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El Fútbol es la representación mas fehaciente de clima de violencia social actual. Es importante comenzar a revertir esta tendencia antes de que los sucesos sean cada vez mas graves
-Margaret Thatcher le dijo al presidente de la Federación Inglesa: “Señor ¿Qué hará usted para sacar a los hooligans de mi sociedad?”
A lo que el dirigente respondió “No, Señora ¿qué hará usted para sacar a sus hooligans de mi fútbol”.
Esta triste anécdota, que podría catalogarse la como falsa o verídica con la misma facilidad, es un claro ejemplo que deja entrever la inescrupulocidad del poder político al momento de afrontar decisiones que pueden poner en jaque su imagen y así repercutir negativamente en su carrera política.
La realidad, demostrada en un sinfín de acontecimientos de los ámbitos mas variados a lo largo de la historia de la humanidad es que nunca, en ningún lugar ni en ningún momento se puede cambiar algo sin que exista la decisión política de hacerlo; y con decisión política no necesariamente me estoy refiriendo a la clase política partidaria y orgánica de un país, sino a todas aquellas personas que tienen el poder, para solucionar los problemas. Y aquí es donde radica una de las cuestiones fundamentales que empañan a la sociedad Argentina en la actualidad. Y es que todo problema, antes de formular proyectos o ideas para solucionarlo, debe ser catalogado como tal; es decir, un problema debe ser reconocido como problema para llegar a una solución.
Actualmente en la Argentina, pareciera que la violencia en el fútbol, fiel reflejo de la sociedad, no es catalogada como un problema, sino como una suerte de Folclore Nacional, en donde muchos, ante hechos repudiables de violencia, se jactan alegando que los sucesos violentos son el fiel reflejo de la pasión que todos sienten por el fútbol, y que como tal, nunca podrán ser suprimidos de las canchas.
En Inglaterra, luego de varios acontecimientos en los cuales murieron decenas de simpatizantes, hooligans, y personas inocentes que poco y nada tenían que ver con el fútbol, sino que fueron meras victimas circunstanciales por encontrarse en el lugar y momento equivocado, es que se decidió tomar una decisión política de cambiar. Y es aquí en donde se debe hacer incapie, en la palabra cambio, ya que los ingleses, luego de una ardua lucha, de idas y vueltas por intereses encontrados, es que lograron terminar con la barbarie, con la violencia, con el fútbol cooptado por fanáticos violentos que poco querían el deporte y mucho amaban la violencia, y el dinero que esta generaba. Pero lo mas importante, es que lo lograron, y hoy en día tienen una de las ligas mas competitivas, mas formidables, mas organizadas del mundo.
Muchos podrán decir que lo lograron porque “Son ingleses”, del mismo modo que Alemania y Japón resurgieron de las cenizas luego de la Segunda Guerra Mundial por el simple hecho de que “son alemanes y japoneses”; pero me niego a creer que fue simplemente por eso, ya que de ese modo, estaríamos sumidos para siempre en la barbarie social y colectiva que se refleja no solo a diario en las canchas de fútbol sino en la televisión, en las escuelas, o en la calle. Creo que aquí reina un miedo inherente al cambio, a un cambio que desde los sectores de poder político, económico, deportivo y social, combaten a diario para seguir manteniendo ese poder conseguido por medio de la violencia, la corrupción, los negociados espurios y el miedo.
Creo que como sociedad, debemos exigir no solo a los políticos, empresarios o dirigentes deportivos que revean la necesidad de terminar con la violencia en las canchas de fútbol, sino que también, cada uno de nosotros, debe hacer su parte, y dar una parte de sí a la sociedad, para generar un ámbito de cooperación, de solidaridad, de amistad, de confianza y de confraternidad en donde todos juntos podamos volver a las canchas, de manera unida, y que el fútbol vuelva a ser un ámbito familiar, no copado por los violentos. En donde se pueda seguir discutiendo y debatiendo hasta el hartazgo en las mesas de café, en las filas de los supermercados, en los pasillos de las facultades y a cualquier hora sobre fútbol, sobre política, sobre cualquier cuestión pero sin terminar en peleas, en violencia, en enemistados, sino en consensos y en proyectos comunes y conjuntos en donde estén contemplados los intereses de todos los actores de la sociedad.
Siendo así y solo así, el único camino para terminar no solo con la violencia en el fútbol, sino con el miedo al cambio, con el miedo a mejorar, con el miedo a ser una sociedad mas civilizada, mas fraternal y mas desarrolla en donde cada uno de nosotros pueda sentirse cómodo, tranquilo y feliz.