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¿Por el calor otoñal? Y por el Ciclón, que arrancó soplando, pero NOB lo frenó y volvieron los silbidos
Si le parece curioso verse de bermuda, remerita y ojotas a un mes del invierno, si ya se aburrió del comentario de cola de verdulería, ese preámbulo amigable del estilo "el clima está loco, ¿no?", péguese una vueltita por el Nuevo Gasómetro, que puede pasar del trópico a la llovizna en apenas un puñado de minutos. Porque el Ciclón sopló cual viento Caribe en los primeros minutos, empujado por el embale de los cinco partidos invicto desde el inicio de la era Simeone, y por la garganta de su gente, que fue en buen número (unos 16.000 fans) a pesar de la campaña irregular. Pero Newell's le bajó el ritmo, fue oportunista. Y propició el regreso de los silbidos, más bien focalizados, generales, recién, después del pitazo final.
El 4-2-3-1 que plantó el Cholo le imprimió el vértigo buscado. Con Fornaroli unos pasos más atrás que Bergessio, Gómez a la derecha y Bordagaray a la izquierda consiguió arrinconar a la visita. Juan Manuel Torres robaba rapidito, Axel Juárez distribuía prolijo, y cuando la bola llegaba a los de arriba, máxima velocidad. El team de Sensini había tomado previsiones: para clausurar los laterales, puso cinco en el fondo, que nunca fueron tres. Peratta, en consecuencia, tuvo que revolcarse.
¿Por el calor otoñal? Y por el Ciclón, que arrancó soplando, pero NOB lo frenó y volvieron los silbidos
Sin embargo, de a poquito, sin dejar de pasar algún sofocón (como el reventón de travesaño del Papu), a medida que se fue extinguiendo la primera etapa, la Lepra empezó a hacer pie. Se fue asentando Bernardi, la posesión de la pelota comenzó a dividirse, Pillud, Sperdutti (quien había sufrido en la marca) y Da Silva se fueron animando. En la segunda etapa, esa tendencia se profundizó, asistida fundamentalmente por el gol de Aguirre en contra. El volante por derecha, cuyo remate desvió Tongas al gol, se transformó en la flecha de cada contra de NOB. Y, sencillito, los rosarinos se cerraron todavía más, respaldados en las torres del fondo.
El Cholo volvió a jugar al fleje, como contra Boca. Sacó a Juárez para poner a Chávez y dejó al Chaco, amonestado, como sostén de la ambición. Pero a la apuesta se la llevó el croupier con el casi instantáneo 2-0. Y el malhumor azuzó a la tormenta. González perdió una bola peligrosa con Bernardi; los fantasmas de la eliminación copera se revitalizaron, y otra vez regresaron los silbidos para el capitán. Y, por contagio, para los otrora resistidos Bottinelli, Aureliano Torres, Rivero. Y, consumada la caída, generales. Más tibios que hace un mes, pero con aquellos nubarrones danzando. Y, sí, el clima está loco, loco...