actos. Un ser de ese calibre y con esas cualidades debe ser respetado, lo que en un estado de derecho se entiende como la imposibilidad de sufrir abusos de poder por parte de la autoridad.
El gran tema de un estado de derecho es el de evitar abusos de autoridad. Lograr eso es posible siguiendo el mecanismo de la democracia —la división del poder en las tres funciones de sobra conocidas, pero también su división federal y la realización de elecciones periódicas. Los pesos y contrapesos de un gobierno así son herramientas prácticas en contra de abusos posibles de un gobierno, una institución que por naturaleza acumula tal cantidad de poder que merece ser ampliamente vigilada y acotada.
Es otro punto sutil y escasamente expresado: los gobiernos por su esencia misma poseen un poder desmedido con respecto al de otras instituciones y por esta causa es que deben ser observados acuciosamente para impedir sus excesos. La consecuencia de un estado de derecho es amplísima y baña a toda la sociedad con un sentimiento de confianza —el ciudadano sentirá que no está sujeto a la veleidad, ni a la inconstancia de una autoridad poderosa que en cualquier momento puede afectarle negativamente.
Esta confianza es causa central de prosperidad general; es obvio que un estado de derecho es propicio al avance del bienestar de sus ciudadanos. Muy importante es la cualidad del estado de derecho que se expresa en su nombre: una nación gobernada por leyes que reconocen derechos personales y que son aplicadas a todos por igual.
Se trata de una nación de leyes y de instituciones cimentadas en los derechos de los ciudadanos —lo opuesto a la imposición unilateral de la voluntad de quien sea que ocupe los puestos gubernamentales. A esto debe añadirse que el estado de derecho es contrario a las esperanzas que en muchas ocasiones tienen los ciudadanos de encontrar al gobernante ideal que salve a la sociedad de todos sus problemas. Los gobernantes, se piensa en la idea del estado de derecho, son humanos y no superiores a otros.
Un estado de derecho, puede inferirse de lo anterior, es uno focalizado en la persona y coloca a los gobiernos al servicio de sus ciudadanos; una consideración no tan frecuentemente mencionada como debiera. Representa un cambio absoluto de mentalidad —el gobierno es entendido como una institución que sirve al ciudadano, lo contrario de las ideas anteriores de gobiernos sustentados en el derecho divino, el dominio militar, la voz del pueblo, la conciencia de clase, la superioridad racial o cualquier otro pretexto para imponer los dictados de la autoridad en la persona.
Un estado de derecho, por tanto, es contrario a las concepciones políticas sustentadas en la existencia de una ideología a implantarse desde arriba al estilo del fascismo o del comunismo, en los que una elite llega al poder y deja de servir al ciudadano para imponer su ideología. Yendo algo más a fondo: no se impone la utopía gubernamental, sino que se crean las circunstancias que hagan posible las utopias propias de cada ciudadano, decididas por él mismo.
Un obstaculo viejo del estado de derecho lo eran las monarquías basadas en el derecho divino que justificaba la aceptación obligatoria de los mandatos del rey. En los tiempos actuales, existe otro obstáculo similar para el estado de derecho —es el estado de bienestar y que, por definición, presupone que el ciudadano es incapaz de valerse por sí mismo: el gobierno toma a su cargo el cuidado del ciudadano desde que nace hasta que muere, con lo que asume un poder muy propenso a ser mal usado y excesivo.
El estado de derecho, por todo lo visto antes, parte obligadamente de una idea acerca de las personas como seres humanos dignos de respeto y capaces —todos, sin excepción, dignos de ese respeto que tiene como cimiento la aceptación de una serie de cualidades humanas, como raciocinio y libertad, que le hacen acreedor a derechos esenciales, derivados de esa naturaleza. Si no fuera así, un estado de derecho no tendría razón de existir y el totalitarismo sería perfectamente admisible.
La consecuencia es de largo alcance, pues aceptar esos derechos equivale a aceptar la existencia de valores absolutos y no relativos, como el respeto de la propiedad privada, de la libertad humana y notablemente de normas éticas absolutas que consideran el deber ser de un gobierno —muy bien resumido en la idea inicial de no cometer abusos de autoridad. De manera positiva, de acuerdo con eso, un estado de derecho es uno que facilita la acción humana, protegiendo a las personas y sus posesiones de ataques de terceros, incluyendo los del gobierno y dejando un amplio campo de libertad a los ciudadanos.
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