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La dejadez política por Navantia Fene, se percibe más notoriamente al comprobar como los partidos que en víspera electoral se proclaman valedores del astillero, son los mismos que se inhibieron ante la servidumbre que la traza de la Ronda Oeste indujo en su espacio funcional
En Fene y su hinterland cada vez que se avecinan nuevos comicios nos vemos irrumpidos por el frenético interés que muestran los grupos políticos en articular soluciones de futuro para el sector naval; pero lo chocante es que tras 35 años repitiendo idéntico simulacro no se percibe reactivación al respecto, más bien al contrario, se acentúa el deterioro.
Al menos eso es lo que viene a indicar la situación del astillero de Fene, que lleva 17 años sin que sus gradas soporten quilla alguna y con una cartera de pedidos a cero de contratación en lo que al naval se refiere.
Considerando la circunstancias extremas que padece la factoría, con una ocupación en proceso de extinción y sin expectativas de futuro, todo orienta a pensar que al margen de imposturas, no existe ni voluntad política, ni interés alguno en rescatar la actividad de la factoría al mercado de construcción naval convencional cómo única alternativa viable para frenar el incierto futuro del sector de persistir la actual tesitura.
La aparente preocupación por el astillero que ante los comicios intentan vendernos los miembros de la clase política no pasa de ser una parodia, pues cabe recordar que la decisión de dilapidar el sector fue parte del Decreto de Reconversión Naval que se intentó justificar aduciendo la dramática situación del sector en España, cuando la verdadera realidad no era otra, que la aceptación en cubierto de las condiciones de inferioridad impuestas por los miembros del club europeo a nuestra industria naval en el transcurso de la negociación de adhesión del país a la Comunidad Europea, al solo objeto de suprimir la competencia española en ventaja y defensa de sus propias factorías navales.
La firma de aquel "tratado de subordinación" cuyo acta fue refrendada el 12 de junio de 1985, fue el principio del fin del sector naval; pues aún cuando sus paladines defendían que la culminación de los ajustes previstos era la tabla de salvación del gremio y la garantía de sobrevivencia en el ámbito de la competencia internacional, lo cierto fue que aquellos pronósticos tuvieron su más contundente réplica en la situación que desde entonces vive el astillero de Fene.
Es por eso que juzgando el hacer político que nos condujo a tan negativo balance, se evidencia que en el contexto de tan dilatado periplo, los grupos políticos (PP - PSOE) alternantes en el poder ejecutivo, lejos de defender la relevancia estratégica del sector naval genuino ante las instituciones comunitarias, tragaron con sus imposiciones aún siendo de todo punto inaceptables.
La servidumbre de la Rolda Oeste en el ámbito espacial del astillero alcanza los 135000m2, y deja fuera de ordenación instalaciones y edificios existentes
La negativa de la representación política a forzar la flexibilización de las lesivas directivas de acompañamiento, hizo que la Comisión Europea más que sensibilizarse con la situación mantuviese por única finalidad restringir a la mínima expresión la capacidad productiva del sector naval español, impidiendo con ello el cambio necesario, para que el sector recuperase el espacio vital perdido y pudiese así competir en pie de igualdad en el mercado mundial de la construcción naval.
Pero si ello no fuese impedimento suficiente, la despreocupación política por el futuro del astillero de Fene se agrava en mayor medida por una decisión anacrónica que afecta en lo sustancial al marco territorial de la factoría, sin reacción ni objeción alguna de esos partidos que resucitan de su letargo en vísperas de las elecciones para erigirse en defensores del naval pero que con su tácita complicidad demuestran no enterarse de lo que está ocurriendo.
Cuando la Xunta de Galicia da luz verde al Plan Sectorial de la Rede Viaria Comarcal de la Agencia Gallega de Infraestructuras, en su contenido concreta el trazado de la Ronda Oeste del Ayuntamiento de Fene; cuyos 900 metros iniciales discurren por el interior del astillero, y cuya ejecución reportará valor añadido al mismo al quedar favorecido su emplazamiento con una conexión directa con la AP-9 (Autopista del Atlántico ); un efectivo nexo de comunicación que vendrá a incrementar las potencialidades de este enclave industrial.
Pero no todas son ventajas, pues más allá del propio ancho de la traza viaria, se establece una zona de servidumbre cuya repercusión espacial en el ámbito del astillero alcanza los 135000m2, dejando fuera de ordenación instalaciones y edificios existentes, a la vez de limitar futuros aprovechamientos urbanísticos en actuales zonas ociosas.
Una desmedida afección que por operativa funcional y necesidades expansivas de la factoría, debió ser restringida en influencia acorde a planteamientos integradores y de mayor coherencia espacial.
Pues la merma de un 14% en la utilidad del suelo industrial del recinto fabril por afectar a ámbitos funcionales vitales para el desarrollo de la actividad, impiden mantener su función dinamizadora y con ello la condición de enclave industrial de referencia, pero tal circunstancia no parece preocupar lo más mínimo a quien no desaprovecha la oportunidad de los comicios para camuflar su indolencia como una activo electoral.
Electoralmente, no son gente en la que confiar.