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Principal Naoto Matsumara, el hombre radioactivo, el último de Fukushima. Sáb, 03/30/2013 - 02:30 Naoto Matsumara, el hombre radioactivo, el último de Fukushima que sigue viviendo sin temor a la radiación
La central Fukushima, se va hundiendo en el mar. No hay salvación.
Su situación y la del hombre radioactivo es el tema del reportaje de hoy.
Se acaba de cumplir el segundo aniversario del terremoto que devastó a Japón y que causó uno de los desastres nucleares más graves de la historia universal, cuando empezó a filtrase radiación de la central nuclear Fukushima Daiichi. Los pueblos de los alrededores fueron evacuados a toda prisa, dejando atrás hogares vacíos, calles silenciosas y animales abandonados.
No obstante, en el pequeño pueblo de Tamioka, a menos de ocho kilómetros de la central siniestrada, un hombre de 53 años, Naoto Matsumara, agricultor arrocero, se negó a abandonar su casa. Naoto será posiblemente el hombre más terco de Japón, si no del mundo, que sin embargo está sirviendo a la ciencia. Es un auténtico samurai.
"Nací y me crié en este pueblo, " explica. "Cuando muera, moriré en Tomioka." La cara de Naoto está oscurecida por el sol y arrugada de tanto sonreír; sus oscuros ojos miran desde debajo de unos abultados párpados. No es la cara que se espera ver en alguien que desafía al gobierno de Tokio al quedarse en una zona cercana a Fukushima, donde está absolutamente prohibido vivir, incluso visitar la región y traspasar la zona de seguridad radiactiva, por riesgo de radiación. Pero Naoto es un inconformista. ¿Y un suicida?
Este hombre vive expuesto a una radiación 17 veces más elevada que una persona normal, y ha ingerido durante un tiempo carne, vegetales y pescado radiactivos. Como su caso fue muy comentado, unos investigadores del Organismo de Exploración Aeroespacial de Japón quisieron hacerle unas pruebas. "Cuando fui a que me examinaran terminaron diciéndome que era un campeón, " es decir, que tenía el nivel más alto de radiación de Japón y posiblemente del mundo.
Naoto no se quedó en Tamioka para recoger lo que había olvidado atrás, sino para salvar a sus animales
"Pero también pronosticaron que si no me había muerto ya era posible que no me pondría enfermo hasta dentro de 30 ó 40 años. Parecía una contradicción y me encogí de hombros. Probablemente, para en ese tiempo ya habré muerto, así que me da igual."
Naoto no tiene electricidad en su casa, así que utiliza unas placas solares para cargar su ordenador y el teléfono móvil. Los científicos le indicaron que tenía que dejar de alimentarme con comida producida localmente, por lo que ahora bebe agua de un manantial lejano controlado por las autoridades y no peligroso y se alimenta de víveres que le envían de fuera.
Pero aparte de eso, su vida diaria es la de siempre y no parece estar afectado por las oleadas de radiación que lleva y trae el viento ni por las partículas invisibles y dañinas de su entorno.
"Me acostumbré a la radiación. Al fin y al cabo, no la puedo ver con los ojos" dice. "La gente que viene por aquí de forma excepcional para medir la radiación o cosas análogas, por ejemplo, tampoco parece temer a la contaminación nuclear y deja de preocuparse por ella...
Seguro que si alguien volviera con frecuencia dejaría de inquietarse. Aunque las agujas en el contador Geiger nunca dejan de moverse nerviosamente, si alguien me trajera uno igual entonces puede que le diera importancia. Esa es la razón por la que no llevo un chisme de esos encima, ni lo tengo en casa. Y si tuviera uno, no lo utilizaría."
La dosis de radiación por hora dentro de la casa de Naoto, medida con un contador Geiger que trajo un inspector, es de dos microsieverts por hora y fuera de la casa el contador se disparó a siete microsieverts.
Le preguntamos al Doctor Hiroyuki Koide del Instituto de Investigación de Kioto, hasta que punto esto afecta a Naoto y respondió que "La ley japonesa establece como peligrosa cualquier zona con una radiación de más de 0'6 microsieverts por hora.
Y esa tierra y los edificios construidos sobre ella, deben ser clasificada como "zona de alto control radioactivo" y está prohibida para vivir. Una vez dentro de una zona de control radiactivo no se puede beber agua de ahí ni de toda la zona a muchos kilómetros de distancia, ni comer nada local. Para mí, -comenta el Dr. Hiroyuki Koide es inconcebible que una persona normal pueda vivir ahí."
Claro que Naoto no es una persona normal. Cuando se desató la tragedia, huyó con sus padres hacia el sur durante el desastre nuclear, pero acabó dejándoles en Iwaki para regresar a Tomioka. La razón para hacerlo no era un sentimiento de amor por su hogar o un rechazo al cambio de un hombre de mediana edad. La razón era mucho más simple: no podía abandonar a los animales de la granja de su familia.
"Claro que tuve miedo al principio porque sabía que la radiación se había extendido por todas partes. Lo que de inmediato pasó por mi mente fue que si me quedaba allí mucho tiempo acabaría atacado por el cáncer o la leucemia. Pero cuanto más tiempo pasaba con los animales, más me daba cuenta de lo sanos que estaban, y pensé que yo estaría tan bien como ellos."
Naoto ha cambiado de oficio, ya no hay arroz que recoger, y se dedica a cuidar de sus animales y de los que quedan en la vecindad
Ahora Matsumara cuida de las vacas, los cerdos, los gatos, los perros, incluso de las avestruces que ahora no tienen dueño. Una responsabilidad que, en parte, asumió por accidente. "Nuestros perros no comieron nada los primeros días. Cuando por fin les di de comer, los perros del vecino parecieron furiosos de envidia. Fui a ver lo que les pasaba y me los encontré atados.
Supongo que todo el mundo abandonó el pueblo pensando que volvería en una semana, o algo así, y dejó todo atrás, animales incluidos… A partir del momento en que vi a los pobres hambrientos, yo les daba de comer todos los días. Cuando escuchaban el ruido de mi camioneta no podían esperar y se ponían a ladrar como locos.
Allí dondequiera que fuese siempre me acompañaban ladridos, como diciendo, "tenemos sed" o "no tenemos comida". Entonces, empecé a establecer una ruta y un calendario diarios para abarcar una gran distancia. "
Naoto se dedica a cuidar del ganado en su granja “provisional“, sin olvidar a los vecinos ausentes.
Muchos de los perros y gatos se han vuelto salvajes al no tener humanos cerca. Se han escondido en el bosque y no se dejan ver. A veces se matan entre sí. El ganado sigue siendo doméstico y vive en arrozales abandonados y los guarda rodeándolos por vallas construidas por él mismo con tuberías. Docenas de vacas supervivientes son solo carne y hueso.
Claro que tienen mucha más suerte que las 120 que murieron de hambre en un establo cercano. "Todas murieron y se pudrieron, dejando sólo sobre la tierra, huesos y cuernos. Había legiones de moscas y gusanos sobre los cadáveres.
El pueblo estaba tan en silencio que lo único que se podía oír era el zumbido de los insectos. La pestilencia era tan horrible que si uno se quedaba allí más de cinco minutos se le pegaban mosquitos y bichos en la ropa y en la piel. Ahora que las vacas son solo huesos es más fácil observar el terrible panorama que ha quedado, pero en ese momento era asqueroso, digno de una escena del infierno. Más de 1.000 animales murieron en Tomioka."
La hambruna no es lo único que mató a los animales. El gobierno también fue responsable de estas muertes y desolación. Después de la evacuación, se decidió por acuerdo de los inspectores, que en vista de que era imposible cuidar de todo el ganado de la zona evacuada, no había otra opción que la eutanasia masiva, antes de que murieran de hambre. Esa orden oficial se dio el 12 de Mayo en 2011.
La empresa Tepco, dueña de la central, reconoce ahora su culpabilidad de haber antepuesto los intereses económicos a la realidad natural pero ya es demasiado tarde
Lógicamente, esta sentencia de muerte por eutanasia molestó a Naoto. "Si el ganado hubiera sido aprovechado para carne no me disgustaría, " dijo. "La vida es así. Pero, ¿por qué sacrificar todos los animales de este modo tan drástico y después enterrarlos? Los animales y los humanos son iguales. Me pregunto si también matan a gente de esta manera tan indiscriminada...
Desde mi punto de vista, hubiera sido mejor esperar a ver qué les pasaba porque nos habrían dado datos experimentales útiles para compararlos con los humanos.
Si sabemos que las aves sobreviven en la siguiente generación, entonces, quizá no habría nada de qué preocuparse. Pero si los animales empiezan a dar a luz a generaciones deformadas-como en Hiroshima- entonces es cuando el asunto se descontrola. Si se hubiera sabido que eso pasaba, es cuando debieran haber decidido que no debían permitir que nadie volviese aquí."
En medio de todo, la tenacidad de Naoto Tamioka sirve de mucho a la ciencia, aunque los investigadores del Organismo de Exploración Aeroespacial de Japón no hayan pensado en ello.
Porque la verdad es que en Fukushima hubo más de un desastre de imprevisión primero y después de no querer aprender la lección de la experiencia por los muchos intereses en juego. Barrerlo todo debajo de la alfombra. Que nadie sepa nada. Naoto es un cobaya humano de primer orden no sólo para Japón. Si un día la radiación le mata, eso será una mala noticia para todos.
Si sobrevive, eso significa que la regla general universal de los efectos letales de la radiactividad no es realmente inexorable.
Si Naoto sigue con su sonrisa a flor de labio hasta su muerte natural, eso quiere decir que existe una probabilidad entre millones de sobrevivir a desastres nucleares como el de Fukushima, sin que ocurran malformaciones, leucemias, etc… como en Hiroshima. Sólo la Ciencia tendría que estudiar a fondo el por qué.
Ahora no tenemos más remedio que decir lo que Naoto Matsumara probablemente no sabe: el suelo bajo sus pies se está hundiendo.
¿Qué hará el hombre radiactivo?
Lo que Naoto ignora es que Fukushima se está hundiendo, puede que el colapso no llegue hasta su granja, a 8 kms de distancia, pero le harán desalojarla a la fuerza.
Es un crimen hacer colapsar toda la estructura, causando un gravísimo daño no sólo a Japón, sino al mundo entero, comentó el diplomático japonés Mitsuhei Murata en una entrevista reciente. Y la culpable es Tepco, la empresa encargada de la planta, que se sinceró días atrás y comunicó que el desastre era completamente evitable.
La precaria situación de la planta nuclear japonesa de Fukushima Daiichi continúa empeorando, según un relevante funcionario japonés.
Durante una reciente entrevista, Mitsuhei Murata, el ex embajador japonés en Suiza y Senegal, explicó que el suelo sobre el que se asienta la unidad 4 de la central se está hundiendo y que toda la estructura podría estar al borde del colapso.
El bloque 4 actualmente tiene más de 1.500 barras de combustible nuclear gastado y un total de 37 millones de curios de radiación mortal que, de ser liberada, podría dejar a una gran parte del mundo completamente inhabitable. Esta unidad también contiene una piscina de enfriamiento que sufrió graves daños tras el catastrófico terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011.
Según el diplomático, el suelo debajo de la unidad 4 ya se ha hundido unos 80 centímetros desde el momento del desastre, y este hundimiento se ha producido de una manera desigual, o sea, unas partes están ahora en un nivel más bajo que otras.
Si el proceso sigue, o si otro terremoto, incluso de magnitud baja, se produce en la región, la estructura entera podría colapsar. “Muchos científicos afirman que si el bloque 4 se derrumba, no solo Japón quedará en ruinas, sino que el mundo entero se enfrentará a graves daños”, destaca Murata. Debido a que hay 31 unidades nucleares de este tipo en USA, el Gobierno estadounidense no ha hablado de la escala real de la catástrofe para proteger su propia reputación, alega Murata.
Esta es la razón principal por la que ha habido tan poca información sobre la gravedad de la situación tras el terremoto. En su opinión, EE.-UU. No quiere que el mundo ni el pueblo norteamericano sepan que existe la posibilidad de que decenas de situaciones similares a la de Fukushima se produzcan en el territorio estadounidense si surgen condiciones adecuadas.
La compañía japonesa Tepco, que operaba la central nuclear de Fukushima, ha confesado su culpa. Demasiado tarde
Tepco ha admitido por primera vez que minimizó el riesgo de tsunami por miedo de verse obligada a cerrar su planta para mejorar la seguridad.
“Había un temor latente de que se tuviera que cerrar la planta hasta que se pusieran en marcha medidas drásticas de seguridad”, ha indicado Tokyo Electric Power Company (Tepco) en un informe titulado ‘Política Fundamental para la Reforma de la Organización de Energía Nuclear de Tepco’, más de un año y medio después del accidente.
El informe de 32 páginas indica que, antes del tsunami gigante de marzo de 2011 que inundó la central, la compañía sabía que los sistemas de defensa y de protección eran insuficientes pero que no actuó, probablemente por miedo a los costes que representaría. “Había esa preocupación de que si se imponían nuevas y severas medidas, eso provocaría una preocupación sobre la seguridad de todas las centrales existentes” y habría podido “dar más vigor al movimiento antinuclear”, señala el documento.
El seísmo de magnitud nueve y el tsunami gigante de marzo de 2011 provocaron el accidente nuclear de Fukushima, el peor desde el de Chernobyl (Ucrania) en 1989, que produjo emisiones radioactivas en el aire, las aguas y los suelos de la región de la central, situada a 220 km. al noreste de Tokio. Unas 100.000 personas tuvieron que ser evacuadas de sus casas.
MAS INFO: http://buenasiembra.com.ar/todo-lo-que-sucede-es-un-aprendizaje-1322.html