Tomado de una nota de Clarín, sobre la trata de mujeres para la explotación sexual, y adaptado por Charlypol. Tres hombres la subieron a una camioneta negra y le dieron algo que la durmió por completo, cuando despertó estaba en un prostíbulo.

Ser víctima de la trata de personas es haber sido secuestrada, violada, drogada, obligada a ejercer la prostitución y a casi no comer durante días. Es haber sido víctima de un delito que produce el 85 por ciento de los 32 mil millones de dólares anuales que genera la trata de mujeres.

Estas mujeres fueron arrebatadas de sus hogares, secuestradas, engañadas con falsas ofertas de trabajo, vendidas por un entregador, humilladas, violentadas y pasadas por lo que ellos le llaman el ablande, lo cual significa ser violadas reiterada mente hasta que esté lista para el trabajo de prostitución.

Ahora bien; el llamado a la reflección es a los hombres, quienes quizá sean padres de familia y tengan hijas mujeres.

Sin clientela no hay trata, sin hombres que consuman el producto, esto no existiría, ¿Que sentido tiene o que gozo se puede sentir, al practicar sexo con una joven que ya no es dueña de sí misma, que quizá ella esté sintiendo repulción mientras lo hace?

Sabemos que estas redes están compuestas por personas que son totalmente inhumanos, capaces hasta de violar sus propias hijas; y a ellos seguramente con nada se los hará recapacitar.

Pero tan culpables cómo ellos son los clientes, quienes sabiendo el origen de estas chicas, todavía sienten placer con estas prácticas tan bajas, y quizá en sus barrios sean tenidos por excelentes personas.

¿Cuantas bajezas ocultas existe en el corazón humano? En un blog de Clarín, también se relata la historia de una prostituta que en su niñes había sido abusada por las calles y plazas de Constitución; pero lo triste de esta historia es que siendo niña: sus "clientes" eran taxímetros de la zona que por unas miserables monedas se hacían practicar sexo de la manera más inmunda, por una niña.

También; según este testimonio, lo hacían comerciantes de la zona, a la hora de cerrar sus negocios por la tarde. Personas que a la vista de todos parecieran buenas personas; pero que en su intimidad son capáces de cualquier cosa.

Entonces la pregunta es: ¿Quienes son los verdaderos culpables? Por supuesto: A unos les cabe una condena de años de cárcel. Aunque otros no sean del todo inocentes.

Quizá por una hendija penetre una luz de esperanza, para que todas esas niñas y mujeres esclavas queden en libertad, y quizá tú o yo o cualquier otro sea el inicio una historia mejor.