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Hombres envueltos en sotanas o vestidos de saco y corbata, que se dicen de Dios, encabezan luchas de hombres ¿Hacen bien? ¿A eso fueron enviados?
NINGUNA LUCHA HUMANA ES DE DIOS.
He visto, sí he visto, he oído, sí he oído, he escuchado, sí he escuchado a hombres y mujeres que se dicen de Dios, que hacen creer al mundo que ellos son de Dios, que se visten de corderos pero son ratas y lobos, perros y serpientes, bestias que aparentan ser humanos, que ofrecen a los hombres el fruto del engaño, mismo fruto que ofreció la serpiente a Eva, y el que luego Eva ofreció a Adán, haciéndolo caer en engaño; Unos se hacen llamar padres, otros obispos, otros cardenales, otros Papas, otros pastores, otros profetas, otros predicadores y otros Evangelistas, unos Teólogos y otros filósofos; Todos ellos cargados de veneno, veneno implantado por Satanás, para conducir a los hombres a hacer perdurable el día malo. Todos ellos son ciegos y guían a ciegos hacia el hoyo, falsos como falsos son los días y las noches de los hombres.
Un día se nos escribió “Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza” Toda la creación ha sido sujetada a Vanidad, y el hombre no ha sido la excepción, pues también ha sido sujetado a vanidad, y la Iglesia no ha sido la excepción, pues también ha sido sujetada a vanidad, pues a como también está escrito “Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción” De manera que la Iglesia misma ha sido sujetada a Vanidad con la finalidad de que aquello que corrompe al cuerpo de Cristo que es la Iglesia, sea depurado; Fuimos puesto entonces en una zaranda, como cuando se zarandea arena, a fin de que de la zaranda salga sólo la arena más refinada; Así pues, cuando colocas la arena sobre la zaranda ¿Qué es lo que es más visible? Los granos de arena más brutos, los más toscos, la arena que una vez hecho el zarandeo quedará como broza; Las Iglesias que tú ves sobre la tierra junto con sus líderes y miembros han sido echados sobre una inmensa zaranda, y la mano que zarandea es la de Dios, y a los pies de Dios cae la arena fina que es el verdadero hijo de Dios, mas en la zaranda quedan aquellos falsos, aquellos que más se ven y se oyen, los venenosos que lejos de implantar amor, han implantado odio en quienes los siguen.
¿Cómo saber si eres o estás entre los que no pasarán la zaranda por su brutalidad o su tosquedad? Si eres seguidor de hombres, entonces estás entre ellos y eres uno de ellos, si respaldas, aportas, financias, y pides en tus oraciones férreamente y con el corazón por una lucha humana sea ésta social, laboral, política, racial, cultural, religiosa u otra, entonces eres de ellos y estás entre ellos, entre los falsos; Porque ¿A qué hijo ha mandado Dios a encabezar revoluciones, revueltas, movimientos políticos, movimientos raciales u otros? A ninguno, por que los Judíos esperaban a un Cristo Político y guerrero, que vendría a derrocar imperios y a reconquistar la tierra de los Hebreos, pero sabemos que no fue así; Porque incluso en alguna ocasión alguien le dijo “Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia”Pero el Maestro en su sabiduría, y sabiendo cuál era su verdadera misión dijo: “Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor?” y además el Maestro añadió “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” , pero hoy, ¿Qué es lo que vemos? Obispos, sacerdotes, pastores, predicadores y religiosos que debiendo saber aquello, debiendo saber que la Misión del Maestro es la misma nuestra por cuanto también nos dijo “del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados” han respaldado, apoyado, azuzado, e incitado luchas humanas, luchas políticas, sociales, codiciosas de poder, ellos se han vuelto jueces y partidores; Y estos no tan sólo respaldan sino que encabezan estas luchas, olvidándose del precepto “no tenemos lucha contra sangre y carne” porque si no tenemos lucha contra carne y sangre, entonces nuestra lucha no es por este mundo; Ellos, los que a la luz de los hombres visten las vestiduras de los hijos de Dios, siembran el odio, el rencor y la violencia, se olvidaron de que fueron enviados a consolar y a pacificar, no a ser parte, ni a respaldar a una parte y atacar a la otra; Son estos los trabajadores del campo del Señor, que lejos de cultivar el trigo han cultivado cizaña, pues han confundido la mata, se olvidaron que en el campo del Señor llegó un día el enemigo y plantó malezas en su campo, y que el Señor dejó que la maleza creciera junto con la buena semilla a fin de quemarla junto con la semilla buena que no produjo fruto, y se volvieron ellos mismos cizañas.
Dios no envió a Cristo a ser partidor de bienes en este tiempo, ni a encabezar luchas humanas, ni a conquistar patrias terrenales, ni bienes terrenales sean estos materiales, sean estos jurídicos, ni a liberar países de cualquier opresión, ni a tomar ni a ofrecer la paz del mundo, pues, bien habló Él diciendo “¿Pensáis que he venido para dar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensión” Cristo no vino a unir hombres sino a separar hombres, a separar los suyos de los de Satanás, a separar a los hijos de la luz de los hijos de la tiniebla; Pero ¿Qué vemos? Sacerdotes, obispos, cardenales, pastores y predicadores tratando de unir hombres en una lucha que es humana, buscan unidad de cuerpos mas no unidad de Espíritu, buscan unir hombres bajo una bandera de lucha humana, en lugar de unir hombres bajo el estandarte de Dios, buscan acumular masas aunque estas masas estén llenas de levadura; Vemos obispos, sacerdotes, cardenales y pastores creerse políticos, negociadores de pactos y tratados; Vemos a líderes en protestas sociales, en huelgas, abanderando luchas de hombres, implantando la semilla del rencor en el corazón de los hombres, vemos líderes religiosos protestantes y no protestantes encabezando movimientos y reclamando justicia ante los hombres; ¿A caso estos alguna vez vieron a Cristo protestando cuando Herodes asesinó a Juan el Bautista? O ¿A caso estos vieron a los discípulos formando revueltas y protestas luego que Poncio Pilato ordenara la ejecución del Maestro? ¿A caso no vieron que quienes hacían revueltas eran quienes pedían y clamaban a los Romanos para que matasen al Maestro? ¿No saben acaso que toda justicia la esperamos en Dios y no en los hombres?
Definitivamente, Dios no ha venido a unirse a ninguna lucha de hombres, porque estas luchas son inútiles, son vanidad, son temporales, pues, toda lucha humana tiende a rendir un fruto y una vez rendido se acaba, pues, ninguna obra humana es perpetua sino solo la obra de Dios es perpetua; Dios no se ha unido a ninguna lucha de hombres, más bien Él está esperando a que nosotros nos unamos a su lucha propia, la cual lleva consigo el resplandecimiento de la verdad plena de la cual sin duda han sido privado aquellos que se visten de oveja siendo serpientes venenosas, Él espera que nos unamos a su lucha y por eso nos dice “Pero el pueblo no se convirtió al que lo castigaba, ni buscó a Jehová de los ejércitos” Así que, no es Dios quien debe convertirse a los hombres, sino los hombres que deben convertirse a Él, es decir, no es Dios que se une a la lucha humana sino el hombre es quien debe unirse a la lucha de Dios.
Dios no ha venido a unirse a ninguna lucha de hombres
En cierta ocasión los Fariseos de ayer dijeron al Maestro “¿con qué autoridad haces estas cosas? ¿o quién es el que te ha dado esta autoridad?” y el Maestro respondió “Os haré yo también una pregunta; respondedme: El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres?” Ahora quizás muchos se pregunten lo mismo, o más bien aquellos lobos puede que pregunten lo mismo, entonces yo pregunto ¿Las luchas sociales es por orden del cielo o por orden de Dios? Porque si responden que es orden de Dios, entonces yo les preguntaría ¿Acaso se ha descrito que nuestro Maestro teniendo miles de seguidores los instó a luchar contra los Romanos para expulsarlos del territorio Judío? ¿Acaso el Maestro no nos dio aquel consejo “No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;”? Porque si tú hombre que dices ser de Dios, en lugar de dar este consejo, en lugar de llamar a la paciencia, en lugar de imitar a Dios en cuanto a la tardanza de su ira, en lugar de pacificar y llamar al amor, más bien aconsejas, instigas, sometes o provocas al odio a tus hermanos, entonces ¿Cómo decir que tu lucha viene de Dios? ¿Cómo decir que eres discípulo de Cristo? ¿Cómo decir que no has hallado tropiezo en el Maestro?, Instigas al odio, atizas la llama del rencor, llevando mensaje de odio y haciendo que unos odien a los otros, engrosando el prepucio de los corazones de quienes te siguen ¡Cuanta maldad has sembrado! ¿No has escuchado la voz que una vez dijo “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;” Dios se avergüenza de ustedes, y dicen “Dios nos acompaña en nuestra lucha” pero ¡Ay de ustedes que ponen palabra en la boca de Dios las cuales Él no ha dicho! Porque más bien Él nos ha dicho “¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ejecutan, porque tienen en su mano el poder!”Así que, estos que se han visto envuelto en poder ante los hombres, estos que piensan que por sus influencias son respaldados por hombres, ejecutan la maldad que se planifica en sus mentes y en sus corazones, y sus fines en verdad no son para Dios, sino que sus fines son para satisfacer sus caprichos y obsesiones, ellos son ciegos guías de ciegos que llevan a las ovejas al despeñadero.
Visten sotanas o saco y corbata, como los antiguos Fariseos vestían elegantemente, pero ellos al igual que aquellos antiguos Fariseos están llenos de rapacidad y de voracidad caníbal, se hacen llamar Iglesia pero no son más que ramera, pues, son muchos sus amantes y confidentes; Claman por la dádiva de Dios, pero no sueltan la dádiva de los hombres, ¿Acaso estos no han leído que cuando los hijos de Israel comenzaron a comer el fruto de la tierra les fue quitado el maná del cielo? Porque el que está en Dios se sustenta de Dios, pero el que quiere estar en Dios pero a la vez estar en el mundo, no puede sustentarse del alimento de Dios.
Ellos son cual capitanes de guerra, pero ojalá fuesen capitanes en la guerra verdadera que tenemos, sino que son capitanes en la guerra de los hombres; Son traficantes de influencias, árboles otoñales son, pues no dan frutos en este tiempo.
A los hijos de Dios nos mandaron a sujetarnos a las autoridades de la tierra, no nos mandaron a hacerles resistencia, nos mandaron a dejar nuestra venganza en manos de Dios, no a hacer nuestra propia justicia; Nos mandaron a amar y a enseñar el amor, no a sembrar odio ni el rencor en los corazones de los hombres; Nos mandaron a convertirnos a Dios, no a convertir a Dios en uno de nosotros; Somos extranjeros y no tenemos patria alguna en la tierra, y si somos sin patria, somos sin lucha humana; Nuestra patria está en el cielo, nuestra patria un día descenderá y será entonces que tengamos que luchar férreamente por aquella patria, pero hoy somos extranjeros ¿Acaso habrás visto alguna vez a los extranjeros peleando guerra por la que no es su patria? ¿Acaso no dice Dios “Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo” Es el corazón que debemos rasgarnos, limpiándonos de toda inmundicia implantada por la ira humana, y debemos convertirnos a Jehová, y ¿Qué es convertirnos a Jehová? Tomar de Dios para nosotros su misericordia, su tardanza para la ira, y su dolor en el castigo; Ellos, los falsos, las bestias, los lobos, se han llenado de odio así mismo y han sembrado el odio en sus seguidores ¿Qué esperanza tienen? El arrepentimiento es su esperanza.
A paz nos ha llamado Dios, no a enarbolar banderas de uno u otro movimiento, a unidad nos ha llamado Dios, pero no a la unidad en la lucha de hombres, sino a la unidad en la lucha de Dios; Ustedes, los que han tomado a Dios como estandarte a fin de ejecutar sus planes humanos y ambiciosos y vengativos, créanme, ya tienen su recompensa preparada.
Dios no envió a Cristo a ser partidor de bienes en este tiempo, ni a encabezar luchas humanas, ni a conquistar patrias terrenales