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Sin entradillas, sin entradillas
Mientras políticos han mirado y miran hacia otro lado, el Puente de Las Bolas de Arrecife continúa deteriorándose
Por Bruno Perera.
Llevo unos 30 años denunciando a través de varios artículos el deterioro que está padeciendo la joya arquitectónica de Arrecife: el Puente de Las Bolas.
En los artículos que he publicado he denunciado los estragos físicos que padece nuestra joya, y lo he explicado con estudios que he hecho de forma visual y fotos que he añadido, y que ahora publico mostrando algunas de las causas que son las siguientes.
Y ahora pregunto: ¿Cuándo un alcalde o alcaldesa que esté en el poder en Arrecife se va a dignar en restaurar el puente?
Contestarán que pronto, pero ese pronto es todo un cuento porque cada uno de los partidos políticos que han gobernado la capital, empezando por cuando gobernaba PSOE, luego PIL, CC y PP de último, dijeron, más o menos cada uno, que había una partida de entre 100.000 y 200.000 euros para restaurar el puente, pero en realidad todo ha sido enredo y más enredo; mientras nuestra querida joya arquitectónica sigue deteriorándose hasta que quizás llegue el día no muy lejano que alguna de las torres caiga y luego no haya forma de levantarla tal como se construyó, allá hace unos 300 años.
Sin sumarios
Yo ruego a las autoridades que actualmente gobiernan la urbe, o a las que en las próximas elecciones lleguen a gobernar, que por favor dejen de mentir tanto y que de una vez por todas tomen cartas en el asunto y restauren el puente que pide a gritos que lo salvemos de su posible desgracia que en pocos años podrá suceder.
Si no lo ayudamos, se caerá para siempre borrando parte de la memoria de nuestro pasado y presente. Y en ello, ustedes políticos y ecologistas quedarán ante la sociedad como individuos que jamás quisieron ver la realidad porque para ustedes la orilla del mar de esa zona estaba lejos de sus ambiciones y especulaciones políticas; o en otras palabras, no era rentable políticamente y económicamente hablando como lo eran y son las costas donde se sientan los complejos turísticos que tanto han defendido, cada uno a su aire, y por el interés de cada partido político, empresarial y “ecolojeta”.
Final. Aclaro que para mí ecologista es una persona que de verdad defiende la naturaleza, y “ecolojeta” es quien se camufla de ecologista para obtener ganancias personales, y que los hay como plaga infecciosa en partidos políticos y en oenegés.
Sin sumarios