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Un pequeño escrito con respecto a la expulsión que sufrí de un grupo literario por el escrito anterior sobre el silencio en las escuelas
Por publicar una tesis sobre el silencio en las escuelas, me expulsaron de un grupo literario que llamaré f – no vale la pena nombrarlo con su verdadero nombre -. En mi realidad de ser, no hay ningún movimiento emocional. No siento rabia, odio ni resentimiento.
Antes de comenzar a escribir estas palabras, entrada la madrugada, pensaba si valdría la pena gastar tinta y tiempo sobre la cuestión que estoy tratando ahora.
Al director del sitio – que tampoco pienso nombrar -, no tengo nada en contra de él; además no es mi problema. Estoy muy sereno al respecto. Digamos que, a este señor llamado i, le molestó muchísimo el mismo artículo publicado en diferentes medios de Internet sin ninguna clase de problemas. En dicho escrito hablo de la importancia del silencio en las escuelas, de los beneficios (científicamente comprobados) de la práctica de la meditación entre otras cuestiones educativas.
El señor i muy molesto conmigo, no me dejó ni siquiera entablar un debate, poder lograr una charla entre amigos o ver las cuestiones de su molestia. Simplemente me expulsó diciendo que se trataba de basura new age, que me dedicara a los libros de Autoayuda, entre otras barbaridades. Digo todo esto porque me sirvió mucho la expulsión de f. El señor i, ha sido mi maestro: aprendí a trabajar más la tolerancia con los que piensan o escriben diferente. No a todos puede gustarles lo que decimos o escribimos. Sería muy aburrido.
Podemos no estar de acuerdo, debatir, refutar; ahora nunca llegar a la agresión, ya sea física o verbal
También me sirve para ver el comportamiento humano, el funcionamiento ¿Primitivo del cerebro? Si lo digo, estaré juzgando; entonces creo que es muy bueno verlo entre todos. El señor i recibe mi escrito, comienza a leerlo, lo hace con cada palabra escrita por mí; a medida que avanza en la lectura, sus células cerebrales que se encuentran amoldadas a pensar de cierta forma, automáticamente comienza a sentirse agredido y rechaza rotundamente la tesis sobre el silencio. (Tampoco tiene que compartirla, eso está muy claro). Su cerebro con todo lo asimilado de inmediato juzga y dice: “Eso es una basura de la new age, pertenece al mundo de la Autoayuda. No lo quiero en mi grupo f. Váyase de aquí o lo expulso yo.” Ya me condenó. La mente no tuvo la suficiente capacidad de leer el texto sin aceptarlo ni rechazarlo. Se perdió el poder de la contemplación sin juzgamientos. Como si fuese un inquisidor ¿Lo estoy juzgando?, me echó sin darme la oportunidad de debatir con los otros miembros que comenzaban a llegar para el debate franco, amistoso, sin violencia, ni gritos o agresiones. Allí surgió: la intolerancia. Esto es un hecho real y concreto.
Ahora cuando nosotros leemos sin rechazar ni aceptar nada, estamos abiertos a la comprensión del otro, ver sus pensamientos, conversar, buscar el camino de la sabiduría. Para mí, todas las vertientes filosóficas, religiosas, viejas enseñanzas y demás cuestiones, son importantes; pero creo que la mayor Verdad (si es que la hay) reside en lo que cada uno cree que es; podemos no estar de acuerdo, debatir, refutar; ahora nunca llegar a la agresión, ya sea física o verbal. Tenemos que respetarnos los unos con los otros si realmente somos una raza de seres humanos ¿Lo somos?
El cerebro del señor i leyó el escrito, lo comparó con las ideas que cree son suyas, lo juzgó de inmediato y tomó esa determinación. ¿Está bien? ¿Está mal? A mi no me interesa condenarlo, sólo estoy buscando la forma de ser objetivo, mirando la situación desde afuera del círculo del pensamiento, apartado de la mente. Al señor i, le reitero mi agradecimiento por su enorme enseñanza, porque es precisamente lo que no debo hacer con los demás. Ante todo la tolerancia, el dialogo, el respeto por el prójimo, y no expulsar a una persona por escribir artículos que no concuerden con mi forma de ver las cosas. Me siento muy agradecido por tamaña enseñanza. Haber sido expulsado del grupo f, fue un enorme aprendizaje y tuve un gran maestro: el señor i.
Aprendí a trabajar más la tolerancia con los que piensan o escriben diferente