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Vivimos cargados de relojes y tan comprometidos con esta manera de ver las cosas que nos puede resultar un contrasentido admitir que el tiempo no existe
Un día dura, ya sabemos, 24 horas, lo que tarda el planeta Tierra en girar sobre sí mismo completamente. Una de las referencias que los humanos hemos tomado para crearnos el tiempo; luego subdividido en esas 24 partes, después cada una en 60, luego en otras 60… Y así, con este sistema nos valemos para organizarnos la vida y "medir" nuestra existencia.
Tan importante es este invento que ya no podríamos vivir sin tal concepto. Y hay que decir invento porque el tiempo no existe, tan solo se trata de eso, de un concepto. Lo que realmente existe en el Universo son procesos, solo procesos. Y nosotros lo que hacemos, desde la pequeñez de nuestra existencia, la cual no es sino otro proceso más, es crear comparativas: el proceso "B" equivale a nosecuantos procesos "A"; la Tierra da una vuelta al Sol en 365 giros sobre sí misma... Y así sucesivamente. La teoría de la relatividad ya nos dice que el movimiento es relativo, y por tanto todo lo directamente relacionado, como el espacio y el tiempo, también son relativos; o sea, prácticamente imaginarios.
Solo si nos circunscribimos, el tiempo y las ciencias toman cierto sentido
Vivimos cargados de relojes y tan comprometidos con esta manera de ver las cosas que nos puede resultar un contrasentido admitir que el tiempo no existe. Pero realmente se trata de una estrategia mental; una herramienta —bastante útil, no obstante— que permite organizarnos en la limitada dimensión de nuestra vida. De nuestro particular proceso, uno más de los millones y millones de procesos que se producen permanentemente en el Universo infinito.
Infinito en el que sobran las cuentas, porque las enumeraciones solo son útiles en el marco de lo limitado, en el contexto de lo transitorio y perecedero. Solo si nos circunscribimos, el tiempo y las ciencias toman cierto sentido. Ciencias que no nos descubren la realidad del Universo, sino la compresión de las percepciones de esta minúscula y efímera existencia; que quizá también sea imaginaria.