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¿Y si Nabor hubiera llegado a la fiesta?: Welcome time travellers!

06/02/2017 03:50 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

"Cuando en su casa nadie lo conoce a usted, //la cosa es ya funesta;//si quiere una copa beber//a sus gorrones diga usted://-Invítame a otra fiesta, ¿no?. .." -"Y llegaron los gorrones" Chava Flores

Por: Jean Bernstein

"Con propósitos divulgativos y de reflexión, no fines lucrativos"

La oportunidad de ir brincando entre la dimensión temporal nos ha seducido en algún punto de nuestra vida. De esa manera podríamos revivir momentos de inmenso placer y diversión, o tendríamos la oportunidad de cambiar algunas de nuestras decisiones por otras más acertadas. La idea resulta fascinante para cualquiera de nosotros.En 1992, Stephen Hawking enunciaba su conjetura de la protección de la cronología. Básicamente, lo que afirmaba era que los viajes en el tiempo estaban prohibidos por las leyes físicas (al menos, a nivel macroscópico). De no ser así, deberíamos estar invadidos por hordas de turistas procedentes del futuro, cosa que no observamos en absoluto.La proposición de Hawking se basaba en ciertos argumentos extraídos tanto de la teoría general de la relatividad como de la mecánica cuántica. Si se consideraba la geometría del espaciotiempo tal y como se hace habitualmente en la relatividad, lo que técnicamente se denomina una variedad diferenciable cuatridimensional de Hausdorff (esto sólo lo digo para darle apariencia de rigor al resto del post...), entonces se llega a la conclusión de que cualquier máquina del tiempo imaginable (bien sea un agujero de gusano de Morris-Thorne, las cuerdas cósmicas de Gott, la curvatura espacial de Alcubierre o un tubo de Krasnikov) permitiría al viajero del tiempo aventurarse hacia el pasado solamente, como mucho, hasta el momento de la construcción de la máquina. Esto significa que, a menos que alguien haya desarrollado ya secretamente una máquina del tiempo, entonces, para visitarnos a nosotros, los viajeros del futuro tendrían que utilizar máquinas del tiempo naturales o construidas por civilizaciones extraterrestres mucho tiempo atrás. Como no tenemos constancia de la existencia de ninguno de estos artefactos o estructuras que nos permitiesen recorrer lo que se denominan, en la jerga de los científicos que se dedican a estudiar estos temas, curvas cerradas de tipo tiempo, parece que la conclusión lógica es que deben estar prohibidas por las leyes que gobiernan el universo.Stephen Hawking, para demostrar su conjetura tuvo la idea organizar una fiesta para viajeros en el tiempo el 28 de junio de 2009. El anuncio del evento se efectuó hasta un día después.Por supuesto, nadie acudió al llamado del físico inglés. En resumen, fue imposible que los interesados viajaran al pasado para compartir unos tragos o unos canapés con el brillante autor de la famosa obra “Breve historia del tiempo” (1988). La oportunidad de acudir al hogar de este eminente hombre, en las cercanías de la Universidad de Cambridge, Inglaterra fue desperdiciada por muchos. Después de que sus invitados lo dejaran plantado, Hawking afirmó: “Estuve esperando un buen rato, pero no vino nadie. Tengo evidencia experimental de que el viaje en el tiempo no es posible”. A partir de ese instante, el viaje en el tiempo dejaría de ser parte de los relatos de la fantasía y ciencia ficción para convertirse en una realidad que revolucionaría la historia de la ciencia y de toda la humanidad, sin embargo, no llegó siquiera Nabor el de la orquesta. Imaginemos que, de pronto, una de las puertas de la habitación se hubiera abierto para dar paso a un elegante hombre en compañía de su esposa, diciendo: “Hola, profesor Hawking, muchas gracias por la invitación”… No sé por qué en lo personal me viene a la mente la canción de Chava Flores de “Y llegaron los gorrones”, después de todo ¿Quién habría acudido a la fiesta? ¿A quién esperaba y cómo lo habría recibido? .En cambio, los escritores de ciencia ficción han imaginado, desde siempre, una gran variedad de fenómenos físicos que podrían ser la causa de la aparente imposibilidad de observar viajeros del tiempo procedentes del futuro, en el caso de que existiesen. Entre algunas de esas causas se pueden citar, por ejemplo, efectos colaterales del viaje, que les harían invisibles o incluso sufrir amnesia, como los protagonistas de la serie de culto, Quantum Leap, quienes únicamente pueden permanecer en nuestro tiempo durante periodos arbitrariamente cortos. Yishan Wong observa: “Si reducimos la escala de la historia de la Tierra a las 24 horas, la presencia humana ocupa sólo el 0, 08% de este tiempo, mientras que los últimos 5000 años de prehistoria, la época de los "más interesante "de la humanidad, sólo el 2% del 0, 08%, una gota en un océano. Este es un tiempo ridículo, sobre todo si se tiene en cuenta que la mayor parte de la historia humana que ha de venir, salvo una catástrofe mayor”. Para Yishan Wong, es demasiado corta sería un obstáculo técnico relativos a la viaje en el tiempo. "Cuando el hombre del futuro viajando en el tiempo fijará el botón de la máquina que va a lanzar su aventura temporal, todo nuestro tiempo, sin duda, demasiado pequeño para pescar está dedicado a él".Según Wong, nuestro período actual no sería lo suficientemente atractivo para el potencial viajero en el tiempo. ¿qué interés por venir a nuestro tiempo si durante la era de los dinosaurios, el espectáculo habría sido mucho más impresionante? Sin embargo, no hay duda de que si un viajero del futuro elegiría nuestro tiempo, tendría otras cosas en mente como paisajes y playas de arena. Y nuestra tecnología entonces? Las promesas son numerosas y el progreso es todavía allí. Para Yshan Wong, si los futuros viajeros pueden viajar en el tiempo es que su tecnología es un nivel diferente de la nuestra, lo que representaría muy poco atractivo para ellos."Así que, muy probablemente, la razón por la cual los viajeros del tiempo no visitan nuestro tiempo es sólo que no son tan interesantes como esta, que no somos tan importante como eso. Sólo egoísmo temporal o concentrarse para nosotros es pensar lo contrario ", dice el científico de la computación.Esta posibilidad ataca directamente a nuestra autoestima como seres humanos. Quizá debamos asumir que no les interesamos en absoluto.Si comprimiésemos la edad del universo en un solo año (a esto se le conoce como año cósmico), el sistema solar se formaría a mediados del mes de septiembre. Todo lo que se registra en la historia escrita, es decir, el surgimiento y decadencia de las grandes civilizaciones, aparece en los últimos diez segundos del 31 de diciembre.Si nuestros descendientes futuros de dentro de 3.000 millones de años quisieran visitarnos sería algo parecido a que nosotros mismos visitáramos la Tierra en la época en que surgieron los primeros organismos unicelulares. ¿Podríamos o seríamos capaces de reconocer a los viajeros procedentes de un futuro tan lejano? ¿Cómo se comunicarían con nosotros si los idiomas están en continua mutación? Es más, ¿se mostrarían siquiera interesados? Si dispusiéramos de un año entero para visitar y conocer, ¿querríamos visitar los últimos diez segundos del último día? ¿A quién no le apetece perderse las campanadas y las uvas de la suerte cósmicas?Por supuesto que podemos considerarnos importantes y dignos de ser visitados y conocidos. Al fin y al cabo, somos la forma de vida más compleja conocida. Ahora bien, en el futuro lejano ¿también lo seríamos? O, por el contrario, ¿habría otras especies inteligentes en la Tierra? ¿Qué probabilidad existiría de que se desarrollaran? Los mamíferos no colonizaron la Tierra hasta que no desaparecieron los dinosaurios, hace unos 65 millones de años.También otros motivos, que tienen que ver con que su manifestación física es poco clara o imperfecta, de tal modo que solamente son visibles o audibles como fantasmas, espíritus o fenómenos paranormales. Algunas de estas ideas se pueden encontrar, por ejemplo, en "The Founding of Civilization", el relato publicado en 1968 por el autor ruso R. Yarov, en el que una ley física impide a los viajeros del tiempo detenerse en cualquier instante. Así, las máquinas viajan constantemente, sin parar. Los afortunados testigos de sus fugaces presencias las interpretan de muy distintas maneras: los más supersticiosos, como ovnis, naves espaciales extraterrestres, espectros y otras criaturas sobrenaturales; por contra, los más escépticos solamente ven fenómenos atmosféricos un tanto inusuales.En "El zorro y el bosque", de Ray Bradbury, se utiliza un dispositivo de bloqueo psicológico para asegurar que los viajeros del tiempo no puedan transmitir información tecnológica ni dar a conocer detalles acerca del viaje en el tiempo a los habitantes del pasado. Algo similar se puede leer en la obra de 1942 "Mi nombre es Legión", del siempre sorprendente Lester del Rey.Podríamos continuar durante párrafos y párrafos enumerando cientos de propuestas y soluciones a la aparente paradoja de la ausencia de viajeros del tiempo. De hecho, bien se podría escribir una extensa monografía sobre el tema. Quizá el viaje en el tiempo requiera el uso de agujeros de gusano naturales o preexistentes que nunca han sido descubiertos.Las curvas cerradas de tipo tiempo existen en algún lugar del universo, pero no han sido encontradas. Es posible que tengan una vida muy breve, que sean extraordinariamente raras o que estén fuera del alcance de nuestros telescopios.Es posible que se descubran curvas cerradas de tipo tiempo, pero que se encuentren a unas distancias tan grandes que viajar hasta ellas por el espacio ordinario sea prohibitivamente caro. Por otra parte, aunque se demostrase que el viaje en el tiempo es económicamente viable podríamos considerar que no vale la pena correr el riesgo que representa para nuestras vidas. Tal vez una civilización suficientemente avanzada decida intentarlo, se produce un accidente y se pone fin al intento para siempre.En 1980 G. Fulmer señalaba la posibilidad de la existencia de alguna limitación física aún desconocida que impidiese el viaje en el tiempo: quizá el gasto de energía de la máquina dependiese matemáticamente de la cuarta potencia del tiempo que uno pretendiese recorrer, haciendo posibles únicamente viajes muy breves. Cabría la posibilidad de que esto se descubriese dentro de muchos años y, en consecuencia, aún no hayan tenido tiempo de alcanzarnos sus efectos.Robert Heinlein usa el argumento anterior en su novela "Puerta al verano", con una ley algo menos restrictiva (inversa con el cuadrado de la distancia temporal). Isaac Asimov, asimismo, emplea ideas similares en su relato "Botón, botón", en el que una máquina es capaz de rescatar y traer al presente objetos procedentes del pasado, siempre que su peso sea extremadamente reducido (la ley matemática, en este caso, es una exponencial inversa).Otra idea muy interesante es la que sugiere que el flujo temporal tiene forma de espiral. No podemos movernos por él con velocidad "normal" a lo largo de su longitud, pero sí que resulta posible saltar entre los tramos de la espiral adyacentes más próximos entre sí.Paul Anderson en "Flight to Forever" cuenta la historia de un viajero del tiempo quien, tras desplazarse cien años al futuro, descubre con horror que es incapaz de retornar nuevamente a su época porque el consumo energético es exponencialmente creciente para el viaje al pasado. En cambio, el periplo al futuro resulta enormemente más económico y mucho menos restrictivo. Decide, pues, seguir adentrándose en el futuro con el propósito de hallar alguna vez una civilización suficientemente avanzada que le pueda prestar ayuda. Nunca lo logra y entonces acaba viajando con destino al final del universo, el Big Crunch, cuando todo desaparece y asiste a un nuevo Big Bang, el nacimiento del nuevo universo y de un nuevo ciclo temporal. Emprende, una vez más, otro viaje al futuro que le llevará hasta un instante justamente anterior a aquél en el que decidió partir la primera ocasión. La experiencia le deja tan aterrorizado y traumatizado que decide eliminar todo vestigio de su increíble aventura. A partir de este momento, nadie vuelve a intentar el viaje en el tiempo.Una de las grandes cosas que no se consideran en las expectativas del viaje en el tiempo es que nuestro planeta jamás deja de moverse, es decir, el crononauta no debería ser capaz de poder desplazarse en el tiempo sino también con precisión perfecta en el espacio tomando en cuenta que la Tierra se está moviendo a una velocidad promedio de 29 km/s y eso sin considerar la velocidad que adquiere en proporción a la Vía Lactea. Ahora también es importante saber en que punto exacto se encontrará en el tiempo en el que llegue el viajero pues se debe pensar también en cuanto a la rotación sobre el eje terrícola. Esto es muy claro en el pensamiento de Arnoldo Montaño, divulgador científico.Kip Thorne, abandonó el tema a principios de la década de 1990 para dedicarse a investigar la cuestión de las ondas gravitacionales. Posiblemente otros científicos hagan lo mismo y vayan perdiendo interés por las máquinas del tiempo, dirigiendo su atención y esfuerzos hacia otros asuntos. También podría darse un cambio de tendencia generalizado y la cultura científica experimental se dirigiese o enfocase hacia temáticas más filosóficas que físicas, en lo personal he experimentado en carne propia el desinterés de editores que no publican este tema, muy a pesar de conocer a mucha gente interesada en él.Encuentros entre sociedades de niveles tecnológicos radicalmente diferentes provocan casi inevitablemente que las menos avanzadas sean las que se lleven la peor parte y sufran un mayor trauma. Éste es un tema recurrente en la ciencia ficción más reflexiva, de carácter más social que científico. Sociedades muy seguras de su lugar en el universo se desintegraron al entrar en contacto con otras previamente desconocidas con ideas y formas de vida muy diferentes; otras sociedades que sobrevivieron a la experiencia pagaron el precio de unos cambios traumáticos en sus valores, actitudes y comportamiento. Sería lo mismo que si nos invadieran extraterrestres, pues no reconoceríamos a nuestros tatara-tatara-choznos.Tal vez, si falla la conjetura de la protección de la cronología de Hawking, surja una preocupación ética de amplia aceptación en contra del viaje en el tiempo, o una ley que lo prohíba. ¿Y si la civilización capaz de viajar en el tiempo, para proteger a los habitantes del pasado o al propio pasado, hubiese prohibido el viaje en el tiempo? ¿Acaso nuestra civilización no ha creado reservas naturales donde preservar especies en vías de extinción? Si el refugio es "perfecto" el refugiado ni se dará cuenta. ¿No puede ser éste nuestro caso?Aunque quizá las generaciones futuras nos consideran éticamente atrasados y peligrosos, y optan por mantenernos en un aislamiento forzoso para protegerse ellos mismos de nuestra nefasta presencia e influencia. Algo así como lo que pasaría con supuestas civilizaciones extraterrestres que desearan conocer nuestro entorno, quizá lo mejor sería no intervenir ni interactuar con nosotros.Podrían utilizar varias estrategias que no violan las leyes físicas conocidas. Tal vez nos observan desde el espacio-si pudiera decirse así-, a cierta distancia, o mediante robots que de alguna forma consiguen permanecer invisibles a nuestros instrumentos. Tal vez están mucho más cerca pero drogan, hipnotizan de forma rutinaria a todo posible testigo de su presencia. ¿No podría darse la posibilidad de la existencia de una Comisión de Control del Tiempo, encargada de regular los viajes al pasado para evitar posibles transformaciones del presente y futuro?Paul Davies ha sugerido que civilizaciones muy avanzadas, con el fin de ahorrar energía y hacer más eficiente el viaje, podrían reducir su propio tamaño. O tal vez podrían estar ya entre nosotros, disfrazados, camuflados, tras haber sido cuidadosamente instruidos en nuestro idioma y costumbres. Los escritores de ciencia ficción, una vez más, han propuesto varias hipótesis sobre la identidad de los viajeros del tiempo. Así, encontramos a los equivalentes futuros de nuestros propios antropólogos o historiadores, como en Timeline (Timeline, 2003), basada en la novela "Rescate en el tiempo" de Michael Crichton; o a clases particularmente aventureras de turistas que se dedican a presenciar grandes catástrofes del pasado, como en Huída a través del tiempo (Grand Tour: Disaster in Time, 1992), algunos de los cuales nos visitan durante días, semanas o meses y luego se van; en cambio otros se quedan más tiempo y unos pocos, incluso, se quedan entre nosotros para siempre. De vez en cuando, alguno delata involuntariamente su procedencia, al escapársele algún hecho o tecnología del futuro. Nosotros, en cambio, les tomamos por locos y los encerramos en un sanatorio mental, como se refleja en Doce monos; les confundimos con alguna clase de demonios al estilo de lo que sucede en Timerider. El jinete del tiempo; o les consideramos brujos y son condenados a morir abrasados en la hoguera, tal cual le sucede a Un astronauta en la corte del rey Arturo. Claro que siempre cabe la posibilidad de que los viajeros del tiempo sean antropoides evolucionados a partir de la especie humana.En la célebre ecuación de Drake que intenta dar respuesta a la paradoja de Fermi, encontramos entre sus factores el de la longevidad de una civilización, es decir, el tiempo que sería capaz de vivir antes de desaparecer o, simplemente, autodestruirse. Durante la época de la Guerra Fría, especialmente los soviéticos, eran muy pesimistas en lo referente al valor de dicho parámetro en la ecuación de Drake. Otros, en cambio, pensaban que el período de peligro nuclear de una civilización era relativamente breve y, una vez superado, podría sobrevivir durante bastante tiempo.Pero no solamente a causa de un holocausto nuclear podría desaparecer nuestra civilización. Hay otras posibilidades, como el impacto de un meteorito tal como un asteroide o un cometa; una plaga natural o artificial; una supernova o un calentamiento global; etc.En relación a esto último, en 1982, M. Shaara relata en "Time Payment" la posibilidad real del viaje en el tiempo, tanto al pasado, como al futuro. Sin embargo, para explicar el "problema" que se plantea ante la aparente ausencia de viajeros procedentes del futuro, los protagonistas de la obra llegan a la conclusión de que únicamente existen dos posibilidades: o bien el viaje en el tiempo es tan peligroso que todos los que lo han probado han perecido en el intento, o bien es que en el futuro no existe absolutamente nadie para poder viajar. Este argumento viene reforzado por el hecho de que, en la novela, la acción se desarrolla en un futuro lejano, cuando nuestro Sol se encuentra en sus últimas fases de evolución, a punto de convertirse en una nova, ¿Y si cada vez que alguien intentase viajar al pasado quedase irremediablemente atrapado en su propio presente? ¿Cómo podríamos ser capaces de localizarle? Cada vez que lo pretendiésemos, su presente ya se habría desvanecido ante nuestros ojos, ya que nos encontraríamos en su futuro."Así que, muy probablemente, la razón por la cual los viajeros del tiempo no visitan nuestro tiempo es sólo que no son tan interesantes como esta, que no somos tan importante como eso. Sólo egoísmo temporal o concentrarse para nosotros es pensar lo contrario ", dice el científico de la computación. Para Yshan Wong, si los futuros viajeros pueden viajar en el tiempo es que su tecnología es un nivel diferente de la nuestra, lo que representaría muy poco atractivo para ellos... Quizá esa es la verdadera razón por la que no llegaron los invitados de Hawking, después de todo, no les resulta interesante.

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Jean Bernstein (167 noticias)
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