¿Por qué a veces las personas se emparejan con otras con las que no tienen nada que ver?

Peor aún, ¿cómo puede estar ella con ese hombre, sabiendo que conmigo estaría mejor?

La respuesta es que quizá ella no lo sabe. Y a propósito, si te haces estas preguntas, es que quizá necesites entender la diferencia entre valor real y valor percibido.

Creo que tanto en Marvelove como en Marveling, deberíamos entender la diferencia entre valor real y valor percibido. Y además las conclusiones que saquemos nos servirán para el resto de las cuestiones en la vida.

A veces vemos que una mujer está con un hombre que, pensamos, no está a su altura. Enseguida pensamos que esa mujer estaría mejor con alguien como nosotros, que cómo puede conformarse con tan poca cosa, que es inadmisible que alguien como ella esté con alguien como él... o al revés.

Para empezar no deberíamos juzgar, pero si nos hacemos estas cuestiones deberíamos entender la diferencia entre valor real y valor percibido... y que lo importante en muchas ocasiones es el valor percibido.

El asunto del amor tiene mucho en común con el vino y creo que es un ejemplo perfectamente válido para conocer la diferencia entre valor real y valor percibido. En este ámbito, el de los vinos, el valor real y el valor percibido son especialmente visibles porque muchos, casi todos los que no entendemos de vino, no podemos saber cómo un catador de vino puede saber la diferencia entre un vino económico y un vino más caro.

De hecho hay investigaciones en las que se ha demostrado que los participantes y expertos pueden llegar a confundir un reserva de diez años con un buen vino de una cosecha reciente. Se cuestiona constantemente la idea de pagar mucho dinero por caldos amargos con sabor a madera y aún así la industria del vino sigue adelante moviendo millones y millones.

Y aquí es donde entra la diferencia entre valor real y valor percibido. Un vino puede ser menos bueno, pero puede venderse más caro porque todo el negocio de la enología se basa en la percepción, en cómo percibe el cliente que es ese vino. El amor puede llegar a ser así.

Supongamos que tenemos un vino reserva de diez años en una botella de cristal simple y un vino de mesa barato en un packaging de última generación, con bisagras metálicas, con una caja diseñada sólo para la ocasión, una caja que cueste cien veces el vino que encierra dentro. ¿Acaso tendríamos dudas? No, yo creo que nadie se atrevería a dudarlo.

Con un envoltorio así...¿Quién se atreve a decir que este vino es malo?

Pues esa es la verdadera cuestión en la diferencia entre valor real y valor percibido. Si vemos a una persona que está emparejada con otra que quizá, pensemos, no está a su altura, tal vez, en vez de juzgar, deberíamos preguntarle por su la valor real y valor percibido en su relación. Quizá el valor real de esa persona esté oculto tras ese insulso carácter y aspecto desaliñado. O puede que esa persona en realidad no tenga valor, que realmente no exista tal valor, pero que la persona que nos interesa y por la que nos preocupamos, perciba en su pareja algo que nosotros no percibimos. Quizá esa persona esté centrada en un valor percibido. Tal vez, el día que vea el valor real ya no quiera saber nada. O quizá le baste con el valor percibido.

Obviamente, en las cuestiones personales, siempre será mejor el valor real de cada persona, pero no quiere decir que todas estén dispuestas a verlo y quizá algunos se conformen simplemente con el valor percibido.

Si queremos conquistar a la musa de nuestros sueños asegurémonos de que lo que ofrecemos es valor real, por supuesto, pero también rodeado de un aura de valor percibido, seguro que nos irá mucho mejor. El Marvelove consiste precisamente en eso, en aportar valor, al fin y al cabo, valor real y valor percibido.

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