¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Guardiana escriba una noticia?
Un insólito defensor de la igualdad promediando el año 1800 y un pensador preclaro acerca de la educación que ni siquiera hoy se ha logrado imponer
Simón Rodríguez, mentor y maestro de Don Simón Bolívar, ha sido para nosotros, los argentinos, un ilustre desconocido en la historia, hasta no hace mucho que un prestigioso escritor de nuestra tierra, Pedro Orgambide, le dedicó un hermoso y póstumo libro donde cuenta su vida.
En Venezuela no es así, allí tiene un lugar preponderante en el podio de los grandes hacedores de la patria.
Esto no es para alarmarse, no todos los países, han de conocer a cada ser que forjó el tejido de su terruño.
Pero en este caso en particular, mi sorpresa radica en un asunto puntual.
Este maestro era un hombre preclaro, un librepensador, un sujeto adelantado a su época, educó a Don Bolívar, no entre las paredes de un aula, lo hizo tal como se hiciera con Carlomagno, recorriendo el mundo, abrevando de las gentes y de las cosas…de la realidad.
Fue un empedernido defensor de la igualdad en todos los sentidos, pero sobre todo en el tema de la educación, lo que le valió no pocos enemigos. Su objetivo era brindar la MEJOR educación a todos, negros, blancos, mestizos, indios, mujeres, sí…. ¡¡¡Mujeres!!!!
He aquí su pensamiento:
“Se ha de educar a todo el mundo sin distinción de razas ni colores. No nos alucinemos: sin educación popular, no habrá verdadera sociedad.
Instruir no es educar. Enseñen, y tendrán quien sepa; eduquen, tendrán quien haga.
Su objetivo era brindar la MEJOR educación a todos, negros, blancos, mestizos, indios, mujeres, sí…. ¡¡¡Mujeres!!!!
Mandar recitar de memoria lo que no se entiende, es hacer papagayos. No se mande, en ningún caso, hacer a un niño nada que no tenga su [porqué] al pié. Acostumbrado el niño a ver siempre la razón respaldando las órdenes que recibe, la echa de menos cuando no la ve, y pregunta por ella diciendo: ‘¿Por qué?’. Enseñen a los niños a ser preguntones, para que, pidiendo el porqué de lo que se les mando hacer, se acostumbren a obedecer a la razón: no a la autoridad, como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos.
En las escuelas deben estudiar juntos los niños y las niñas.
Primero, porque así desde niños los hombres aprenden a respetar a las mujeres; segundo, porque las mujeres aprenden a no tener miedo a los hombres. Los varones deben aprender los tres oficios principales: albañilería, carpintería, herrería, porque con tierras, maderas y metales se hacen las cosas más necesarias. Se ha de dar instrucción y oficio a las mujeres, para que no se prostituyan por necesidad, ni hagan del matrimonio una especulación para asegurar su subsistencia.
Al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra.”
(Extraído de aporrea.org. Socialismo, utopismo y revolución. “Simón Rodríguez, el maestro del Libertador Simón Bolívar. Por Resumen Latinoamericano/argenpress.info.13/10/03.)El subrayado es mío.
¿Cómo es posible que un legado tan brillante no haya sido el norte de nuestra cultura? ¿Porqué hicimos oídos sordos a palabras tan claras?
No encuentro explicación alguna que me satisfaga y me devasta, me enfurece…
Claro que hay explicaciones…y muchas, no soy tonta ni ciega, pero todas son tan terribles que ni siquiera puedo mencionarlas.
Dos centurias después aún no hemos dado en el clavo, la educación fuente de todo poder, sigue siendo el privilegio de unos pocos.
¿Cómo es posible que un legado tan brillante no haya sido el norte de nuestra cultura? ¿Porqué hicimos oídos sordos a palabras tan claras?
La ignorancia de los pueblos hace fácil su dominación y sometimiento, cruel verdad que predijo con sencillas palabras y pavorosa exactitud ese hombre que educó a un líder.