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El Chavismo sabe vivir en los extremos. Es un movimiento experto en resistir. Sus líderes son como miembros de una secta, con la ventaja de no tener escrúpulos. Las consecuencias, las empresas, las instituciones, las vidas humanas… todo es prescindible
El presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, declaró el martes que ningún miembro de su equipo participará en la ronda de negociaciones que el gobierno de Noruega preparaba con representantes de Nicolás Maduro.
Guaidó dejó claro que cualquier otra información al respecto es puramente especulativa, reportó el diario El Nacional de Caracas.
A raíz de la muerte del capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo, acusado de intento de magnicidio y encarcelado en la sede de la Dirección General de Inteligencia Militar, Guaidó calificó al régimen de Maduro de “dictadura asesina” y dijo que si se presenta la oportunidad de un encuentro que facilite el cese de la usurpación, lo hará saber.
Con este mensaje de Twitter, el presidente interino de Venezuela Juan Guaidó denunció el caso del adolescente Rufo Chacón, a quien le sacaron los ojos con perdigones en Táchira.
En plena sesión de la Asamblea Nacional que él encabeza, habló de los hijos ahora huérfanos de Acosta Arévalo, y se refirió también a Rufo Chacón, el joven de 16 años que perdió la vista el lunes al recibir disparos de perdigones en los ojos durante una protesta por la falta de gas en Táchira.
Al calor de su denuncia, el presidente interino no pudo contener una palabrota.
“¿Cómo superar el dolor de Rufo?”, se preguntó. “Pero también el de Ramsés y Rafael, los hijos de cuatro y 12 años del capitán de corbeta Acosta Arévalo, que hoy quedan huérfanos producto del sadismo, la tortura…
“¿Qué querían demostrar? ¿Que tienen fuerza? ¿El castigo a los que levantamos la voz?”, dijo Guaidó. “Pues no será suficiente… ni castigo, ni torturas para un pueblo enardecido que quiere libertad y democracia y va a seguir en las calles, c…”
Ya no hay forma de llamar al gobierno de Maduro, declaró el líder parlamentario, y pidió no seguir usando eufemismos.
“Dictadura”, afirmó. “No hay [otra] forma de llamar a quien tortura, somete a una emergencia humanitaria completa a más de siete millones, a la emigración más severa del continente… Y ante la dictadura, se actúa”.
En su condición de presidente interino, Guaidó leyó un decreto que asciende póstumamente a capitán de fragata al capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo.
No hay forma de calificar la situación de Venezuela.Ahora es cierto que nadie ve la salida del tunel
De acuerdo con una nota publicada en Twitter por el periodista Eligio Rojas, la autopsia demostró que Acosta Arévalo fue víctima de “edema cerebral severo debido a insuficiencia respiratoria aguda, debido a rabdomiólisis por politraumatismo generalizado”. La rabdomiólisis es una ruptura del tejido muscular que deja pasar al torrente sanguíneo proteínas que afectan las funciones renales.
La crisis venezolana se desbordó, saltó las fronteras y es cada vez menos manejable. Se trata de un tema crítico, en términos de apoyo y de servicios, para todos los países vecinos, y de una amenaza preocupante con respecto al aumento de la xenofobia y de la violencia. En este contexto, el surgimiento de un liderazgo alternativo y la posibilidad de tener otro interlocutor en el poder representa también la posibilidad de una solución a un enorme problema en la región.
Obviamente, el protagonismo de líderes con políticas tan cuestionables e irritantes como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, o el de Brasil, Jair Bolsonaro, le otorgan una complejidad adicional a la percepción internacional de la crisis. Su apoyo a Guaidó, de alguna manera, refuerza la narrativa chavista, basada en el "imperialismo" y en la denuncia de una "invasión gringa". Sin embargo, el abrumador apoyo de los países latinoamericanos, así como la reacción de la Unión Europea, pluraliza cualquier visión esquemática sobre el conflicto. Por más que el chavismo insista en reducir el tema a los códigos más básicos de la izquierda y la derecha, la complejidad de la realidad se hace cada vez más evidente.
Cinco años les han bastado a los líderes oficialistas para derrochar toda la herencia simbólica que les dejó Hugo Chávez. Al final de la tarde del pasado 23 de enero, el régimen de Maduro usó todos los recursos retóricos y convocó al pueblo a una vigilia nocturna alrededor de la sede del gobierno. Como dan cuenta las filmaciones de algunos periodistas, esa noche las calles que rodean el Palacio de Miraflores estuvieron completamente vacías. Nadie asistió a la vigilia. Esa silenciosa soledad fue una metáfora perfecta de lo que le ocurre. El relato de la Revolución bolivariana ya no funciona ni fuera ni dentro del país.
Cualquiera podría pensar que, en este contexto, lo ideal es negociar. Parece una receta de un manual de supervivencia política. Pero al parecer el chavismo opera de otra manera.
, todo está al servicio de un fin mayor: la eternidad de la revolución. Un fin que, por supuesto, también incluye sus privilegios como jerarquía, su permanencia indefinida en el poder.
La juramentación de Juan Guaidó Frente a esto, Juan Guaidó y la Asamblea Nacional —el órgano legislativo elegido democráticamente y dominado por la oposición desde 2015— se presentan ahora como un poder alterno, con legitimidad y capacidad de tomar decisiones sobre la realidad del país. Tienen el apoyo internacional, pero no cuentan con mecanismos ni los espacios para ejercer plenamente ese poder. No tiene canales de comunicación. No tiene burocracia. No tiene soldados… El tiempo es el gran desafío para ambos. ¿A quién de los dos debilita más? ¿Quién gana o quién pierde más con cada día que pasa sin un desenlace del conflicto? Mientras el cerco internacional avanza, el chavismo internamente se atrinchera en la fuerza militar. Apuesta por el desgaste. "Chávez contenía nuestra locura", dijo alguna vez Diosdado Cabello, en plan de amenaza, desafiando a quienes se le oponían. El discurso sigue siendo el mismo. No hay otra ideología que los uniformes y las armas. En una semana de protestas, ya hay 29 fallecidos y han sido detenidas de manera arbitraria 791 personas. Esta es la respuesta del gobierno a la ley de amnistía a funcionarios y militares propuesta por la oposición.
Maduro habla de diálogo y de negociación, pero luego persigue y reprime a los ciudadanos. Más que escuchar sus palabras hay que saber leer sus acciones. El chavismo usa el tiempo y desafía la violencia, como si deseara secretamente jugar con el límite de una guerra. Sabe que una invasión no contaría con todo el apoyo internacional que ahora tiene la oposición. Asume también que la tensión actual es insostenible a corto plazo. Prefiere mantenerse sobre la línea de fuego antes que negociar. Por eso, tanto adentro como afuera del país, es necesario incrementar la presión, apurar los plazos, crear más cercos, no ceder en nada… hasta que el gobierno no tenga más remedio que aceptarlo, que someterse al riesgo mortal de unas elecciones libres, transparentes y creíbles