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Conforme la justicia levanta la voz, los medios son más cautelosos, pero la gente sigue dudando
Para los especialistas, Mangeri es el único y exclusivo culpable: ADN, autoincriminación y testimonios en contra.
Sin embargo, la noción popular de este caso difiere de la legal. "El portero la mató, pero algo no cierra", afirma casi al unísono el cotejo que reúne al público televisivo. Y tienen razones.
La primera impresión del delito tras descartar lo casual persiste inmutable: las declaraciones de la madre y el padrastro. El escalofrío seguido de la duda que cada uno sintió al escucharlos no se fue. Los medios fueron los artífices de esta situación.
Apenas se conoció el caso todo estaba claro, a Ángeles la mató un violador. Al día siguiente surgió una nueva certeza: la asesinó su hermanastro, y el padrastro encubría. Cuando llegó el tercer día todos supieron que había sido Mangeri, pero no lo creyeron.
La palabra "perejil" se puso de moda, y encontró en el nuevo culpable su mejor cara. Habló la esposa enferma de cáncer, sus amigos lo defendieron y la familia protestó indignada. Mientras, los Rawson se iban de la ciudad sin decir una palabra.
A pesar de las pruebas cada vez más contundentes a nivel judicial, las dudas persisten en el ciudadano común, y es él o ella quien evocará el asesinato y hará la re sentencia en el futuro al fin y al cabo. La memoria colectiva es hereditaria, y no entiende de leyes ni estatutos: si las incógnitas no desaparecen Mangeri podrá ir tras las rejas, pero no será el único culpable.