¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Diasporaweb escriba una noticia?
Es un claro exponente de que la radiactividad no conoce fronteras lo que ya nos lo demostraron dramáticamente los accidentes de las centrales nucleares de Chernóbil y de Fukushima, entre los más importantes
Golondrinas radiactivas
Que la radiactividad no conoce fronteras como nos lo demostraron dramáticamente los accidentes de las centrales nucleares de Chernóbil y de Fukushima
La radiactividad que, rutinariamente emiten las instalaciones nucleares, se incorpora a los seres vivos y se distribuye por el medio ambiente por vías, a menudo, inusuales. No es un nuevo descubrimiento de la Agencia de Medio Ambiente británica el de las golondrinas de Sellafield, importante complejo nuclear, situado en Cumbria (Reino Unido), sino que se han molestado en recordarlo y colgarlo en la red.Hay otros quizás más importantes que los responsables de otras centrales consideran mejor callarlos.
Es un claro exponente de que la radiactividad no conoce fronteras lo que ya nos lo demostraron dramáticamente los accidentes de las centrales nucleares de Chernóbil y de Fukushima, entre los más importantes. La nube radiactiva que se originó tras la liberación masiva de radiactividad en esas centrales se distribuyó por todo el mundo, impulsada por los vientos, descargando su nefasta carga al azar de las condiciones meteorológicas reinantes en los lugares por donde pasaba.Y legó hasta las costas de Estados Unidos y se consumió en la carne del atun rojo que se consume en las poblaciones y ciudades de las costas de California.
Pero no es el único accidente. La contaminación de las aguas marinas provocada por las descargas de enormes cantidades de agua altamente radiactiva procedente de la siniestrada central nuclear de Fukushima se ha detectado en el plancton, las algas, los peces y demás seres vivos que viven en esas aguas. Pero esa radiactividad no se queda en la zona cercana. De nuevo, la radiactividad se distribuye por el medio ambiente por métodos insospechados. No conoce fronteras, ni tiene nacionalidad, tampoco es un furtivo de ojos rasgados. El mejor ejemplo lo hemos el reciente atrevimiento de contaminación radiactiva de Fukushima de servirse del sabroso atún rojo para contaminar las aguas lejanas del norte de Estados Unidos nadie lo creía posible.(Viajar 6.000 millas para hacer eso¡¡¡
Pero el caso de las golondrinas radiactivas de Sellafield demuestra que no es necesario que se produzca un accidente nuclear para que el medio ambiente se contamine radiactivamente. Este caso es una demostración de la contaminación radiactiva que inevitablemente producen las plantas nucleares en su funcionamiento rutinario. El asunto no es totalmente nuevo pues, hace unos años, se publicó el descubrimiento de altos niveles de contaminación radiactiva en miles de palomas salvajes y gaviotas en Cumbria, donde se ubica el complejo nuclear de Sellafield. Pero ahora la radiactividad ha llegado a las pobres golondrinas.
Glosando a Gustavo Adolfo Béqcker: "¿Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar?
La Agencia de Medio Ambiente británica ha descubierto que estas aves se han contaminado debido a la ingestión de los mosquitos que revolotean sobre los tanques de almacenamiento de agua radiactiva del complejo nuclear de Sellafield. La Agencia empezó su investigación tras detectar altos niveles de radiactividad en los excrementos de las golondrinas bajo sus lugares de nidificación o de reposo, frecuentemente ubicadas en zonas urbanas.
La Agencia de Medio Ambiente ha informado recientemente de este hecho en una reunión del Subcomité de Salud Ambiental de Cumbria Occidental y, aunque no proporcionó ni el número de golondrinas estudiadas ni los niveles de contaminación radiactiva de éstas, la Agencia aseguró que se estaban tomando medidas para que Sellafield Ltd (la empresa que gestiona el complejo) resuelva el problema de los mosquitos. La plataforma Cumbrians Opposed to a Radioactive Environment (CORE) ha difundido esta información y ha anunciado que presionará a la Agencia para asegurarse de que ésta toma medidas al respecto.
Como refleja CORE en su comunicado, ahora las entrañables golondrinas y su progenie llevarán sin darse cuenta, en sus migraciones, un mensaje altamente tóxico desde el Reino Unido a África del Sur, una distancia equivalente al llevado a cabo recientemente por el atún rojo desde Japón a Estados Unidos.¿ O también les vamos a prohir la salida del pa<ís a los animales radiactivos?.Sería mejor que no los contagiaramos nunca, y menos de por vida.
Y en la primavera siguiente, las mismas aves, de vuelta a Europa, glosando a Gustavo Adolfo Béqcker: "Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y, otra vez, con el ala a sus cristales jugando llamarán", sólo que esta vez, os traerán un peligroso mensaje radiactivo.