¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Sol Arrieta escriba una noticia?
La tierra sigue girando, como quiere, como puede, como la dejamos. Treinta y tres obreros son rescatados desde su centro. Julio Verne sonreiría, pero es el presidente de Chile quien sonríe ante las cámaras. Los titulares hablan de un "milagro" y dan gracias a "Dios".
El proletariado sigue siendo explotado, sin embargo, en Chile, en Argentina, en China, en México y en la isla de Java. Perono puedeopacarse esta noticia.
Admito que es sumamente gratificante que se haya procedido de la forma en la cual se procedió para rescatar a hombres que no pertenecen al poder. Sebastián se preguntará entre los flashes si lo habrán votado, pero qué le importa, siya está donde está.
Alguno se preguntará si lo sucedido cambiará algo. Si de repente la vida de un minero valdrá lo mismo que la del político que camina con dos guardaespaldas o la del empresario que lo mantiene en su lugar. Otros, más intelectuales, se cuestionarán qué estará pasando en Chile mientras tanto.
Nuestro gesto cambió, desde el primero hasta el último minero. No había cámaras que captaran, para conmover a otros, las emociones que manifestábamos, pero podíamos ver todo en vivo y en directo a través del cuadradito de la televisión. Nos mantuvieron en vilo. Hasta se nos erizó la piel.
¿Cuántos hombres se mueren por día en Chile de hambre por no tener trabajo o por tener uno precario? ¿Y cuántos en setenta días?
Reitero: Me alegra mucho que estén a salvo. Pero más me alegraría que todos lo estén. Que todos lo estemos. Que no sólo cuando el presidente (de donde sea) sepa con seguridad que la noticia será un boom para su mandato, fundamentalmente luego de asumir con un país destartalado por la naturaleza, sea importante nuestra supervivencia. Que a las grandes empresas no les importe un bledo quienes hacen que su dinero de convierta en capital.
¿Alguien notará esto? ¿Alguien se estará preguntando en este preciso instante a quién le importan los obreros? ¿A quién le importan? ¿A vos? ¿A mi? ¿A quién más? ¿Al empresario? ¿A los gobernantes?
Basta.
¿Por qué permitimos que un tipo se llene de plata a costa nuestra? ¿Por qué nos miramos afligidos cada vez que una empresa cierra y se quedan cientos o miles de laburantes sin empleo en lugar de hacer algo concreto? ¿Por qué no lo impedimos? ¿Por qué hay tanta gente –y no me refiero sóloa la burguesía, lamentablemente- que está a favor de que estos gigantes monstruos capitalistas arrasen con todo lo que tenemos, incluidas las personas?
Me gustaría sonreír como Piñera. Pero sé que esos treinta y tres, junto a otros tantos millones, en un rato volverán a estar en la misma situación.