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Coherencia es cuando el pensamiento, las palabras y las obras guardan un apreciable grado de congruencia, cuando son las que se esperan en cada caso
¿Por qué no tenemos políticos coherentes? ¿Es más necesaria que la experiencia o la inteligencia? ¿Qué entiende un político por coherencia?
La coherencia es un requisito muy necesario en una campaña electoral. Todos recurren ahora a la coherencia porque afecta directamente a la imagen del candidato a la presidencia. A Sánchez y a Rivera se les acusa de incoherentes por sus constantes contradicciones y cambios de opinión. Casado ha dado una vuelta de tuerca a su conducta para demostrar que es coherente a pesar de no haberlo sido en la campaña anterior, Iglesias, Garzón, e incluso Abascal, luchan a diario para mostrar que para unos la derecha o el propio PSOE son incoherentes, y el otro para ofrecer una imagen de la izquierda que, aunque deformada él defiende como real. Entonces, pese a los aciertos o los errores que puedan cometer de manera intencionada por ideología o, de manera accidental por desinformación, es en cierto modo coherente, pues siguen una pauta que no abandonan.
No en vano la definición según el diccionario de coherencia es: “actitud lógica y consecuente con una posición anterior”. Esta definición concuerda con aquellos que tienen unos principios y actúan de acuerdo a ellos.
Un discurso puede ser muy bonito hasta que se enfrenta a la naturaleza cambiante de la realidad. Pero, en el momento en que un principio que es bueno hoy, al día siguiente es pésimo, entramos ya en la paradoja de la verdad relativa. Ejemplos hemos visto muchos, sobre todo en épocas preelectorales y el de Sánchez o Rivera son de libro. Un día los Socialistas están convencidos de que el diálogo es el camino hacia concordia en Cataluña, y abogan por él, pero al otro están resueltos a que la estabilidad se consigue a golpe del 155, y eligen sumarse a Ciudadanos para ello. ¿Incoherencia? Absolutamente.
De pronto, por otro lado, Rivera deja el veto personal a Sánchez y su banda y apuesta por un Gobierno de pacto constitucionalista, dejando sus puertas abiertas de par en par a pactos programáticos y medidas de gobernabilidad. Señores, que la ciudadanía votante lógica no se deja engañar ya por la ficción política del cambalache. Tal vez la coherencia vaya más por el lado de actuar conforme a lo que se piensa de verdad, eso sí, dejando abierta la posibilidad de concesiones y acuerdos en el futuro de ser necesarios para esa gobernabilidad. Por ejemplo, un día puede alguien pensar que es mejor reformar y revisar una ley determinada, pero cuando va a tratar de hacerlo se da cuenta de que no hay manera de llevarlo a cabo sin una total derogación. ¿Incoherencia? No, todo lo contrario.
Es muy bajo, en general, el nivel de coherencia política
Entonces, la coherencia política tiene que ver más con pensar y después actuar consecuentemente, pero no con mantener una posición hoy y otra completamente diferente mañana de manera interesada, aleatoria o partidista.
Ahora está muy de moda utilizar la hemeroteca para juzgar la coherencia política, para buscar en ella afirmaciones que se dijeron ayer y que no ya no sostienen. Pero quizás sea más acertado mirar qué piensan los candidatos y si actúan según lo que piensan. Al margen de cosas que, por el contexto o por las circunstancias históricas no tengan nada que ver con la realidad social y política actual.
Este test de la coherencia no creo que sea tan relevante como los medios pretenden hacernos creer para juzgar a los candidatos. Pues por la propia condición misma de ser políticos, sólo pueden decir en cada momento coyuntural qué políticas piensan llevar a cabo, es decir, lo que recogen sus programas electorales y esperar a que les elijan para poder o no desarrollarlas realmente.
Por eso, antes que la coherencia, personalmente me inclino por juzgar lo que cada uno piensa, y para eso están los debates o las entrevistas bien hechas. Ahí, en las propuestas puntuales que explican y ponen sobre el tapete, en la toma de posiciones claras que podemos observar en ellos, en la manera directa o con rodeos de ir al grano, es donde sentimos si podemos confiar en ese candidato, y tomar la decisión correcta de si es o no el candidato de nuestra preferencia.