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De baja estatura y más bien cabezón, una mirada que infunde temor, sus brazos cortitos parecen estar permanentemente dando mensajes de señas a sus subditos, que no dudan en cumplirlas al momento, el solo pronunciar su nombre hace temblar al gobierno
¿De quien estamos hablando? de Duhalde el instigador, el mismo que fue capáz de poner en la cúpula del poder a Nestitor Kirchner, el bolivarence, el hombre que murió, quizás por solo escuchar el nombre de Duhalde, el instigador.
Hoy su conspiración no tiene límites, es capás de hacer una mueca como la señal del ancho de espada y promover una revuelta en cualquier punto del país.
Su risa puede significar alegría; pero para los más allegados significa: "Estamos condenados al éxito". Su abrazo con sus manos cortitas y tres palmadas en la espalda puede significar un saludo; pero para sus entendidos: "A este quiero que me lo entierren bien muerto"
El hombre parece buenito, pero cuando mira hacia arriba y se rasca la sien, significa: "Los de arriba van a caer" y cuando apunta con sus deditos hacia abajo como si estuviera sembrando semillas, quiere decir: El que puso dolares recibirá dólares, y el que puso dolores recibirá dolores"
Sus pasos cortitos parecen dirigirse decididos hacia la Rosada, por las dudas Cristina hizo sacar todos los árboles bonsái que haya en Olivos, para que el enano no se siente a la sombra.
Cuando señala con el dedito es cuando más hay que temer, porque sus aliados entienden lo siguiente: "Una se la perdonamos" "La segunda es gratis" "y a la tercera lo matamos"
El gobierno esta tan aterrorizado, que cada dos discursos, uno es para Duhalde, se comportan como el que camina solo de noche y a cada paso se da vuelta para ver si alguién lo sigue, y al ver que no hay nadie, por las dudas grita: "Estas allí, si te acercas grito y llamo a la policía" y luego sigue caminando.
El instigador está en las sombras, mueve perfectamente los hilos de la conspiración, a tal punto que el gobierno lucha contra su propio Bin Laden de las maquinaciones, el cual se esconde en los laberintos de Lomas de Zamora.
Hincha de Banfiel y capáz de decir: "Que Dios nos ayude" mientras en el fondo de su Inmobiliaria estudia las maquinaciones que van a efectuar para descalificar al gobierno, Cristina está tan nerviosa, que cuando se le ca un tenedor o se le rompe un plato dice: "Es Duhalde"
Lo peor fue en una reunión en Olivos, estaban Cristina y sus ministros, en eso alguien se tira un pedo silencioso, todos se miraron, Randasso miraba a Aníval y este se hacía el distraído pensando que era Garré, y en eso Cristina con tono imperativo dice: "ME PUEDEN DECIR¿ QUIEN FUEE?'" La respuesta no se hizo esperar: "Señora...son aires conspirativos"