Si algo debemos reconocer del presidente Sánchez es su posado gentil ante las cámaras y su manera casi dantesca de vender su gobierno. Normalmente los políticos en España no se han esforzado en redimir los pecados de sus antecesores, más bien escupen el legado anterior y erigen su propia administración aguardando ciertas perspectivas de longevidad en el puesto y carrera posterior asegurada. Es por ello que no se acostumbra, por parte de los más críticos intransigentes, a distinguir entre buenos y malos en la política. Sin embargo a Pedro le han tocado aciagos momentos, la providencia le dió el envenenado presente de la pandemia y bien que lo ha sabido aprovechar, para hundir el país claro. La combinación de genes PSOE-Podemos no solo se ha revelado como cancerosa sino también nefasta. Por supuesto tales proezas de nuestro amado gobierno han sumido el país ya de por sí aletargado económicamente, en una somnolencia casi letal. Hundiendo las PYMES y ahuyentando los grandes inversores, dadas las promesas de revoluciones leninistas de los socios de Sánchez. Por ello nuestro estratega favorito del partido socialista ha decidido circunnavegar el país capitalista por excelencia a ver cuánta limosna cae.

La ruta es sencilla, se pasea por grandes ciudades de por aquí, vende su fachada pseudo-kennedy por allà y espera poder atacar a la oposición ante una audiencia indolente extranjera, ¡buen golpe presidente!. Pero nos surge una duda, siendo mordaces claro, ¿por qué el presidente americano Biden no recibirá a su análogo español?. La duda es razonable por supuesto, después de tan sonada y productiva cumbre Biden-Sánchez todos creíamos que el sucesor de Trump se estaría impacientando hasta volver a ver al apuesto presidente español. Sorpresa sorpresa, ni siquiera Sánchez con su hábil lavia ha tenido el arrojo de explicarlo. Dejando a parte riñas de patio de colegio, planteemonos qué hace Pedro Sánchez con su pantomima de viaje de final de curso, en vez de estar dirigiendo un país a la deriva, en pleno repunte de contagios, en el furor de la campaña vacunatoria, con la economía intentando reanimarse a marchas forzadas y la desescalada a lo kamikaze. Si alguien lo justifica aún arguyendo que volverá montado en el dólar y convirtiendo todo en oro a modo de Midas madrileño es que entiende poco el panorama actual de España. Por mucha chaqueta y camisa reluciente que lleve a las entrevistas, los inversores huelen la putrefacción del estado español a kilómetros, y tienden a ser cautos. Sánchez no va a regresar a Moncloa con un ramo de millones en mano, va a volver con las manos vacías, promesas y excusas vagas y por supuesto con una cara de circunstancias bien ensayada acerca de la deplorable situación de su país. ¿Todavía hay gente que se pregunta por qué la tropa de Abascal es cada vez más popular? Puede que los norteamericanos celebren el posado varonil y atractivo de un cincuentón de sonrisa cándida, pero aquí se le ha visto el plumero. Por mucha cara bonita que ponga ante los americanos, ningún acaudalado especulador, los que tanto han repudiado el PSOE y sus colegas de gobierno, va arriesgar su bolsillo con un país cada vez más cerca de Venezuela que de EEUU. 

Sea cual sea el desenlace de esta pesca condenada, sin duda cabe esperar discursos triunfalistas y predicciones económicas exageradamente adulteradas, así empiezan los declives económicos, cuando el dinero real se cambia por estadísticas inventadas y ataques al sistema. Sin duda el presidente contará con la inestimable ayuda de sus morados amigos, que no se perderían nunca un "tiro al rico".