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Ante los conflictos laborales o económicos, se produce una fragilidad en nuestro interior que no nos favorese, somos presa fácil de los oportunistas y siempre estamos en desventaja para defender nuestros intereses
Lo primero que debemos tener en cuenta, ante situaciones de falta de trabajo, o crisis económicas, es no desesperarnos, pues, cuanto mayor sea nuestra desesperación, mayor es nuestra fragilidad ante los que se quieren aprovechar para sacar ventajas.
Vivimos en un mundo, donde se le suele llamar "La selva de cemento" y esto es así desde que el mundo es mundo, salvo alguna execión, la mayoría de las personas, en el campo laboral, suelen ser muy frías y oportunistas, nadie te va a dar lo que realmente mereces, si vos mismo no te lo haces valer.
Cuando estamos pasando necesidades somos muy frágiles y caemos con facilidad en las trampas de personas inescrupulosas que prometen ganancias mágicas, sin importarles el daño que ello puede representar para quien está pasando por una mala experiencia que lo deja momentáneamente fuera del campo laboral.
Ante la promesa, por ejemplo: "De que con una pequeña inversión podemos descubrir las ventajas del negocio esperado" podemos perder; no solo el poco dinero que nos queda, sino también, lo poco que nos queda de tranquilidad, para no caer en la desesperación.
La diferencia está en que; quienes están en mejor posición económica tienen la posibilidad de armar una buena campaña publicitaria, la cual ante los ojos de algún desesperado le hace ver con que facilidad se puede obtener suculentas ganancias; pero lo que no le dice; es que; él mismo esta aportando para esa ganancia, por ser iluso y no darse cuenta que quienes ganan únicamente son ellos.
En el mundo de la economía, donde no existe la solidaridad, si no salís a la vida con un mínimo de preparación, sos víctima, siempre el que está en mayor holgura económica tiene la posibilidad de sacar ventaja, y esto no es porque las personas sean malas, puede ser tu mejor vecino o familiar quien se vea beneficiado con tu mala racha.
Por ejemplo: Si vendes tu auto a muy bajo precio, porque se te viene encima una deuda impostergable, puede ser tu propio hermano quien se beneficie con la compra, y además hasta se lo tengas que agradecer.
Durante muchos años trabajé independientemente, a lo largo de la vida pude aprender varios oficios, pero siempre, en todas las ocasiones, se repite lo mismo, cuando estás necesitado te bajás, cuando la otra persona percibe que estás mal, te tira la mínima oferta para tu trabajo.
Es todo a la inversa de lo que nosotros pensamos, si vamos dando lástima a un lugar para que nos den trabajo, se van a aprovechar y para peor, siempre le tendrás que agradecer, tenés que ir y hacerle ver que él te necesita, ponerte en una postura para que la otra persona piense que es ella la que se beneficia con tu servicio.
Siempre digo que cuando enseñan oficios, debe haber una enseñanza aparte dedicada; no al oficio en si, sino a cómo manejarse en los asuntos económicos del mismo, las personas que ya tienen experiencia y poseen negocios, saben cómo manejar el tema de la plata, y el que recién sale a trabajar debe pasar por una larga escuela que representan años de sufrimiento, sino es ducho y pícaro.
En algunas oportunidades, cuando empecé a pintar carteles publicitarios, hace años, algunas personas que me iban a contratar, por ejemplo: Decían; "haz un buen precio, porque tengo que hacer diez carteles cómo este" en mi falta de experiencia; le hacía un buen precio con el fin de tener más trabajo; entonces me respondían: "Bueno, ahora quiero hacer este, y después hacemos los demás" Los otros nunca se hacían, fué solo una estrategia para obtener una buena rebaja.
La vida está llena de estas cosas, pero si estás pasando un mal momento, no es el fin, solo hay que recapacitar y sacar el mejor provecho de la cosa, continuamente estamos aprendiendo y las mejores empresas comienzan, muchas veces, con una larga agonía.
Nunca hay que desmayar, si con una cosa no nos fue bien podemos emprender otra, el peor opositor somos nosotros mismos con nuestras dudas, desánimos y esos pensamientos de derrota que surgen de nosotros mismos. Los golpes de afuera no nos deben hacer caer, pues ya hemos visto que cada uno lucha por lo suyo cómo en una competencia desigual.