¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Charlypol escriba una noticia?
La noche se hizo larga y la espera infinita como aquellas cosas que se terminan cual luz que de a poco se va apagando hasta dejar una estela gris como la muerte
Como aquellas tristes ironías de la vida. Él, que no encontraba un espacio en el mundo para tener un rato de silencio y soledad, ahora estaba absolutamente solo.
Desde el día que empujó una pelota con tanta destreza que llegó hasta el arco de la celebridad transformándolo en el Maradona del mundo, idolatrado por todos, no supo estar solo un momento. Su fama traspasó los continentes hasta llegar a lugares tan inhóspitos, que al rodar una vieja pelota de trapo una voz diría; Maradonaaa.
Sin embargo el mismo mundo que lo lloró en su muerte y el cual no le dejó un mínimo rincón donde descansar su agitada vida, aquella noche estaba ausente. Él quedó sólo con su muerte y la soledad lo apuñalaba.
Nadie en esas horas tan letales...nadie, no los gritos y mucho menos los aplausos. Ni siquiera una vieja canción de Diego... Diego...El mundo que antes había sido tan pequeño, tanto que él casi debía entrar a los empujones, ahora se hacía gigante, o quizás era él que se achicaba y se esfumaba la magia convirtiéndolo en un humano común y corriente.
Sus amigos, colegas, correligionarios, y aún quienes le esfumaron gran parte de su dinero, estaban ausentes. ¿A quien importa el gigante muerto? ¿A quien el soldado herido? Las horas de glamour se detuvieron y ahora sólo el hombre vulgar se desvanecía en un lecho olvidado.
Y el silencio al que tanto aspiraba, detuvo el reloj de la vida para abrir sus brazos a la eternidad que lo covijaba.
Carlos Polleé