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El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, vuelve a señalar que el nacionalismo catalán se está rearmando políticamente y que en otoño la volverá a liar
¿Alguna vez os habéis preguntado por qué en la EGB, la LOGSE, la LOCE, la LOE o en cualquier otra reforma educativa no se lee ni una sola línea acerca de las guerras civiles propiciadas por la derecha española? Ni las del siglo XIX, ni mucho menos sobre la Guerra Civil Española de 1936 y su consiguiente dictadura franquista. Extrañamente siempre aparecen al final del programa del curso y nunca da tiempo a desarrollarlas.
Sin embargo, si hay espacio y disposición para mitificar y ensalzar la Transición y su dichoso producto, la Constitución, como el único periodo histórico digno y encomiable que hace exponente el nacionalismo español, aparte la Reconquista.
La glorificación de la Transición y la Constitución se ha convertido pues en el evangelio de fe del patriotismo fanático y cuestionarlo trae aparejados vehementes ataques y el ostracismo ideológico.
El nacionalismo español intenta hacer ver que no existe, por lo que los españoles que lo son no se reconocen como nacionalistas. La nación española existe por la gracia de Dios, no necesita pues justificación. Esto es tan patético que no hace otra cosa que ofrecer una imagen obsoleta de un nacionalismo ignorante y opuesto a la realidad histórica. Pero, sin embargo, hoy se expresa cada vez más en todas y cada una de las manifestaciones públicas de esa derecha desatada que encabeza Albert Rivera y de la que no se quiere descolgar el recién nombrado presidente del partido popular, Pablo Casado.
La glorificación de la Transición y la Constitución se ha convertido en el evangelio de fe del patriotismo fanático
Obviamente, el conflicto catalán es el causante de haber abierto la puerta a tan infame necesidad de autodefinirse español, como si los demás no lo fuéramos tanto o más por pensar diferente. Hasta el caricato de Vargas Llosa se permite gritar a pleno pulmón en una cuestión totalmente ajena a él: <<¡El nacionalismo es la peste!>>, mientras un clamor de miles de personas corean <<¡España, España!>> agitando como energúmenos sus banderas. Pero no, ellos no son nacionalistas. SON PATRIOTAS.
¿Se conoce en España que son precisamente los alumnos catalanes, los alumnos vascos y los alumnos gallegos quienes poseen las mejores competencias en idioma castellano? Y esto lo confirma el informe PISA. Están por encima de los de otras comunidades, pero esto no le importa al neoliberal ultrafascista Rivera, que con su verborrea ponzoñosa de electoralismo indecente incendia con mentiras descabelladas el riesgo de un idioma español en peligro. Pero no, no son populistas, y no, no son nacionalistas.
Y vendernos la Constitución como algo elegido por nosotros es algo ya ridículo, cuando nadie de menos de sesenta años la votó; es cuando menos triste y melodramático.
Y hacer depender la prisión o la libertad de personas de bien, a las que no se ha juzgado por delito alguno, de grotescos conjuros para que adjuren de sus creencias o acaten una ley que no les ampara como al resto, incluidos los verdaderos criminales del sistema, los corruptos y los delincuentes de la libertad, es como estar viendo aquellos autos de fe donde se podía torturar o mandar a la hoguera a alguien por bruja o brujo. ¿No es esto el más elevado grado de nacionalismo? Sí, nacionalismo fascista.