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De tres en tres.
1 .- Las conversaciones interminables que no tienen ni pies ni cabeza, suponen una pérdida total de tiempo y energía, y son propias de personas superficiales, cuyo único aliciente es tener algo de qué hablar, de darle a la lengua incansablemente, a pesar de que todo lo que dicen sea absurdo y sin ningún interés para la persona que escucha el coñazo que le están dando y que muchas veces tan solo lo hace (y con un gran esfuerzo) por educación.
2 .- Si hay algo que alimenta nuestro miedo, es la opinión que el resto de las personas, puedan tener de nosotros, y es por eso, que muchas veces nos comemos el tarro , en exceso, hasta llegar al extremo de que tener unos pensamientos tan exigentes con nosotros mismos, que se convierten en algo excesivamente tortuoso y por supuesto insano.
¿Habré dicho alguna tontería?
¿Me aprecian?
¿Les parezco simpático?
¿Le habrá parecido mal la decisión que he tomado?
¿Estarán enfadados con mi actitud?
¿Les habré causado buena impresión?
Y cientos de ellos parecidos, que solo sirven amargar poco a poco nuestra vida, algo que siempre hemos de evitar, haciendo lo posible por mejorar nuestro autoconcepto aplicando el refrán tan conocido de que la caridad bien entendida empieza por uno mismo.
3 .- Que una persona debe de luchar por conseguir sus sueños e intentar por todos los medios posibles hacerlos realidad, es algo tan evidente, como que uno se moja cuando llueve y no lleva paraguas. Sin embargo, darse cabezazos contra la pared por perseguir lo imposible, hace que existan personas que se obsesionan tanto con algo que les ha invadido por completo el cerebro, que llega un momento que pierden la noción de la realidad, y se pasan gran parte (o el resto) de su vida intentando morderse la nariz, algo a todas luces imposible, salvo que se tenga dentadura postiza.