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Mariano Ferreyra fue condenado por repudiar despidos apoyando a los trabajadores damnificados. Fue culpado, juzgado y ejecutado con"mano dura" en una secuencia brevísima de tiempo.
La sociedad recibió un nuevo golpe bajo de parte de la sociedad.
Basta de sangre.
Basta de inocentes.
Basta de acusaciones incongruentes.
De intolerancia. Porque una diferencia o miles (de cualquieríndole) no puede aplacarse con muertes. No debe aplacarse.
Nadie tiene el derecho de terminar con una vida. Nadie le preguntó a Mariano cuánto le quedaba por hacer.
No sabía que esa tarde iba a ser la última vez, que alguien le cerraría la mente y la intención para siempre. Tampoco que era pecado militar en pos de los derechos de sus pares.
Ayer se incendió una bandera que muchas veces se quemó. El humo invade espeso al aire del país y ojalá no se disipe hasta que podamos vernos las caras entre todos. O tardemos tanto que nos muramos asfixiados.