Hoy, 18 de octubre en Argentina celebramos el día de la Madre.

Tercer domingo de octubre desde hace décadas, infaltable reunión con mamá, regalitos, mimos y demás yerbas.

No en todos los casos, por supuesto, en los hogares donde ya no está, a veces, se siente el dolor.

Por tal razón desde hace unos años, en los jardines de infantes y en las escuelas, lo que se celebra es el día de la Familia, un buen aserto con el que dio algún/a iluminado/a, viendo tanto niño angustiado, que no tenía a quién entregar su bricolage preparado con amor durante los días anteriores a la festividad.

Dicen que madre hay una sola, y ¡gracias a Dios!, dos seríamos demasiado. Siempre repito, cual loro, que las madres somos lo mejor y lo peor en la vida de cada ser humano.

Lo digo como hija y como madre. Amo y sufro a mi madre. Lo mismo les sucede a mis críos.

Ayer leía las respuestas a una encuesta de uno de los periódicos más importantes en circulación, en la que más o menos la pregunta era: ¿qué cosas te fastidiaban de tu madre que repites hoy con tus hijos?

Las respuestas eran diversas, divertidas algunas, sentidas otras, pero una particularmente llamó mi atención, seguramente alguna identificación habré de haber tenido con ésta.

Esta mujer le hablaba a su madre, la llamaba por su nombre, Clotilde, aclaraba que sabía cuanto lo detestaba, no obstante, durante todo el tiempo no dejó de pronunciar ‘Clota’.

Le decía que le había molestado todo lo que le hacía, de chica y de grande y que ‘ahora que ya no estás para romperme los cataplines’ podía quedarse tranquila, porque la vida se había encargado de vengarse por molestarla.

Hoy como hija, ya adulta, puedo decir que, a pesar de todo, sin mi madre la vida sería mucho más insoportable

Su propia hija era tan rebelde como lo había sido ella, con la diferencia de que a la escribiente no le importunaba su cría, como sabía había molestado a su madre.

Quebró finalmente su discurso, saltó la emoción, la ternura, el amor, y se filtró la confesión, cuando dijo ‘NO SE, que voy a hacer mañana Clota, porque hasta eso me hinchaba “el día de la madre”, pero ahora que no estás, ME MUERO DE PENA POR NO PODER MAÑANA LLAMARTE PARA DESEARTE DE MALA GANA FELIZ DIA DE LA MADRE. Ya ves, la vida es chunga.”

Parece ser que la primera palabra que decimos cuando arribamos a este loquero que es el mundo es ‘mamá’ y también la pronunciada antes de dar el último suspiro.

Las madres somos la fuente de todas las venturas y de todas las desventuras, la suma del amor o del desamor, de todos los traumas y de las virtudes, somos, somos…

Así como amamos y odiamos a nuestra madre, en forma intermitente, nuestros vástagos nos aman y nos odian, porque una madre cala hondo, deja la huella profunda, la caricia eterna, el dolor insufrible, el recuerdo más tierno o la palabra más hiriente.

Yo aún tengo a mi madre y… no la tengo.

Siendo muy joven, apenas púber, en una sola noche leí un libro que sentí cambiaba mi vida, muchos años después comprendí el porqué…uno de los protagonistas durante toda la obra busca desesperadamente la imagen de su madre, para hallarla sólo poco instantes antes de morir.

Sus últimas palabras me han acompañado siempre “Para amar y morir, se requiere haber tenido madre” . Son los dichos de Goldmundo, el artista de la novela “Narciso y Goldmundo” de Hermann Hesse.

Hoy como hija, ya adulta, puedo decir que, a pesar de todo, sin mi madre la vida sería mucho más insoportable.