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Las "líneas rojas" de los Veintisiete dejan claro que ningún asunto podrá ser negociado de manera bilateral entre Londres y otro Estado miembro y que "nada estará acordado hasta que todo lo esté". Ahora la cuestión sería un referendum para ver si los gibraltareños quieren ser o no españoles
El ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, ha vuelto a manifestar que el Gobierno del Peñón "siempre garantizará el libre movimiento de trabajadores" a la colonia y su intención de que siga siendo "un motor económico para la zona". Asimismo, confía en que el Gobierno de España no sea "el obstáculo" con sus "amenazas" y proponiendo una cosoberanía que el Ejecutivo español "sabe perfectamente que Gibraltar nunca aceptará". El Gobierno de Gibraltar carga contra Margallo por su postura tras el Brexit.
Así lo manifestó Picardo hace unos meses y lo ha vuelto a recordar tras reunirse en Gibraltar con los secretarios generales de CCOO-A y UGT-A, Francisco Carbonero y Carmen Castilla, respectivamente, para analizar la posible repercusión que pueda tener el Brexit -salida de Reino Unido de la Unión Europea- en la colonia y en la comarca del Campo de Gibraltar.
Picardo ha planteado directamente a los dirigentes sindicales que "el Gobierno de Gibraltar siempre va a garantizar el libre movimiento de trabajadores a Gibraltar" y que van a intentar "siempre" que la colonia siga siendo un motor económico para la zona "como ha sido, es y esperamos que siga siendo en el futuro" y "no solo al nivel que tenemos hoy, sino más aún si podemos trabajar conjuntamente".
En este punto, ha llamado la atención sobre las declaraciones que "se siguen escuchando" desde el Ministerio de Asuntos Exteriores, y ha considerado que "el obstáculo para que Gibraltar pueda seguir siendo una importante zona de ingresos para trabajadores del Campo de Gibraltar y de más allá, y que haya libre movimiento es la actitud del presidente del Gobierno español".
En este sentido, ha reprochado a Mariano Rajoy que "insista en que para que Gibraltar siga teniendo el derecho de libre movimiento en la frontera y tenga el derecho de acceso al mercado único el precio será que acepte la soberanía conjunta".
Picardo ha aludido también a la "amenaza muy obvia" realizada por el ex-ministro de Asuntos Exteriores José Manuel García-Margallo, quien dijo una vez que "hace mucho frío fuera de la Unión Europea y que tenemos que aceptar la soberanía conjunta porque si no lo aceptamos será un mal negocio y quedaremos fuera del mercado único".
En su opinión, "no es el momento para que nadie amenace a nadie" porque "Europa no está para escuchar amenazas". Por el contrario, ha considerado que la situación actual invita a potenciar la creación de empleo y que las cosas "vayan incluso mejor en esta zona".
Por ello, ha confiado en que el futuro no sea "hipotecado" por ese tipo de "amenazas y ofertas de Margallo o su sucesor", quien "sabe perfectamente que Gibraltar nunca aceptará", como ha recordado que se expresó "tajantemente" con la primera oferta de cosoberanía en el año 2002.
Fabian Picardo ha significado que Gibraltar tendrá "siempre la mano tendida en la amistad y oportunidades conjuntas que crean los trabajadores que vienen todos los días", que ha indicado que son "casi la mitad de todos los que trabajan en Gibraltar".
Por tanto, todos los trabajadores, sean españoles o de otras nacionalidades, "siguen siendo muy bienvenidos" a la colonia, ya que "son parte de lo que Gibraltar ha conseguido en estos 30 años desde que se accedió a la Unión Europea".
Finalmente, ha confiado en que, "cuando llegue la hora, España se moverá de las amenazas y reivindicaciones" para ser "un aliado positivo de Gibraltar y Reino Unido" a fin de forjar el futuro "de una manera que sea lo más positivo posible para todas las personas que viven en esta zona.
La Unión Europea no abordará la situación de Gibraltar durante las negociaciones de salida de Reino Unido y condicionará cualquier pacto posterior sobre su estatus al visto bueno de España. Eso no significa que en otras circunstancias la derecha española no hubiera intentado algo como en una ocasión anterior: poner una bandera española gigante.
"Una vez que Reino Unido deje la Unión, ningún acuerdo entre la Unión Europea y Reino Unido se podrá aplicar al territorio de Gibraltar sin el acuerdo entre España y Reino Unido", dicen las directrices redactadas por el presidente del Consejo, Donald Tusk, tras sus contactos con las capitales y al que ha tenido acceso Europa Press.
El documento ha sido ya entregado a los Gobiernos nacionales, cuyos líderes adoptarán el texto definitivo en su próxima cumbre extraordinaria del 29 de abril en Bruselas.
Las "líneas rojas" de los Veintisiete dejan claro que ningún asunto podrá ser negociado de manera bilateral entre Londres y otro Estado miembro y que "nada estará acordado hasta que todo lo esté".
Además, el documento recuerda al Gobierno de Theresa May que la salida del club comunitario tendrá un coste y que Reino Unido debe "cumplir con todos sus compromisos y obligaciones asumidas como Estado miembro", ha dicho Tusk en una rueda de prensa en Malta, tras enviar el documento a los 27.
El presidente del Consejo ha tendido la mano a una discusión amistosa y descartado un enfoque "punitivo", si bien ha recalcado que la Unión Europea a 27 tiene por prioridad defender los intereses del bloque, entre los que los derechos de sus ciudadanos son una "prioridad".
Lo que si está claro pase lo que pase es que los gibraltareños si quieren seguir siendo europeos
"No hay espacio para conversaciones comerciales, primero deben acordarse los principios de las condiciones de salida", ha dicho, por su parte, el presidente de turno de la UE y primer ministro de Malta, Joseph Muscat, en la rueda de prensa junto a Tusk.
El presidente del Consejo prevé viajar a Londres para reunirse con Theresa May antes de la cumbre a 27 de finales de abril.
Rajoy comentó: Gibraltar no puede ser un "paraíso fiscal" y seguir con el "contrabando". El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha confirmado que incluirá el "debate" sobre Gibraltar en el discurso que pronunciará ante la Asamblea General de Naciones Unidas, ya que, según ha dicho, el Peñón tiene que "cumplir" las normas, de forma que deje de ser un "paraíso fiscal" y acabe con el contrabando.
La única forma que en el Peñón hubiera ondeado la bandera española la dio Hitler en 1940 pero Franco no supo aprovechar un regalo no envenenado del führer.
Trece meses después de la entrevista en Hendaya, de Franco con Hitler, éste se reunió urgentemente con Serrano Suñer para presentarle el minucioso plan que tenía preparado para invadir el Peñón el 10 de junio de 1941, fue el día que España pudo recuperar Gibraltar, la Operación Félix.
«He decidido atacar Gibraltar. Tengo la operación minuciosamente preparada. No falta más que empezar y hay que empezar». Estas fueron las apremiantes palabras de Hitler al entonces ministro de Asuntos Exteriores español, Ramón Serrano Suñer, en un encuentro urgente que el «führer» organizó apenas tres semanas después de la entrevista en Hendaya. Hitler tenía prisa. La Alemania nazi dominaba ya toda la Europa centro-oriental y avanzaba inexorablemente por el continente, convencida de que el Peñón, además de la puerta del Estrecho, se había convertido en la llave que le daría la victoria en la Segunda Guerra Mundial.
Serrano Suñer, en una visita a Berlín en 1940
Aquel encuentro se había organizado con cierta precipitación. Cuatro días antes, el 14 de diciembre de 1940, el embajador alemán en Madrid, Eberhard Von Stohrer, se presentó por sorpresa en el despacho de Serrano Suñer para comunicarle que Hitler deseaba reunirse con él inmediatamente “para hablar de cosas importantes”. Tras consultar con Franco y varios ministros militares sobre la conveniencia o no de acudir a aquella llamada, el ministro partía sin más dilación hacia Berchtesgaden, el refugio del «führer» en los Alpes suizos. Tanto Franco como Serrano (que era su cuñado) estaban encantados de ver ondear sobre el peñón la swastica nazi en vez de la odiada bandera británica, de la Unión Jack.
Poco después de llegar a su destino en el nido de águilas suizo, en la tarde del martes 18 de diciembre, Hitler le dijo a Serrano Suñer, que le había convocado para que, «según lo convenido en Hendaya», fijaran la fecha de la entrada de España en la guerra invadiendo Gibraltar, que de inmediato, pasaría a manos de España: “Es absolutamente necesario atacarlo. Lo tengo decidido. Se trata ahora de fijar el día”, manifestó el «führer», según el relato hecho en 1976 por Serrano Suñer en su obra “Escrito en España”, donde asegura que tuvo que aclarar que “lo convenido por Franco y Hitler en Hendaya no había sido que entrarían en la guerra cuando ellos decidieran, sino cuando nosotros estuviéramos en condiciones de hacerlo”.
Lo cual es exacto, porque Franco se lo prometió siempre que el Führer le diera armamento y alimento. España estaba en cueros, tras la guerra civil. “En cualquier caso –insistió Hitler, siempre según el relato de Suñer–, la operación mixta sobre Gibraltar es urgente y necesaria. Es la hora de que España tome su parte”.
Las razones para atacar Gibraltar
La colonia por la que el gobierno británico haya o no tratado nunca más del Tratado de Utrecht de 1713, es la tierra aún irredenta que Franco deseaba con toda su alma para lograr la unidad nacional, era un regalo del Führer. Pero la realidad es que España no estaba en condiciones de participar, ni psicológica ni materialmente, en ningún conflicto. Como hemos dicho la gente en España moría de hambre y lo soldados descalzos y sin un Mauser. Pero es que además, que la dictadura de Franco dependía del permiso del Gobierno británico para que pudieran llegar a sus puertos los cargamentos de trigo procedentes de países como Canadá o Argentina. Pues existía en el Atlántico el bloqueo total del mismo Hitler. Y para Franco y su Gobierno, igualmente, tomar Gibraltar no significaba necesariamente que el Mediterráneo quedara cerrado, pues aún seguiría abierto por el Canal de Suez.
Hitler insistió en lo que ya había dicho muy claro en Hendaya: que la oportunidad de recuperar el Peñón no se le volvería presentar nunca más a Franco y que era una cuestión de honor para el pueblo español reintegrar ese pedazo de tierra y que, siendo el Estrecho el mejor enclave que tenían los aliados para navegar por el Mediterráneo, era muy importante cerrarlo.
Alemania quería acelerar la guerra, y aquello pasaba por controlar la colonia que Gran Bretaña había obtenido en el Tratado de Utrecht de 1713. Pero Serrano Suñer, que se escudaba en el hecho de que él no podía tomar esas decisiones sin consultar al Caudillo, fue bastante ambiguo en su respuesta a Hitler en su visita a Berchstergaden… Una actitud parecida a la de Franco en Hendaya, quien manifestó «estar dispuesto» a alinearse con las potencias del Eje que Hitler lideraba, pero poniendo a un precio que los nazis debían asumir: 400.000 toneladas de trigo, y el material de guerra necesario, la no admisión de soldados alemanes en la conquista del Peñón, la cesión del Marruecos francés, y Argelia Occidental, compensándole con cesión de parte de las colonias británicas con la condición de intervenir cuando el Ejército alemán hubiera puesto pie en las islas británicas, algo que finalmente, nunca ocurrió. Franco para nada ayudó a Hitler en sus operaciones contra los ingleses. En definitiva, Franco no entraría en la guerra sin armas y provisiones alimenticias…y tampoco sin petróleo…Pero las condiciones se cumplieron en parte. Cuenta Serrano Suñer en “Entre Hendaya a Gibraltar” (1949), que en Berchtesgaden el “führer” había escuchado sus opiniones con “cierto malhumor”, para acabar después “con un gesto de decepción, cansancio y tristeza». “De las siete u ocho veces que tuve que hablar con él, fue esta la ocasión en la que le encontré más parecido a un ser humano”, recordaba.
El «minucioso» preparativo
En ese momento, Hitler le pidió a su invitado que pasara a otra habitación próxima en la que había un enorme tablero central lleno de planos, con las paredes repletas de banderitas indicando la posición de sus tropas. Fue allí donde el general Alfred Jodl, el hombre que primero se había dado cuenta de que Gibraltar era la llave para ganar la guerra y uno de los asesores militares más importantes del Hitler, le explicó minuciosamente en que consistía la famosa «Operación Félix», como la había bautizado, el general que dio nombre a la operación. Siguiendo sus órdenes, los más importantes organismos de planificación militar de las fuerzas armadas nazis dieron forma a este plan de Alfred Jodl que debía cambiar el resultado de la guerra. Su diseño era el producto de múltiples estudios, observaciones y reconocimientos sobre el terreno realizados en secreto por un gran número de espías y expertos en artillería, operaciones de asalto, armas químicas, logística y transporte.
Los preparativos iban tan en serio que, a finales de 1940, la Primera División de Montaña del general Ludwig Kuebler, había comenzado un riguroso entrenamiento en la provincia de Besançon (Francia), en una zona montañosa idéntica al Peñón, junto al Río Jura. Allí los soldados podrían hacerse a la idea del terreno en que iban a combatir.
Según lo trazado en el plan, la operación se llevaría a cabo bajo el mando del mariscal de campo Walter von Reichenau. El plan consistía en que dos cuerpos de su ejército penetraran en España a mediados de enero de 1941 con el consentimiento de Franco. El mismo Kuebler se haría cargo de uno de ellos para liderar la conquista, atacando con dos regimientos de Infantería y 26 batallones de artillería mediana y pesada, a los que sumaría tres batallones de observación, tres de ingenieros, dos de humo, un destacamento de 150 brandenburgueses y 150 tanques enanos a control remoto cargados de explosivos. A cargo del segundo cuerpo, el general Rudolph Schmidt, que cubriría los flancos del asalto a Gibraltar contra cualquier intervención británica, para lo que contaría con la 16 División Motorizada, concentrada en Valladolid; la 16 División Panzer, en Cáceres, y la División SS Totenkopf, en Sevilla.
Por si no fuera suficiente, las fuerzas aéreas alemanas –la Luftwaffe– proporcionarían grupos de aviones JU-88, Stukas y Messerschmitts, además de seis batallones de antiaéreos. Y la armada o Kriegsmarine realizaría el hostigamiento marítimo por medio de submarinos U-boots, con los que interferiría la evacuación de los ingleses del Peñón y transportaría baterías costeras para impedir el acercamiento de unidades navales británicas de auxilio. Se fijó la fecha l0 de enero de 1941, día en que Hitler comenzaría a provisionarle y las primeras tropas alemanas cruzarían España camino de Gibraltar. El Almirante Canaris se trasladó al lado de Franco y se encargaría de supervisar todo, incluso la acción de Walter von Reichenau, el mariscal de campo que dirigiría la operación.
Desde el punto de vista militar, la «Operación Félix» debería haber significado un éxito para los alemanes y la recuperación de Gibraltar para España más de dos siglos después, pero Franco, movido también por los reveses sufridos por Hitler, por esos días ni tan siquiera autorizó el tránsito de dos cuerpos de ejército por la frontera francesa ya tomada por los alemanes. Simplemente Hitler pedía el tránsito de unas pocas tropas alemanas por suelo español. El general Weigand había sido nombrado delegado del gobierno francés en el Africa francesa. Ahora Francia teóricamente colaboraba como aliado con la Alemania de Hitler. Franco quería Marruecos por encima de todo y las cosas se complicaban más y más. La inacción del Caudillo no cambió con los meses y Hitler temía ofender aún más a Francia, en donde estaba sacando una gran tajada artística, expoliando sus museos, persiguiendo a la judería francesa y llevándose su oro a Suiza. La inacción del Caudillo no cambió con los meses y la operación fue postergada, a pesar del viaje del general Jodl a España. Y, finalmente, cancelada.