Uno lo puede observar en la naturaleza. Si no, lo puede ver en televisión en los canales de documentales. Lo cierto es que toda la vida de la tierra lucha por sobrevivir y procrearse. ¡Y cuánto empeño y sacrificio les va en ello! Todos nacen iguales; y sus líderes lo son porque son los más fuertes, los más resistentes, los más inteligentes, los más adaptables. En resumen: los mejores. Y al menor signo de debilidad sus pares acaban con él. No hay segundas oportunidades. Abundan los ejemplos.

No ocurre así con nuestros líderes. Para ser un líder no se necesita ser fuerte, ni resistente, y mucho menos el mejor: hace falta dinero –el más sagrado de los valores humanos-. Y con dinero se puede ser presidente de cualquier país. Abundan los ejemplos.

Con dinero se puede ser presidente de cualquier país

Ninguna cualidad se necesita para hacer dinero. Hace falta ser lo suficientemente astuto para concebir cualquier clase de runfla, y lo bastante tilingo para correr esos riesgos. Nadie amasa una fortuna honestamente. Nadie se hace rico trabajando. Los ricos son políticos. Los políticos son ricos. Abundan los ejemplos.

¿Podría decirse que nuestros líderes están fuera de las leyes de la naturaleza? Me imagino que el primer ministro italiano no tendría la menor chance de sobrevivir bajo estas leyes. Este hombre senil sería inmediatamente acabado por sus pares, y despreciado e ignorado por las hembras. Escasean los ejemplos.