Cristina Fernández Kirchner, acaba de crear la Secretaría de Coordinación Estratégica del Pensamiento Nacional, que es como la Formación del Espíritu Nacional que enseñaba el franquismo hasta cerca de 1970.

Simultáneamente Artur Mas amplía en su propio Ministerio de Propaganda Nacional, que engloba bajo distintos nombres, el proyecto independentista para crear una nueva identidad catalana enfrentada a la supuestamente española, que tanto desprecia, aunque es parte fundamental de ella.

Una "Unidad de Destino en la Universal" que imponían los programas escolares franquistas para inyectar la Trascendencia de Las Tierras y los Pueblos de España, del Continente Americano y Cristianizadora de Pueblos Lejanos como el Filipino.

La viuda Kirchner le ha encargado a un filósofo peronista, Ricardo Forster, la creación de ese Pensamiento Nacional; sin duda será una "Unidad de Destino en lo Austral", o así.

Deberá tener enemigos seculares y, como Franco empleaba Gibraltar, Kirchner apuntará a los ingleses de las Malvinas.

En España, sólo algunas autoridades evocan ahora su nombre propio; incluso la selección de fútbol ya no es La Española, sino La Roja.

Al contrario, la Formación del Espíritu Nacional Independentista se acrecienta en Cataluña y revive en el País Vasco.

Aquellos deportes rurales de los juegos sindicales del 1 de mayo en el Bernabéu, aquellos castillos humanos son ahora símbolos secesionistas, como antes eran fascistas.

Pueblos y Tierras de los Països Catalans, a mi patria te robaron Valencia, Aragón, el Rosellón, etcétera, los Pueblos y las Tierras Pirenaicos y del Mediterráneo, oh patria, siento tu aflicción, debo cortar cabezas castellanas, reclama Els Segadors.

El patrioterismo franquista vacunó a muchos niños que, cuando de mayores dirigieron la Transición, desdeñaran las ideas imperiales del régimen, algo que debería ocurrir con catalanes, vascos y argentinos enseguida para que recuperen el sentido común.

Porque, obnubilados son amenazadores y además, qué pesados, inaguantablees.

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SALAS