¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Charlypol escriba una noticia?
Las cámaras muestran clarísimo, cómo dos delincuentes, tratan de arrebatar a un hombre que se encuentra en su automóvil esperando a otra persona que hace compras. Un delincuente es detenido; pero para el fiscal, las pruebas no son suficientes
Argentina; 2010, a 200 años del bicentenario, y parece ser que la barbarie aún esta en toda su dimención, y no lo digo por los hombres y mujeres que no encuentran otra alternativa que no sea robar, lo digo por la gente que ha estudiado y está en un lugar de privilegio con respecto a los demás.
El fiscal es un hombre investido de un poder o una autoridad, que la ciudadanía le ha confiado, está para impartir justicia, conoce las leyes para cumplirlas y hacerlas cumplir.
Un hecho que registraron las cámaras de seguridad puestas por el municipio, y monitoreadas por la policía: deja en manifiesto el grabe problema que existe con la inseguridad en Argentina.
Las cámaras captan cómo dos delincuentes tratan de arrebatarle el automóvil u otras cosas a un hombre que está detenido esperando a alguién, dentro de su vehículo; los delincuentes; claramente se acercan dejando bien en evidencia que estaban complotados; pero simulando otra situación.
Uno pregunta la hora, al descuido de este, el otro delincuente, se mete por la ventanilla del vehículo y trata de arrebatarlo.
El hombre se asusta, saca las llaves del automotor y trata de salir del vehículo, los delincuentes huyen, desde el lugar donde se realiza el monitoreo llaman a la policía quienes acuden rápidamente al lugar y atrapan a uno de los delincuentes.
Al poco rato el delincuente queda en libertad, porque el fiscal entiende que no existen pruebas suficientes para inculpar al detenido y además; la víctima no hizo la denuncia. (Pues este por temor, trató de pasar desapercibido)
Uno puede entender porque pasan tantas cosas en el país, dejar en libertad a un delincuente, ni siquiera protege al delincuente; pues el seguirá robando hasta que en algún momento alguién lo mate, o él mate a alguién.
Este fiscal fué removido de su puesto porque gracias a los medios, esto salió a luz; pero cuantos casos hay que nadie sabrá jamás.
¿Cuantas muertes tendrá que haber en el país para que esto se termine? Lamentablemente en Argentina hay una confución muy grande, hay personas que defienden posturas que no se pueden defender. Al delincuente hay que ayudarlo, personalmente trabajé en las cárceles por más de veinte años, tratando de ayudar a jóvenes que cayeron en la delincuencia.
Aún conservo contactos con algunos que están en libertad, después de haber cumplido su condena, y muchos de ellos son personas que se reinsertaron en la sociedad cómo buenos ciudadanos, trabajando y formando un hogar.
Cuando digo ayudarlos, no digo dejarlos en las calles, cometiendo ilícitos, violaciones y hasta muertes, poniendo a la ciudadanía en una situación de riesgo permanente y además exponiendo al mismo delincuente a terminar su vida bajo las balas de la policía.
Yo mismo fuí atacado por la delincuencia y recibí una fuerte amenaza a mi persona y una herida de bala en la cabeza de mi hijo, quien gracias a Dios está perfectamente bien, ello no impidió que siguiera visitando la cárcel, para ver si de todos, alguno pudiera rescatar. No me uní a las voces de aquellos que piden la pena de muerte, pero en todo debemos tener el equilibrio.
No es cuestión de salir a decir: "El que mata tiene que morir" cómo dijo la diva argentina; pero tampoco lavarse las manos y dejar que la sangre corra. Muchos jóvenes no tuvieron oportunidad, cómo la tuvo el mío.
Decimos que muchas cosas matan, por ejemplo: La explotación, el abuso de las grandes corporaciones, la indiferencia ante el dolor ajeno, etc. y es verdad, pues ante cada situación hay mucho por hacer; pero una cosa si es indiscutible: Cuando te ponen un arma en la cabeza, no tenés más opción, es tu vida y esta
no se repite.
Así que; a los que no han tenido estas experiencias: Por favor; abstenerse de dar opiniones que muchas veces, cuando no pensamos bien lo que decimos; suenan cómo palabras al viento