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Dos personas perdieron la vida en Birmania el miércoles por la noche, en un nuevo brote de violencia entre budistas y musulmanes en Mandalay, la segunda ciudad del país, donde las cuestiones religiosas son explosivas.
Birmania, de mayoría budista, ha sido pasto de varias oleadas de violencia desde 2012 que se han saldado con más 250 muertos y 140.000 desplazados, principalmente musulmanes.
Estos disturbios empañaron las reformas emprendidas por el gobierno del presidente Thein Sein, que sucedió a la junta militar, disuelta hace tres años.
El nuevo brote de violencia se inició el martes por la noche, cuando centenares de personas atacaron con piedras un comercio musulmán cuyo propietario fue acusado de violación. También embistieron contra otros edificios y prendieron fuego a un coche.
La policía tuvo que utilizar balas de goma para dispersar a la muchedumbre, armada con piedras, palos y cuchillos, informó la prensa oficial.
En Mandalay, por segunda noche consecutiva, varias bandas de alborotadores sembraron el caos en las calles del centro de la ciudad.
Según la policía, dos personas murieron y otras diez resultaron heridas en esta ciudad de siete millones de habitantes, en la que vive una importante comunidad musulmana. "Hubo dos muertos", un musulmán y un budista, declaró a la AFP Zaw Min Oo, un responsable policial.
Como consecuencia de la violencia, este jueves se anunció un toque de queda de
21H00 a 05H00. "No queremos que la situación empeore", afirmó el policía.
Según un habitante, el musulmán murió de una paliza mortal propinada por un grupo de cinco a seis hombres cuando acudía a la mezquita. "Por el momento, no se puede decir que la situación se haya calmado en Mandalay. Vivimos con miedo", declaró a la AFP este hombre, que pidió el anonimato.
En un mensaje en Twitter, la embajada de Estados Unidos en Rangún expresó su "preocupación" y pidió a la policía que "mantenga el orden" y "proteja a todas las comunidades".
- Campaña de monjes budistas radicales -
Tanto estos disturbios como los de 2012 dejan al descubierto la islamofobia latente en un país dominado por la etnia bamar, budista, y con un 4% de musulmanes.
Además, los disturbios suelen ir acompañados por campañas de monjes budistas radicales que piden el boicot de los comercios de musulmanes o reclaman leyes para limitar las conversiones y las bodas interreligiosas para "proteger" el budismo. Uno de ellos, Wirathu colgó el martes en su página de Facebook un mensaje horas antes del comienzo de los disturbios acusando de violación al propietario de la tienda atacada. El monje de Mandalay acusó a las mezquitas de la ciudad de haber lanzado una "yihad" con cientos de personas que presuntamente recibieron "entrenamiento militar".
En un mensaje radiofónico mensual, el presidente birmano, Thein Sein, pidió que se ponga fin al odio interreligioso. "Nuestro país es multirracial y multirreligioso, el proceso de reformas actual no tendrá éxito hasta que se garantice la estabilidad mediante la cooperación de todos los ciudadanos, viviendo en armonía los unos con los otros", declaró, según una transcripción de su discurso publicado el jueves en el New Light of Myanmar. "Para que las reformas sean un éxito, quiero pedir a todo el mundo que evite la provocación y los comportamientos que puedan incitar al odio entre nuestros compatriotas", añadió.